Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

17 ABRIL

«EL AMOR Y EL TEMOR COMO COSAS OPUESTAS»

Todas estas flaquezas generan el miedo, que es, en sí mismo, una enfermedad del alma.

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 46

“El temor llamó a la puerta; contestó la fe; nadie estaba allí”. Yo no sé quién dijo lo anterior, pero la verdad es que indica muy claramente que el temor es una ilusión. Yo mismo creo la ilusión.

En mi juventud, yo experimenté el temor y pensaba equivocadamente que su mera presencia me hacía un cobarde. No sabía que una de las definiciones de “valor” es la “disposición de hacer lo correcto a pesar del temor”. El valor entonces no es necesariamente la ausencia del temor.

Durante las épocas en que yo no tenía amor en mi vida, con toda seguridad tenía temor. Temer a Dios es tenerle miedo a la alegría. Mirando retrospectivamente, me doy cuenta de que, durante las épocas en que más temía a Dios, no había alegría en mi vida. Según aprendí a no temer a Dios, aprendí también a experimentar alegría.

Del libro Reflexiones diarias
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Temor de ser feliz, temor de dar felicidad, temor que no me deja recibir y gozar del Amor de Dios, temor de aceptar que estoy enfermo de adicción, temor de depender de mi Poder Superior, temor de practicar el Programa, tanto temor que no me dejó ni gozar de la euforia de las copas y que si no lo trabajo no me deja disfrutar de los logros de la sobriedad.

¿Por qué no tenía temor de llevar a la perdición mi espíritu y a la bancarrota mi vida? ¿Ese hubiera sido la clase de temor que me hubiera detenido ante mi primera copa? ¿Me sirve el temor a mis propias elucubraciones mentales? ¿Me lleno de temor por “lo que está fuera de mi control”? No es necesario estar exento de miedo (pues esto solamente lo elimina mi Poder Superior) para pedir el valor para cambiar lo que sí puedo.

Temor de ser feliz, temor de dar felicidad, temor que no me deja recibir y gozar del Amor de Dios, temor de aceptar que estoy enfermo de adicción, temor de depender de mi Poder Superior, temor de practicar el Programa, tanto temor que no me dejó ni gozar de la euforia de las copas y que si no lo trabajo no me deja disfrutar de los logros de la sobriedad.

Cuántas veces confundí el temor de Dios con el temor a Dios, porque el primero me lleva a tener miedo de ofender a Dios, a no amarlo sobre todas las cosas, a no hacer Su Voluntad, en fin el temor de no practicar el Tercer Paso (poner mi vida y voluntad al cuidado de Dios); y en la actividad prefería pensar en un temor a Dios “porque me castigaba”, “porque era injusto”, “porque permitía el mal”, “porque era vengativo”, “porque me negaba lo que pedía” y lo confrontaba con el hecho de que si Dios era así, como podían decir que era amor y no debía temerle. Sin embargo, es más fácil para mí, por mi egoísmo, por “justificar mis actos” manejar una imagen distorsionada del Poder Superior.

Tener un contacto consciente con Dios para conocer Su voluntad y pedir la fortaleza para cumplirla al leer la reflexión de hoy me recuerda: “no me mueve mi Dios para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido, para dejar de ofenderte. Muéveme en fin tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara… No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero, te quisiera.” Con cuánta diferencia de fe, confianza y sinceridad la escribo y la leo ahora, gracias al Programa.

En esta diferencia encuentro una de las respuestas a mi incógnita de ¿cuál era la diferencia de mi Dios con el Dios de AA (NA y/o Grupos de Doce Pasos)?, pues en que debo tener el valor para hacer la Voluntad de Dios, confiando en Él y dejando de discutir, dejando a un lado las ideas que me llenan de temor para paralizarme y no permitirme accionar y por tanto ejercer en la práctica los principios espirituales del Programa, mente abierta, buena voluntad, honestidad, tolerancia, humildad y amor.

En el plano espiritual dar paso al temor considero que es una traición a mi Poder Superior, porque dudo, porque dejo de confiar y doy paso a las discusiones de mi mente obsesiva, porque le abro paso a mi egoísmo, y por el contrario cuando el temor llama a mi puerta y la fe contesta, al abrir la puerta no hay nadie. Esto me demuestra que mis temores son fantasías, ilusiones y que la fe en Dios los desvanece; sin embargo tengo que reconocer que en los momentos difíciles de las aflicciones de la vida no es nada sencillo mantener al cien por ciento el Tercer Paso, mas practicando e insistiendo se va logrando tener una mayor Fuerza Espiritual (FE).

El amor y el temor son cosas opuestas porque el temor es una energía negativa que constriñe, obstruye, sugestiona, abandona, esconde, acapara y destroza. El amor es la energía positiva que propaga, despeja, persevera, descubre, entrega y reconstruye. El temor me hace que me aferre a todo lo que tengo (apego); el amor lo regala (desapego). El temor impide; el amor tolera. El temor atrapa; el amor suelta. El temor atormenta; el amor tranquiliza. El temor agrede; el amor restaura.

Le pido valor a Dios, valor que es resistencia al temor, pues no es ausencia de temor.
El despertar espiritual derivado de haber encontrado a mi Poder Superior y de tener un cambio profundo de personalidad para tener una nueva consciencia es llegar a vivir con un auténtico amor a Dios y a mis semejantes.

Felices 24 horas de amor y sin temor.

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