Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

14 ABRIL

EL “OFENSOR NÚMERO UNO”

El resentimiento es el ofensor número uno. Destruye más alcohólicos que cualquier otra cosa. De éste se derivan todas las formas de enfermedad espiritual, ya que nosotros hemos estado no solamente física y mentalmente enfermos, sino también espiritualmente.

— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 64

Cuando yo me veo practicando el Cuarto Paso, es fácil pasar por alto el daño que yo he causado, porque fácilmente puedo verlo como una cuestión de “desquitarme” por algún daño que me hicieron.

Si vuelvo a vivir mis viejas heridas, esto es un resentimiento y los resentimientos ocultan de mi alma la luz del sol. Si continúo reviviendo los dolores y los odios, me heriré y odiaré a mí mismo.

Después de años en la obscuridad de los resentimientos, he encontrado la luz del sol. Tengo que despojarme de mis resentimientos; no puedo permitirme el lujo de conservarlos.

Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

El resentimiento es el ofensor número uno, hace que mis emociones se disturben con gran facilidad y que incluso físicamente responda como cuando estaba en la actividad.
El medio para repetir un sentimiento, revivir una emoción, normalmente negativa, un enojo no resuelto, mi falta de deseo de perdonar, mi falta de capacidad para auto-perdonarme, mi poca tolerancia a la frustración, mi antagonismo y beligerancia con algo o con alguien me llevan a resentirme.

No es un enojo o incluso la ira, sino es un odio permanente, vuelvo a sentir y lo traigo en mi mente, es una emoción muy negativa porque no permito que mi espiritualidad trabaje pues en lugar de abrir mi mente y mis emociones al amor auténtico a Dios y mis semejantes, lo lleno de este guardar oposición, discordia, pugna y ofensa a los demás pero sobre todo a mí mismo.

El resentimiento me anula y no me deja vivir hoy porque está instalado en el pasado y cuantas veces lo dejo surgir me retrotrae a un momento de mucho dolor o sufrimiento, de mucha frustración, de tristeza o depresión, de inseguridad, de decepción de mí mismo, y lo que es peor cada vez va creciendo más hasta que comienza a abarcar mi espíritu lo que además también me lleva a “justificar” mucho de mi auto-conmiseración.

El resentimiento alimenta de manera muy negativa mi hipersensibilidad de manera que facilita mis estado de irritabilidad, de hostilidad, de agresión, de violencia y con esto complico mis relaciones interpersonales porque no confío, porque me siento menospreciado e incluso hace que pierda la fe (falta de confianza y mucha discusión [Segundo Paso]).

En mis resentimientos hay una falta de aceptación de lo que ya no puedo cambiar y por tanto pierdo la serenidad y la paz; hay una falta de autoestima porque prefiero seguirme haciendo daño a cambiar mis juicios y actitudes para responder de manera distinta con el paso del tiempo y continuo respondiendo y sintiendo igual o más negativamente que en el momento que sucedió lo que me ha resentido. También hay una falta de valor para cambiar lo que sí puedo que es mi propia actitud ante el hecho que ha generado mi resentimiento de tal suerte que perdone al otro e incluso a mí mismo (normalmente por la auto-conmiseración prefiero seguir castigándome “pobre de mí”), es una forma de no aplicar a mi vida el Tercer Paso.

Entiendo que debo perdonar no solamente a la personas o personas que pudieron afectarme sino a mí mismo por haberme instalado en el pasado y no accionar para avanzar, como me lo enseñan los Doce Pasos.

Un gran problema que tengo con mi manera de resentirme es que no solamente me lleva a ser desagradable con “los causantes de mis desgracias”, sino que de pronto extiendo a todo y todos aquellos “que se cruzan en mi camino o que relacione con mis aflicciones”, de plano les aplico una pena trascendental.

Sentir una y otra vez el enojo, la tristeza e incluso la euforia, no son buenos síntomas para mí pues en todos los casos estoy viviendo en el pasado; aunque el más común de los resentimientos, en mi experiencia personal, es el sentir mucho sufrimiento sea porque hay enojo o porque hay tristeza y en ambos casos mi reacción es volver a sentir en toda su intensidad las reacciones que tuve al momento en que “fui lastimado” y que al resentirme permito seguir siéndolo, por tanto se vuelve responsabilidad mía el abandonarlo o revolcarme en mi propia ira, frustración y depresión. También tengo formas de resentir mi euforia, mis “buenos momentos de la actividad”, mis “fantasías” y de esto tiene su parte muy negativa pues se instala en mis reservas mentales para “pensar que no todo fue tan mal”, y que miedo enfrentar mi inventario para darme cuenta de la realidad de todas las consecuencias graves de mi adicción.

Al practicar el Cuarto Paso me doy cuenta de lo unidos que están mis resentimientos y mis temores, ya que al interiorizar detecto que he reprimido mi decir y mi sentir, y que muchas veces esto ha sido por temor a las consecuencias o por mi falta de capacidad para enfrentar a la persona por mi falta de valor, por sentirme menos; y es tanto mi temor, incluso a reconocerlo ante mí mismo, que niego el hecho de estar enojado y/o me niego a expresar “la razón” de mi enojo.

Con el resentimiento siempre tengo la sensación y la creencia de que se me ha infligido un sufrimiento que yo no se puede reparar y que “juzgo” que no merezco y por esto quien me lo ha causado debe recibir su merecido, su castigo, su sanción de mi parte.

“El resentimiento es como tomar un veneno esperando que la otra persona se muera”, así de incongruente y falto de sentido común es este hijo de mi egoísmo y no me percato que el resentimiento me vuelve prisionero porque vivo encerrado en la cárcel de mis propias emociones negativas que se resienten una y otra vez, sin dejarme un sólo momento.

Un gran problema es que tiendo a olvidar que mis emociones negativas, que mis actos de juicio insano, que el daño y sufrimientos ocasionados por la intoxicación así como por la ingobernabilidad de mi vida, hacen que yo genere o haya generado en otros resentimientos, incluso que haga nacer o crecer otros resentimientos en mi camino de recuperación, y que en eso lo que me toca a mí es reparar directa o indirectamente daños y orar por aquellos a quienes he dañado (Noveno Paso).

En fin, para evitar el resentimiento es necesario trabajarlo cómo me lo enseña el Cuarto Paso, escribirlo y tener un bote de basura cerca, no dejar de hacer mi inventario diario (Décimo Paso), tener una actitud positiva para perdonar, para comprender, para ser tolerantes e incluso para consolar (Undécimo Paso).

El resentimiento es el ofensor número uno, hace que mis emociones se disturben con gran facilidad y que incluso físicamente responda como cuando estaba en la actividad, debo poner mucho cuidado y atención al Programa, pues de otra forma al no estar capacitado para este desequilibrio emocional es fácil que recurra a la “única manera que he utilizado para acallarlo, que es el consumo”.

En la medida que voy practicando y viviendo cada uno de los Doce Pasos, voy aprendiendo por estas veinticuatro horas a hacer oración para sobrepasar y sobrellevar estos momentos en que dejo aflorar un resentimiento, aquellos en que un enojo o un acto iracundo no debo dejar que se enquiste y surja un resentimiento, todo con la finalidad de no maltratarme de manera espiritual.

Felices 24 horas sin enfermedad espiritual.

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