Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

10 MAYO

«LIBRE AL FIN»

Otro gran beneficio que podemos esperar del hecho de confiar nuestros defectos a otra persona es la humildad — una palabra que suele interpretarse mal. Para los que hemos hecho progresos en A.A., equivale a un reconocimiento claro de lo que somos y quiénes somos realmente, seguido de un esfuerzo sincero de llegar a ser lo que podemos ser.

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 55

131-235

En mi fuero interno yo sabía que si quería sentirme alegre, feliz y libre, tendría que compartir mi vida pasada con otro individuo. La alegría y el alivio que experimenté después de hacerlo es algo indescriptible.

Casi inmediatamente después de dar el Quinto Paso, me sentí libre de la esclavitud del ego y del alcohol. Esta libertad permanece después de 36 años, un día a la vez. Descubrí que Dios podía hacer por mí lo que yo no podría hacer solo.

Del libro Reflexiones diarias
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En la actividad lo que menos tenía era el concepto de humildad, tanto que bromeaba diciendo: “No hay crudo que no sea humilde ni pen….conejo sin portafolio”, nunca me imaginé que para regresar a la recuperación tendría que cargar más de un mes (y todavía lo hago) un portafolio con la literatura de A.A. y otros tantos folletos.

Además confundía totalmente la culpa con la humildad porque pensaba que ser humilde implicaba esa actitud servil y medrosa de no actuar, de acatar todo para que me perdonen, para agradar, para no tener problemas; también pensaba que ser humilde consistía en ponerme de tapete en cualquier circunstancia, aún en contra de mi propia dignidad, por eso consumir tan irresponsable y locamente era total y absolutamente falto de humildad porque me denigraba.

El Programa me dice que la humildad es la verdad y para entenderlo me lo describe que es “un reconocimiento claro de lo que somos y quiénes somos realmente, seguido de un esfuerzo sincero de llegar a ser lo que podemos ser”, y en eso consiste el progreso espiritual de que me van enseñando los Doce Pasos y por eso me queda claro que no se trata de perfección sino de tener una experiencia que me permita despertar espiritualmente y seguir en ese sendero hasta llegar al Camino Feliz.

Mi primer acto de humildad fue reconocer mi impotencia para consumir, admitir que con una copa en la mano había torcido mi vida, que mi obsesión mental hacía que planeara mis días alrededor de buscar la oportunidad de beber, aceptar que ni siquiera necesitaba estar intoxicado para darle lugar a mis emociones negativas, para que mi pensamiento estuviera totalmente distorsionado, consentir que estoy regido por mi egoísmo y confesar mi debilidad devastadora y todas mis consecuencias.

Mi historial así como mi Primer Paso lo expresé para que yo mismo me rindiera y al hacerlo lo hice ante mi Dios porque Él se encuentra dentro de mí, también lo compartí con otros seres humanos (terapeutas, consultores, médicos y muy especialmente con mis compañeros).

Después en todos los trabajos que implican mi reconocimiento de la impotencia y de mi ingobernabilidad voy aprendiendo a aligerar mi carga mediante ese compartimiento auténtico y sincero de todo aquello que me perturba, que me molesta, que me conmisera y que me genera culpa.

No tuve duda, al entender mi falta de poder, aceptar que debía existir un Poder (energía, capacidad, dominio y eficacia) Superior (por encima y arriba de mí) que se hiciera cargo de mi enfermedad de la adicción, porque no se trata de auto-control sino de poner en manos del Poder Superior aquello con lo que yo no pude y al hacerlo encontrar mi insospechado recurso interior.

Si tenía duda de por qué es necesario compartir con otro lo que me sucede, sé que es precisamente porque, como resultado natural de mi egocentrismo, no soy un juez imparcial de mi carácter es que requiero admitir y compartir con alguien más mi inventario personal, ya que sólo otro compañero me puede ver como soy en realidad.

La persona en quien confié, mi padrino, tal y como me lo sugiere el Quinto Paso, es discreto, confiable y en él encontré y encuentro apoyo y comprensión, y sé que él nunca hablará de mi inventario con nadie más, y en mi experiencia dentro del Programa nunca he visto que ningún padrino ni compañero comente el inventario personal de nadie.

Ya que di el Quinto Paso, con total sinceridad, sin retener nada, me siento liberado, me siento feliz y adquiero una capacidad para mirar a los demás de frente, de hecho puedo estar solo (no aislado) y con total tranquilidad y paz, mis temores desaparecen.

Empiezo a percibir y a vivir una cercanía mayor de mi Dios, y comienzo a tener una más auténtica experiencia espiritual para mi progreso, mi cambio de juicios y actitudes, mi nueva conciencia. Tengo la convicción de que por Gracia de Dios mi problema con el consumo ha desaparecido y cada vez me sentiré más fortalecido respecto del abandono de mi obsesión. Sé que he comenzado a ir hacia el Camino Feliz y no hay duda de que voy de la mano de mi Poder Superior.

Al dar el Quinto Paso voy avanzando en los pasos de mis recuperación, aunque bien sé que cada día tengo que vivir y practicar los Doce pues el Libro Grande me enseña que se trata de un progreso constante y no de pasar grados para alcanzar la perfección, por eso siempre me habla de un despertar espiritual que me prepara para vivir esa experiencia mística y como consecuencia de ello, mi obsesión por consumir sea definitivamente removida.

Este trabajo de con total sinceridad, honestidad y humildad compartir lo que sucede en mi vida, solicitar ayuda y estar en unicidad de objetivos con Dios para hacer Su Voluntad es lo que por veinticuatro horas me mantiene en la posibilidad de vivir y disfrutar de la sobriedad (abstinencia y equilibrio emocional).

Sólo por hoy, confiaré los defectos de carácter que me atacan con mi padrino y mis compañeros para hacer la Voluntad de mi Poder Superior y tener serenidad.

Felices 24 horas libre al fin.

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