Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
13 MARZO
«EL MUNDO DEL ESPÍRITU»
Hemos entrado al mundo del Espíritu. Nuestra siguiente tarea es crecer en entendimiento y eficacia. Este no es un asunto para resolver de la noche a la mañana. Es una tarea para toda nuestra vida.
— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 84
La palabra “entrado”… y la frase “entrado al mundo del Espíritu” son muy significativas. Implican acción, comienzo, participación, un prerrequisito para mantener mi desarrollo espiritual, ya que el “Espíritu” es la parte inmaterial de mi ser.
Las barreras de mi desarrollo espiritual son el egocentrismo y un enfoque materialista de las cosas terrenales. Espiritualidad significa devoción a lo espiritual y no a las cosas mundanas; significa obediencia a la voluntad de Dios para mí. Según lo veo yo, las cosas espirituales son: amor incondicional, alegría, paciencia, bondad, amabilidad, fidelidad, dominio de sí mismo y humildad.
Cuando dejo que el egoísmo, la deshonestidad, el resentimiento y el temor sean parte de mi ser, estoy obstaculizando las cosas espirituales. Según voy manteniendo mi sobriedad, el desarrollo espiritual se convierte en un proceso de por vida. Mi meta es el desarrollo espiritual; reconozco que nunca lograré la perfección espiritual.
Del libro Reflexiones diarias
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Me doy cuenta de que mis emociones negativas, mis defectos de carácter son los que me han llevado a la frustración, al temor, el abatimiento y la depresión; y que precisamente por ello es que consumo para “alejarlos de mí”, “para olvidarme por un momento de ellos”, “para ahogarlos”.
“El Libro de los Espíritus”, escrito por Alan Kardec, padre del espiritismo, es lo que se me vino a la mente cuando leí esta parte del Libro Grande, de hecho todas las referencias hacia el progreso espiritual, eran tomadas por mí como algo ya conocido, pero jamás honestamente practicado, porque el ingreso a la espiritualidad y el desarrollo espiritual no pueden supeditarse a mi egoísmo ni mucho menos a la consecución de los logros materiales, incluso las cuestiones banales, superfluas y hedonistas.
El mundo, en su cotidianidad, está regido por los deseos y caprichos de los poderosos y los económicamente influyentes, de ninguna manera por “Los Diez Mandamientos”, “Los Doce Pasos” y/o principios espirituales, porque lo que comúnmente se vive es la lucha de egos, la búsqueda de satisfacer mis instintos aún cuando ello implique imponérselos a otro, acabar con las aspiraciones de otro, pasar encima del otro en su persona, sus bienes y/o su dignidad; la aplicación de la adoración a mí mismo sin que me importe el otro, incluso centrar el mundo en mí, siendo mi propio dios de mi razón y de mis instintos social, sexual, material y emocional.
Así que cuando al comenzar a desear con sinceridad vivir el Programa, los Doce Pasos y todos los principios espirituales que me sugieren tuve que hacer un alto para reconocer que precisamente en esta parte insana que hay en mi, y que es fácil encontrar en el mundo, se ubica mi ingobernabilidad para dejar que todos mis instintos se descoyunten, y que es en esta parte donde tengo que rendirme al cien por ciento para reconocer que no puedo y que solamente un Poder Superior tiene la capacidad, el dominio, la energía y la eficacia para que yo pueda comenzar a hacer a un lado toda esta basura emocional y mental, con la finalidad de poder entrar al mundo del espíritu.
