Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

13 JULIO

«LA HUMILDAD ES UN REGALO»

Mientras insistiéramos en poner en primer lugar nuestra propia independencia, la verdadera dependencia de un Poder Superior era totalmente impensable. Nos faltaba el ingrediente básico de toda humildad, el deseo de conocer y hacer la voluntad de Dios.

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 69

Cuando recién llegué a A.A. yo quería encontrar algo de esa elusiva cualidad llamada humildad. No me daba cuenta de que estaba buscando la humildad porque creía que ésta me ayudaría a lograr lo que yo quería, y que yo haría cualquier cosa por otros si creía que Dios me compensaría por ello. Ahora trato de recordar que la gente que encuentro en el transcurso de mi día está tan cerca de Dios como yo voy a estar mientras esté en esta tierra. Tengo que rezar para saber cuál es la voluntad de Dios hoy, y ver cómo puede ayudar a otra gente mi experiencia de esperanza y dolor; si puedo hacer esto, no tengo que buscar la humildad, ella me ha encontrado.

Del libro Reflexiones diarias
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El Séptimo Paso me comparte la experiencia vivida por los primeros alcohólicos y/o adictos en recuperación y me repite con toda claridad la necesidad de que abandone mi autoconfianza, mi autosuficiencia, mi independencia respecto de mi enfermedad de la adicción para sustituirla por la dependencia sana en mi Dios y expresa: “Porque mientras pusiéramos en primer lugar la confianza en nosotros mismos, no sería posible tener confianza genuina en un Poder Superior. Faltaba uno de los ingredientes importantes de la humildad: el deseo de hacer la voluntad de Dios.”

Y esto es tan claro que para reafirmar esta cuestión indispensable de tener una “genuina dependencia de un Poder Superior” el mismo Paso Siete expresa: “Porque  mientras estuviéramos convencidos de que podíamos vivir solamente a base de nuestra inteligencia y de nuestras fuerzas individuales, sería imposible tener una fe en un Dios.”, lo curioso es que una vez que doy el Primer Paso y reconozco mi impotencia y acepto que solamente un “acto de la Providencia” puede lograr quitarme la obsesión por beber y darme la potencia que requiero para no consumir, comienzo a tener objeciones respecto a adherirme, asentir, consentir y creer en un Poder Superior o quiero seguir manejando un concepto racionalizado que no me ha funcionado, por eso el Segundo Paso me recuerda: “Muchos de nosotros hemos estado en las mismas circunstancias y hemos encontrado la solución al enigma. La solución depende de la calidad de fe, más que de la cantidad.

Esto no lo veíamos. Creíamos ser humildes cuando en realidad no lo éramos. Creíamos que tomábamos con seriedad la práctica de nuestra religión cuando en realidad sólo éramos superficiales. O pasando al otro extremo, nos estábamos revolcando en un sentimentalismo al que confundíamos con el verdadero sentimiento religioso. En ambos casos pedíamos algo a cambio de nada. El hecho es que, no habíamos allanado el camino para que la gracia de Dios llegara a nosotros y nos librara de nuestra obsesión.

No profundizamos en la raíz de nuestros defectos, ni reparamos los daños que les causamos a otros, ni habíamos dado nada sin esperar recompensa. Ni siquiera habíamos rezado como es debido. Siempre dijimos: “Concédeme mis deseos”, en vez de  “Hágase tu voluntad”.  No entendíamos lo que es el amor a Dios y el amor al prójimo. Por consiguiente, nos estábamos engañando a nosotros mismos y no teníamos la capacidad para recibir la gracia que nos devolviera nuestro buen juicio.”

He aquí que mi orgullo, mi prepotencia y mi pretendida autosuficiencia e independencia fueran la base de mi supuesta “humildad” y entonces hasta que llego a creer en un Poder Superior voy encontrando el verdadero sentido para mi recuperación y por ello el Tercer Paso me regala el conocimiento empírico de lo que me ha sucedido, como a muchos otros: “Pero supongamos que el instinto del alcohólico todavía se subleve y reflexione—. Sí, en lo que respecta al alcohol tengo que depender todavía de A.A., pero en todo lo demás debo conservar mi independencia. No dejaré que nada me  convierta a una nulidad.

Si sigo encomendando mi vida y mi voluntad al cuidado de otro “alguien” ¿Qué va a ser de mi? Voy a parecerme al agujero de una rosca. —Esto desde luego, es el razonamiento con que el instinto y la lógica tratan de reforzar al egotismo, y así frustrar el desarrollo espiritual. Lo malo es que con esta manera de pensar no se toman en cuenta los hechos. Y los hechos son estos—. Mientras más dispuestos estamos a depender de un Poder Superior, mas independientes somos en realidad. —Por consiguiente, la dependencia como la practica A.A., es en realidad una manera de lograr la verdadera independencia espiritual—.”

Cambio de juicios y actitudes, palabras que vienen a mí al darme cuenta que la humildad es algo que debo practicar a través de hacer actos humildes que vayan permitiéndome ir adquiriendo esta virtud o mejor dicho me vayan acercando a vivir la verdad de que mi Dios es el que está al mando, no yo, puesto que mis capacidades, mis talentos, mis cualidades, mis ideas buenas me las inspira Él y Él me ha dotado de todo en mi existencia.

He ido aprendiendo a dejar de lado el trueque, de pedir y ofrecer algo a cambio, pues he tenido que reconocer que Dios no requiere nada de mí, Él quiere lo mejor para mí y está en mí unificar mi intención a la Voluntad de Él. Entender este principio espiritual y practicarlo con sinceridad es un acto de humildad.

Felices 24 horas recibiendo el regalo de la humildad.

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