Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
15 ABRIL
«LA ESCLAVITUD DE LOS RESENTIMIENTOS…»
… este asunto de los resentimientos es infinitamente grave. Porque cuando estamos abrigando estos sentimientos nos cerramos a la luz del espíritu.
— COMO LO VE BILL, p. 5
Ya se ha dicho, “La ira es un lujo que no me puedo permitir”. ¿Sugiere esto que yo ignore esta emoción humana? No lo creo. Antes de enterarme del programa de A.A. yo era un esclavo de los moldes de comportamiento del alcoholismo. Estaba encadenado a la negatividad, sin esperanza de poder desencadenarme.
Los Pasos me ofrecieron una alternativa. El Paso Cuatro fue el principio del fin de mi cautiverio.
El proceso de “desprenderme” empezó con un inventario. No tenía que estar atemorizado, porque los Pasos previos me aseguraron que no estaba solo.
Mi Poder Superior me guió a esta puerta y me dio el regalo de poder escoger.
Hoy puedo escoger abrir la puerta hacia la libertad y regocijarme a la luz de los Pasos, según limpian el espíritu dentro de mí.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.
Debo perdonar para que mi espíritu sea sanado, para que mi alma y mi corazón no sigan rotos.
Para mí no hay lugar a duda de que el “asunto de los resentimientos es infinitamente grave” y al respecto el Padre Frau dice textualmente: “En el alcohólico (adicto o enfermo de sus emociones negativas), la frustración engendra la autocompasión (auto-conmiseración), la autocompasión engendra el beber, el beber engendra la frustración, la frustración engendra el resentimiento, el resentimiento engendró la compasión, etcétera, etcétera, en un círculo sin fin hasta enfrentarse en tres caminos: el de la sobriedad, el de la locura o el de la muerte. Fue entonces cuando escogimos el de la sobriedad en A.A. (NA y/o Grupos de Doce Pasos), y fue aquí donde aprendimos el principio de que: “Si el alcohólico (adicto o enfermo de sus emociones negativas) repetía cualquier parte del circulo, éste volvería a repetirse por sí mismo”.
El resentimiento es una emoción que en sí misma contiene hostilidad, repulsión, aversión, rencor, aborrecimiento, encono, animadversión, rabia, desprecio, repugnancia, oposición, resistencia, fastidio, antipatía, aborrecimiento y odio, por lo que cuando pienso en esto, me doy cuenta de que solamente de enumerar todo aquello que lo conforma ya me sentí mal, y entonces ya puedo medir el daño que le hace a mi espíritu y porque el Libro Grande me dice textualmente que “niega la luz a mi espíritu”.
Cómo es posible que pueda intentar vivir en paz, con felicidad, en serenidad si tengo, no sólo uno, sino varios resentimientos con esta gama tan grande de sentimientos que alimentan mi ira, donde se siente dañado mi ego, y que me llevan a la auto-conmiseración.
Es algo que vive dentro de mí (como buen enfermo de adicción) y me lanza a ser, no solamente antipático y desagradable, sino a tener un desprecio, rencor, aborrecimiento y encono con la o las personas que “me han causado el daño” (olvidándome que el principal causante del mismo soy yo); vuelvo a sentir y a revivir, una y otra vez, el enojo, la ofensa, sufrida en el pasado y que en mi fuero interno ha sido provocada por una persona o situación externa (no me hago responsable de hacer un cambio en mi actitud y juicios).
El resentimiento es una gran enfermedad emocional en sí mismo porque no me permite despertar espiritualmente, mucho menos avanzar y crecer en mi interior, sin darme cuenta que yo soy el primer afectado por mí mismo, y que esto perjudica a toda mi persona y a todas mis relaciones interpersonales.
Lo único que conozco para liberarme de este veneno es el antídoto del perdón, lo cual no es nada sencillo porque, como enfermo alcohólico, he tenido una tendencia a la negación y no aceptaba fácilmente mi emociones negativas, además de que mi mente busca evitar “el sufrimiento” que puede producirme recordar determinado hecho y aceptar qué y cómo sucedieron las cosas, pues seguramente me llevará a tener que aceptar mi responsabilidad en el asunto o sencillamente mi responsabilidad por permitir poner mi vida y mis emociones “en manos de otra persona y darle el poder sobre mí para que fastidie mi vida interior”. Además, “como soy bueno”, “no es posible que yo sienta y viva algo tan malo”, y lo uso para justificar mi no aceptación de un resentimiento. Y además me confronta con mi incapacidad o vulnerabilidad, lo cual no es de mi agrado y no lo deseo.
