Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
13 AGOSTO
«TODO DE UN GOLPE»
… y tercero, habiendo limpiado así los escombros del pasado, y con nuestro recién adquirido conocimiento de nosotros mismos, nos ponemos a considerar cómo trabar las mejores relaciones posibles con todos los seres humanos que conozcamos.
— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 75
Todo lo que se requería para cumplir con éxito los siete Pasos anteriores: valor, honestidad, sinceridad, disposición y minuciosidad, se reunieron cuando le hice frente al Octavo Paso. Al principio no podía armarme del valor necesario para esta tarea, lo cual es el porqué este Paso dice “estuvimos dispuestos…”
Tenía que desarrollar el valor para empezar, la honestidad para ver en dónde estaba equivocado, un sincero deseo de poner las cosas en orden, minuciosidad al hacer la lista y disposición para tomar los riesgos necesarios para obtener una verdadera humildad. Con la ayuda de mi Poder Superior para desarrollar estas virtudes, completé este Paso y continué moviéndome hacia adelante en mi búsqueda del desarrollo espiritual.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.
La afirmación de este primer párrafo del Octavo Paso “y tercero, habiendo limpiado de escombros el pasado, consideramos como establecer la mejor clase posible de relaciones con todos los seres humanos a quienes conozcamos.” es una expresión que me parecía muy ambiciosa, puesto que si algo he experimentado que es complicado son la relaciones inter-personales, puesto que en lo cotidiano la persecución del “triunfo”, del “éxito” y del “prestigio” en lo asuntos de índole puramente humano implica un enfrentamiento de egos, un choque de instintos, una juicio destructivo de los demás, pues lo importante es mi “bienestar”, mi “confort” aunque tenga que pisar o pasar sobre cualquiera, incluso de aquellos que digo son “mis seres queridos”.
La convivencia con mi compañeros, en mi grupo, en la Comunidad de la recuperación es un buen inicio para realmente poner en práctica mi sincero intento de desarrollar las mejores relaciones con mis compañeros, ya que incluso en el grupo, entre enfermos de adicción no es fácil que viva en una convivencia sana, sin críticas, sin juicios de valor, sin erigirme en árbitro, sin querer imponer mi ideas, sin dejar de molestarme por lo que expresan mis compañeros, sin dejarme llevar por mis defectos de carácter como la soberbia, la ira, la envidia, en fin hay veces que la “experiencia espiritual” me lleva a tener una altanería, arrogancia, petulancia, insolencia y vanidad espiritualoides para justificar mis actos y exigir ser comprendido en lugar de comprender, a tal grado que lo que menos hago es olvidarme de mí mismo y por eso todo aquello que me mueve y que me molesta lo atribuyo a lo que dice alguno o algunos compañeros, me arrogo la facultad de considerar que lo que yo digo siempre está bien sin percatarme si ofendo y aunque lo admita posteriormente no realizo los actos necesarios para reparar el daño y las afectaciones a mi propia recuperación y al bienestar común de mi grupo, en ocasiones pienso que decir que ya no estoy inconforme, pedir una disculpa e incluso pedir perdón es suficiente, me olvido que para quitar la basura es necesario barrer mi lado de la calle y efectuar la reparación necesaria.
Cuando veo que esta actitud la he tomado en mi grupo, no puedo dejar de revisar que si con quienes son mis hermanos de sufrimiento, con quienes supuestamente tengo el puente de comprensión de la misma enfermedad de la adicción, y con quienes cuento desinteresadamente tomo estas actitudes inadecuadas, es muy posible que en mi casa, en mi familia, en mi trabajo, en fin con quienes me rodean fuera de la Fraternidad me ponga peor, me sienta capaz de lanzar la primera piedra y quiera imponer mi juicio, mi interés, mi “santa voluntad” porque “yo tengo la razón”.
Cuando regreso a lo fundamental, cuando hago consciente que se trata de un cambio real y profundo de personalidad, para tener una nueva manera de pensar, una nueva forma de conducirme y tener un nuevo estado de conciencia sostenido en principios espirituales, en valores morales positivos, en cualidades, virtudes y fortalezas me doy cuenta que se trata de purificar mi existencia, higienizar mi mente, enjuagar mis emociones, asear mi espíritu y de esta manera permitir que Dios expulse mis defectos de carácter para realmente buscar las mejores relaciones posibles con mi prójimo.
En este sentido no puedo dejar de repasar que es necesario que estos actos de reparación requieren mi plena disposición y para tenerla me es indispensable partir del autoconocimiento de mis fortalezas, de mis debilidades, de mis talentos, de mis incapacidades, de mis cualidades, de mis defectos y de mis limitaciones, en una tres palabras ¡actuar con humildad!, porque si no tengo los pies en la tierra, si no reconozco que no soy superior a nadie, que no soy más valioso que otro compañero, que no soy el director, ni el jefe, entonces sigo repitiendo mi mismo patrón de conducta, sigo siendo enteramente egoísta y por tanto estoy haciendo de lado el desarrollo de mi espiritualidad como piedra angular de mi recuperación; porque entonces baso mi soberbia en el hecho de presumir que no consumo o que incluso a pesar de estar lleno de defectos, de recaer constantemente en lo emocional no consumo, y los Doce Pasos parten de lo esencial que es para mí no consumir para poder tener un intento de comprender y poner en práctica el Programa, mas en ninguna parte he encontrado que me diga que basta con no consumir, de ser así no creo que existiera como premisa fundamental que se trata de hacer la Voluntad de Dios, que en mi caso personal implica vivir honestamente, no dañar a nadie, no hacer a otros lo que no quiero que me hagan a mí, dar a cada quien lo que le corresponda, en fin amar real y profundamente a Dios y a mis semejantes, “¡vaya tarea!” , mas para mí eso es lo más fascinante de querer ir por el sendero de la recuperación física y emocional para trascender al de mi rehabilitación, redención y liberación espiritual.
No más autoengaño sino la conocimiento de mí mismo para detectar, admitir y reparar tal y como dice el Décimo Paso: “Las personas sensatas siempre han sabido que nadie puede hacer mucho por su vida hasta que el examen de sí mismo no se vuelva un hábito, hasta que no admita y acepte lo que se descubre y hasta que no trate de corregir con insistencia y paciencia aquello que está mal.” Por eso poner en mi lista y estar dispuesto a remediar es una tarea constante y de toda la vida.
Felices 24 Horas de búsqueda de desarrollo espiritual.