Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
15 AGOSTO
«¿NO HICIMOS DAÑO A NADIE?»
Algunos de nosotros nos encontramos con otro obstáculo muy distinto. Nos aferrábamos a la idea de que los únicos perjudicados por nuestra forma de beber éramos nosotros.
— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 77
Este Paso parecía tan sencillo. Yo identificaba a alguna gente a quienes había hecho daño, pero ellos ya no estaban a mi alcance. No obstante, me sentía incómodo con este Paso y evitaba las conversaciones que tenían que ver con él. Más tarde aprendí a investigar aquellos Pasos y áreas de mi vida que me hacían sentir incómodo. Mí búsqueda puso de manifiesto a mis padres, quienes habían sido profundamente heridos por mi aislamiento de ellos; mi patrón, quien se preocupaba por mis ausencias, por mis pérdidas de memoria, por mi temperamento; y los amigos a quienes había vuelto la espalda sin explicaciones. Al enfrentarme con la realidad del daño que había hecho, el Paso Ocho cobró un nuevo significado. Ya no estoy incómodo y me siento limpio y liviano.
Del libro Reflexiones diarias
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Algunos de nosotros, sin embargo, tropezamos con un obstáculo muy diferente. Nos aferrábamos a la pretensión de que cuando bebíamos no le habíamos hecho daño a nadie sino a nosotros mismos.
En el Octavo Paso nuevamente vuelvo a encontrarme que la experiencia de quienes me han antecedido ha sido la misma que yo he enfrentado respecto de los obstáculos e incomodidades que me causan las sugerencias porque me confrontan y no me dan esquina para escabullirme de mis consecuencias y del horror que me da auto-conocerme porque me causa una gran vergüenza, un arrepentimiento importante y, no faltan las ocasiones, en que incluso me causa ira y mis emociones se dirigen al resentimiento y no en otras pocas al temor.
Cuando brinqué el obstáculo de minimizar daños, normalmente me sucedió que prefería listar personas y acciones que no fueran tan graves, porque he tenido actos en mi vida con efectos muy dañinos para otros y para mí mismo que de pronto hacen que resurja el temor de tener que verme cara a cara con quienes he afectado y ofendido, puesto que hay daños que reconozco son irreparables directamente; en otros casos me envolví en un juego perverso de enganches emocionales que me causaban resentimiento y que al mismo tiempo han causado resentimiento en otros que todavía tienen sed de revancha hacia mí. Es entonces cuando regreso a intentar minimizar, justificar y racionalizar que en realidad el daño sólo me lo hice a mí mismo para tratar de evadir la reparación.
Mi padrino ha sido un excelente guía espiritual al respecto porque me ha enseñado que debo resarcir, remediar y aportar lo mejor de mí a circunstancias y a personas similares a las que dañé cuando no puedo hacerlo de manera directa, y de esta forma llevar a cabo las reparaciones indirectas que sean necesarias; abocándome a perdonarme y a perdonar con autenticidad y liberarme sin requerir un perdón, que quizá nunca llegue, de determinadas personas o de otras que han partido o que nunca volveré a ver ni a encontrar.
Me he dado cuenta que mucho del daño que he causado ha partido de ese músculo que el Dr. Bob me sugiere cuidar que es “la lengua” porque mis palabras han herido de una manera indeleble, puesto que muchas de las agresivas, ofensivas, dañinas y asesinas de fe, esperanza y confianza no necesariamente las dije en la intoxicación sino derivado de mi inestabilidad emocional, de mi falta de armonía interna, con rabia, con desquite, con vileza, con cinismo, con inmoralidad, en fin con veneno puro para el espíritu de cualquiera.
Tener que listar todo esto con nombres, apellidos, circunstancias y rostros concretos así como reconocer y asumir las consecuencias que tuvieron para los demás y aceptar que al mismo tiempo me causé un gran perjuicio a mí mismo, es algo que hubiera querido dejar en el Quinto Paso, mas es importante que tenga muy claro cuales han sido las cuotas de sufrimiento propio y a terceros que me llevaron a una clínica, a las puertas de un grupo, a la terapia, al tratamiento continuo, en fin al Programa de recuperación, porque si bien ahora agradezco conocer los Doce Pasos y caminar por ellos, sé que no hubiera acudido a buscar un cambio profundo de personalidad, a adquirir una nueva conciencia y a tener un nuevo modo de vivir si no fuera por mi enfermedad de la adicción, puesto que veo muy difícil que mi sola ingobernabilidad me hubiera llevado a la rendición.
Cuantas infamias, afrentas, degradaciones, ofensas, desprecios, burlas y mancillas le causé a mis seres más cercanos, a aquellos que tuvieron la paciencia, el valor y el error de estar a mi lado; por consecuencia me llené de estigmas, ignominias, vergüenzas, desprestigios, deshonras y denigraciones lo que me hundía más en la frustración, en la depresión y en mi dependencia química para intentar “ahogar las penas” y “tapar el sufrimiento” con mis argumentos de una euforia ficticia, de una auto-conmiseración llena de cobardía, una ira sustentada en el miedo y quedar envuelto en la culpa de todo lo mal actuado.
Al fin he podido reconocer que he dañado en diversas formas, en diferentes niveles, a distintas personas y afrontar que el principal afectado, perjudicado y estropeado he sido yo, de tal suerte que me convertí a un ser inhumano, por tanto el trabajar los Pasos me guía a la necesidad primordial de ser un ser humano y progresar gradualmente para ser uno bueno.
Felices 24 horas sin dañar a nadie