Debo perdonar para que mi espíritu sea sanado, para que mi alma y mi corazón no sigan rotos, lo que de ninguna manera quiere decir que me estoy reconciliando con actos, hechos y/o personas dañinas, y gracias a la práctica y ejercicio del Cuarto Paso puedo lidiar con los resentimientos.
Dejo el pasado atrás, que es dónde debe de estar, pues debo comprender que es algo que ya no puedo cambiar, además no hay algo que deje de pasar, sea positivo, negativo, bueno o mal. Debo vivir, sólo por hoy.
Me perdono, pues muchísimas veces el resentimiento es el enojo conmigo mismo porque no actúe de determinada forma y tengo que aceptar yo pienso, siento y reacciono con las herramientas que tengo en determinado momento y por tanto actúo acorde a lo que soy capaz de hacer, pensar y sentir, aunque esté muy alejado de mi propio ideal o de cómo me gustaría.
Entendiendo y acepto que la vida en sí misma no es justa, y que habiendo cosas que no puedo cambiar tengo que admitirlas aunque no sean agradables, y sobre todo tengo que buscar comprender que muchas veces yo juzgo si algo es “justo o injusto”, dependiendo de mi bienestar o satisfacción personal, lo cual deriva de mi egoísmo o porque “pienso que algo debería ser de determinada forma para los demás”.
Requiero irme conociendo para poder comenzar con un auténtico amor a mí mismo (autoestima), pues si antes fui incapaz de algo, si estaba en la actividad, si mis principios morales fueron devastados por mí, si permití que me sobajaran por temor o servilismo; en fin si me sentía “el peor ser humano”, hoy puedo pensar, sentir y actuar distinto pues practico los Doce Pasos y por ende pongo mi vida y voluntad al cuidado de Dios, y voy teniendo un profundo cambio de personalidad.
Me mantengo ocupado, pues pongo acción en estudiar, aprender, practicar y vivir el Programa, además de trabajar con otros enfermos de adicción como yo; y de practicar mi Décimo Paso para que en el momento en que surja un resentimiento pueda trabajarlo como me enseña el Cuarto Paso, en fin darle vuelta y no dejarlo vivir ni sobrevivir en mi interior.
Hago oración y pido serenidad para encontrar una recta forma de actuar, reformular mis pensamientos para cambiar mi óptica, prestándole por un momento la razón al otro y de esta forma evitar que se aumenten mis emociones negativas, mi distorsión de la percepción y evaluación de los hechos.
Debo dejar de “echar culpas” con el pretexto de que una persona o situación está fuera de mi control, y no evitar buscar en mis propios defectos de carácter la causa de mis propios resentimientos, pues la ira, el rencor, la hostilidad suelen surgir y estas emociones son las que provocan mi propia infelicidad y la estacan en mi vida. Por eso tan importante el Cuarto Paso, ya que para superar el resentimiento debo reconocer el pasado para que no determine o dicte mi presente.
Los resentimientos no se quitan o se eliminan con simplemente desearlo (aunque, en mi experiencia personal, el perdonar es un acto en principio de buena voluntad, seguido por el firme empeño de hacer la Voluntad de Dios) por lo que hay que ejercer los principios espirituales que los Doce Pasos me enseñan y que se traducen en actos concretos y positivos de amor, incluso actos para con quienes estoy resentido, sea por ellos o para ellos.
Cuando repaso este tema del resentimiento, no puedo menos que abocarme a practicar la tolerancia y el amor como los principales códigos de conducta de un alcohólico, un enfermo de adicción y un aquejado de las emociones negativas, como yo, puesto que de otra forma para que yo pueda disculpar el error de otro, sin necesidad de que alguien me solicite la disculpa o compense su falta; y para ello un buen remedio que aplico es hacer oración por mis enemigos, por quienes no me quieren bien, por quienes me han ofendido e incluso pienso en sus fortalezas y cualidades, además de que busco recordar cualquier acto que deba agradecerles. No es nada fácil en el momento, ni cuando es muy reciente, mas si practico el Programa tendré la paciencia suficiente para lograr perdonar, perdonarme y trascender los resentimientos, seguro algún día llegaré a tener la gracia de Dios para ni siquiera dejarlos surgir.
Felices 24 horas sin esclavitud de los resentimientos.