Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

17 DE SEPTIEMBRE

«LIBERACIÓN DEL TEMOR»

Cuando, con la ayuda de Dios, aceptamos tranquilamente nuestra suerte, vimos que podíamos vivir en paz con nosotros mismos y enseñar a quienes todavía sufrían los mismos temores, que también ellos podrían superarlos. Vimos que la liberación del temor era más importante que la liberación de la necesidad.

-DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 128

Los valores materiales rigieron mi vida por muchos años durante mi alcoholismo activo. Creía que todas mis posesiones me harían feliz; sin embargo, todavía me sentía en quiebra después de haberlas adquirido. Cuando llegué por primera vez a A.A. supe de una nueva manera de vivir. Como resultado de aprender a confiar en otros, empecé a crecer en un poder superior a mí mismo. Tener fe me liberó de la esclavitud de mi ego. Según las ganancias materiales eran reemplazadas por los dones del espíritu, mi vida se hizo manejable. Luego, elegí compartir mis experiencias con otros alcohólicos.

Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

261-105

Aceptamos tranquilamente nuestra suerte, vimos que podíamos vivir en paz con nosotros mismos y enseñar a quienes todavía sufrían los mismos temores, que también ellos podrían superarlos. Vimos que la liberación del temor era más importante que la liberación de la necesidad.

El Paso Doce dice: “Cuando, con la ayuda de Dios, aceptamos tranquilamente nuestra suerte, vimos que podíamos vivir en paz con nosotros mismos y enseñar a quienes todavía sufrían los mismos temores, que también ellos podrían superarlos. Vimos que la liberación del temor era más importante que la liberación de la necesidad.” Cuando leí esta parte donde se hace mención a cómo va surgiendo en mí el temor a la inseguridad económica, y por tanto cómo me vuelvo avaro y sobre todo cómo dejo de lado mi dependencia del Poder Superior hubo una frase que me reflejó absolutamente con mi propia experiencia: “En asuntos de dinero sólo teníamos fe en nosotros mismos, y esta fe no era muy grande.”

Recordé aquel refrán: “Cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana” y que en mi caso aplica porque muchas ocasiones cuando el dinero me falta es fácil que mi amor, mi dependencia y mi fe en Dios se haga a un lado o la tire por la borda, puesto que comienzo z pensar que solamente puedo arreglar la situación yo solo. Al pensar así, en mi caso personal, repito el mismo patrón de pensamiento y conducta que con el consumo cuando creía que yo sí podía controlar, que podía solo, que no requería la ayuda de nadie, mucho menos se me ocurría pensar en un Poder Superior, puesto que mi única referencia a Dios y a solicitarle algo se centraba en mi egoísmo y en mi visión corta para ambicionar que se realizara un acto de magia que me llenara de dinero, de cosas materiales, de amores, de afectos, de relaciones sexuales y de todo aquello que formaba parte de mis deseos y mis pasiones.

En la medida que he puesto mi mayor buena voluntad para vivir los Doce Pasos y practicar la espiritualidad del Programa de recuperación es que puedo trascender momentos álgidos de falta de dinero, de falta de recursos materiales para satisfacer necesidades de mi esposa y de mis hijos, de falta de una reserva prudencial para no sentir inseguridad, en fin para hacer frente a obligaciones y responsabilidades que lo cotidiano de la vida me presentan. Por eso coincido con lo que el Duodécimo Paso me dice: “La importancia económica ya no era nuestro principal objetivo; ahora clamábamos por la seguridad material. Aun cuando estuvimos bien restablecidos en nuestros negocios, esos temores continuaron atormentándonos. Esto nos hizo muy avaros y tacaños otra vez. Debíamos tener una completa seguridad económica.”

Se me olvida que estoy en recuperación y que esto significa poner la mayor atención y cuidado a mi sobriedad, de manera auténtica y genuina, por lo que debo ocuparme de mantenerme abstemio y con equilibrio emocional tomado de la mano y bajo la guía de Dios, quien me cuida, me protege y que especialmente se encarga de liberarme de la obsesión por consumir y eliminar mis defectos de carácter para que yo pueda tener un despertar y un progreso espiritual. Sin embargo, muchas veces quisiera que se encargara de liberarme de mis deudas, de mis compromisos, de mis acreedores, de quienes requieren mis recursos materiales y al mismo tiempo me diera la abundancia financiera, económica y material.

Cuando lo detecto y admito que estoy moviéndome por egoísmo y que estoy traicionando a mi Poder Superior busco corregir y regresar a lo fundamental de creer que Dios me dará el sano juicio que implica mi estabilidad emocional para poder vivir de una manera en que se actualicen los principios espirituales de humildad, honestidad, tolerancia, caridad, generosidad y del desprendimiento que requiero para dejar de centrar mi atención en mí mismo y fijarla en ayudar a otros enfermos de adicción y a los demás.

Al reconocer mi situación y saber que es sólo por hoy, puedo manejar diferente las situaciones de requerimientos económicos y materiales, porque sé que Dios proveerá y que si estoy alerta encontraré la sugerencia y la respuesta que necesito, lo cual contrarresta mi angustia y mi ansiedad proporcionándome tranquilidad en mi interior que se refleja en un estado de serenidad con los demás para encontrar las soluciones y ponerlas en acción. Además, mi padrino y mis compañeros me comparten su experiencia y me regalan su sugerencias para resolver mi situación concreta aunque fundamentalmente lo que primero me llevo es su ejemplo de paz interior aún cuando han vivido momentos de turbulencia emocional porque la carencia de bienes materiales es un tema que generalmente causa estragos en la tranquilidad de los enfermos de adicción, como yo.

Al librar el oleaje de estas tsunamis emocionales puedo darme cuenta que mi propia experiencia será de utilidad para otros que vienen atrás de mí y paradójicamente al compartirla me regalará una mayor fortaleza para vencer los temores de la inseguridad económica, materialista y afectiva y darme cuenta que más que la falta de dinero lo que debo pedir que se elimine de mí, por estas veinticuatro horas, es el miedo a la carencia material.
Por la gracia de Dios hoy no he consumido y por la gracia de Dios hoy me encuentro en equilibrio emocional, así lo demás se dará por añadidura.

Felices 24 horas de liberación del temor.

error: Content is protected !!