Soy un cuerpo-espíritu y la amplísima mayoría de mi tiempo lo he dedicado solamente a lo material, el resultado fue funesto porque en esa búsqueda mi enfermedad de la adicción encontró un maravilloso caldo de cultivo para que surjan en todo su esplendor las verdaderas emociones negativas que me mueven: resentimientos y temores que son encabezados por la Soberbia (vanagloria, orgullo, prepotencia, todo lo que hago y digo es superior, puedo superar lo que digan y hagan los demás, vanidad); Ira (odio, enfado, venganza, sentimientos sin orden, sin control, negación vehemente de la verdad, discriminación, intolerancia); Pereza (incapacidad de aceptarme y de hacerme cargo de mi mismo, abulia, pérdida del tiempo); Envidia (deseo de lo ajeno, deseo de mal a otro, “bienestar” con el sufrimiento ajeno); Avaricia (codicia, traición, deslealtad, robo, asalto, soborno); y Adicción (gula, ebriedad, lujuria, compulsión).
Cuando al ir estudiando y trabajando el Programa me doy cuenta de que mis emociones negativas, mis defectos de carácter son los que me han llevado a la frustración, al temor, el abatimiento y la depresión; y que precisamente por ello es que consumo para “alejarlos de mí”, “para olvidarme por un momento de ellos”, “para ahogarlos” (aunque aprendieron a nadar); en fin para auto engañarme y pensar que el mundo es tal y como lo veo yo, descubro la necesidad imperante de adoptar las sugerencias de los Doces Pasos para encontrar mi Poder Superior y que Él se haga cargo de mi adicción, de devolverme el sano juicio, de eliminar mis defectos de carácter, de cuidarme y para todo ello lo que yo debo hacer y poner en acción es unificar la intención de mi fuerza de voluntad a la Voluntad de Dios.
¿Cuál es la Voluntad de Dios?, bueno en principio estoy seguro que es que ¡viva bien!, en paz, con tranquilidad, serenidad, ecuanimidad, congruencia y que para ello practique la dependencia de Dios para mis emociones negativas y para las positivas el auto control; el valor o fortaleza para encauzar adecuadamente mi voluntad en lo que respecta a mi progreso espiritual y dejarle a Dios la potencia de resolver mi adicción; la sabiduría para guiar mi intelecto a través de la mente abierta para solamente conocer la Voluntad de Dios.
Que busque alcanzar mis metas sin pisar ni dañar a nadie; ser tolerante, ser sincero, ser humilde, incluso intentar practicar en el diario vivir la templanza, la fortaleza, la prudencia y la justicia.
Hay un insospechado recurso interior (mi voz interior, mi conciencia, mi ángel de la guarda, mi guía espiritual) que me permite distinguir entre el bien y el mal, lo que es correcto e incorrecto, entre lo positivo y lo negativo; y el Programa me invita a vivir esta parte del bien, de lo correcto, de lo positivo para estar en posibilidad de tener un profundo cambio de personalidad por la transformación de mis pensamientos y de mis actos, como resultado de tener un despertar espiritual que me lleva a un nuevo estado de conciencia y que me permite tener la aptitud de buscar mi progreso espiritual.
Como ser humano, no soy perfecto ni lo seré, mas ello no implica que no tienda ni busque la perfección espiritual porque precisamente en poner esas metas son las que me dejan entrar a ese mundo del espíritu para iniciar, desde ahora, el camino del destino feliz, un camino que muchos otros compañeros con su experiencia han recorrido y que me muestran con ejemplos que el Programa ¡Sí Funciona!, y que mi Fe tiene es sumamente práctica porque puedo ver los resultados, empezando por mí que sólo por hoy no consumo y sólo por este instante tengo estabilidad emocional.
Aquí, yo cometí muchas veces el error de decir: “nunca seré blanco como la nieve”, pero no recordaba o no quería recordar que el Sexto Paso dice que Dios no podrá volverme blanco como la nieve ni mantenerme así Sin Mi Cooperación, lo que implica que yo debo ponerme en acción y buscar esa perfección espiritual a través de la sincera y comprometida práctica de los Doce Pasos.
El Programa me promete un despertar espiritual y me invita a vivir de una manera correcta, de tal suerte que emprenda poco a poco y un día a la vez mi progreso espiritual, para cumplir diariamente con el objetivo de estar en unión con la Voluntad de Dios.
Felices 24 horas en el mundo del espíritu.