Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
16 JUNIO
«MENTE RECEPTIVA»
Encontramos que Dios no impone condiciones muy difíciles a quienes le buscan. Para nosotros, el Reino del Espíritu es amplio, espacioso, siempre inclusivo nunca exclusivo o prohibitivo para aquellos que lo buscan con sinceridad. Nosotros creemos que está abierto a todos los seres humanos.
— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 46
Una mente receptiva al concepto de un Poder Superior puede abrir las puertas del espíritu. A menudo encuentro el espíritu humano en varios credos y doctrinas. Puedo ser espiritual al compartir de mí mismo. El compartir mi ser me une a la raza humana y me acerca a Dios, como yo lo concibo.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.
Lo importante realmente es encontrar esa fuerza, energía, capacidad y dominio que están por encima de mí para lograr lo que yo no puedo lograr, darme lo que yo no puedo conseguir, guiarme por donde yo no puedo ver, en fin suspender y hacerse cargo de mi enfermedad de la adicción y de la ingobernabilidad de mi vida.
En la segunda parte de la cápsula 7 de Tal como la Ve Bill se hace referencia al Libro Grande, Capítulo IV, Nosotros Los Agnósticos en la parte que expresa: “Encontramos que Dios no impone condiciones muy difíciles a quienes le buscan. Para nosotros, el Reino del Espíritu es amplio, espacioso, siempre inclusivo nunca exclusivo o prohibitivo para aquellos que lo buscan con sinceridad. Nosotros creemos que está abierto a todos los seres humanos.”
Y esto me llama a tener muy presente el Dominio del Espíritu sobre la materia e incluso que no se trata de un determinado dogma, confesión religiosa, filosóficas, metafísicas y/o teológicas, sino que el verdadero encuentro del Reino del Espíritu o Reino de Dios se da dentro de mí al unificar mi intención y fuerza de voluntad a la Voluntad de Dios con el objetivo y propósito de que se Haga Su Voluntad y no la mía.
Que se Haga la Voluntad de Dios es una sugerencia constante a través de la lectura del Libro Grande, del Texto Básico y de los Doce Pasos, incluso de las Doce Tradiciones y de toda la literatura de la recuperación en general; y en mi caso personal entiendo que esto es así porque precisamente la Voluntad de Dios se centra en que yo no beba, no consuma, no realice conductas desordenadas, destructoras, desviadas ni enfermas de mi egoísmo, como padre de todos mis defectos de carácter.
Hacer la Voluntad de Dios es no consumir, en primer lugar, y derivado de no consumir poder trabajar con principios espirituales de sinceridad, humildad, tolerancia, perdón y amor siendo esto la forma de controvertir al “diablo”, al “maligno”, al “malandrín” (“mandarín” como en algunos grupos he escuchado), al enemigo desconcertante, sutil, poderoso, al salteador rapaz, en fin a mis emociones nocivas, dañinas, contradictorias, malignas, mordaces, destructiva, así como a mis pensamientos nefastos, aciagos, adversos, infortunados, funestos, desdichados, siniestros, fatales, trágicos y deplorables.
Cuando he estudiado diferentes posturas religiosas, en su doctrina, enseñanzas metafísicas de vida, filosofía para bien vivir, psicología para liberar la mente, semiología, cuarto camino, terapia de regresión a vidas pasadas, etcétera observo que los principios espirituales para lograr el desarrollo humano son los mismos y que mi gran problema consistió, y en ocasiones consiste, en realmente tener fe que funciona si me conectó con mi Poder Superior, con el Gran Arquitecto del Universo, con el Espíritu Universal, Principio de Perfección, Primera Causa o como quiera que se le denomine, que en mi caso es Dios. Nunca he encontrado en ninguna postura positiva y que tienda al bien que se dirija al ser humano a ser egoísta, a que robe, mate, traiciones, sea infiel, en fin que pueda ofender a sus semejantes (iguales) y a Dios, lo que no quiere decir que no haya sabido de la manipulación para actuar contrario a lo que en el fondo del espíritu se enseña.
En este mismo sentido de que el Poder Superior es uno, como yo lo conciba, y es a quien agradezco mi sobriedad, recuerdo que cuando estaba en preparatoria escuchaba una estación de radio y al comenzar sus transmisiones y al terminarlas el locutor (voz de la estación) decía la siguiente oración, que me llamaba la atención de joven y que ahora cobra vigencia y fuerza en mi concepto de Dios, y que les comparto:
“Hoy tengo que dar las gracias.
Gracias a quien me permite disfrutar de un nuevo día.
Gracias, porque tengo la alegría y la tristeza,
el optimismo y el pesimismo.
Porque puedo estar contento o enojado.
Por el poder de discernir y de elegir.
Porque en mí consiste y sólo en mí, encontrar los alicientes.
Ser feliz debe ser mi meta y luchar contra quienes se opongan.
Para un ceño adusto. . . una sonrisa.
Quitar la careta, y descubrir la verdadera cara de la gente.
Enseñar a quien no sepa que la felicidad… es gratis,
que no hay riqueza que valga, si se es pobre de corazón,
que la pobreza vive… mientras no nace el amor.
Gracias por la vida.
Gracias a Ti, como te llames Señor, que de cualquier forma…
¡Eres el mismo!”
Lo importante realmente es encontrar esa fuerza, energía, capacidad y dominio que están por encima de mí para lograr lo que yo no puedo lograr, darme lo que yo no puedo conseguir, guiarme por donde yo no puedo ver, en fin suspender y hacerse cargo de mi enfermedad de la adicción y de la ingobernabilidad de mi vida si realmente pongo mi voluntad y mi vida a Su cuidado.
Felices 24 horas de mente receptiva.