Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

17 JUNIO

“EN LO MÁS PROFUNDO DE NOSOTROS MISMOS»

Encontramos la Gran Realidad en lo más profundo de nosotros mismos. En última instancia, solamente allí es donde Él puede ser encontrado… (busca) diligentemente dentro de ti mismo… Con esta actitud, no puedes fallar. El conocimiento consciente de tu creencia te llegará con seguridad.

— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 55

Yo busqué ayuda de A.A. desde las profundidades de la soledad, de la depresión y de la desesperación. Según iba recuperándome y enfrentándome al vacío y la ruina de mi vida, empecé a abrirme a la posibilidad de sanar que la recuperación ofrece por medio del programa de A.A. Asistiendo a las reuniones, manteniéndome sobrio y practicando los Pasos, tuve la oportunidad de escuchar con creciente atención a las profundidades de mi alma. Con esperanza y gratitud esperé diariamente esa creencia segura y amor constante que tanto deseaba en mi vida. En este proceso encontré a mi Dios como yo lo concibo.

Del libro Reflexiones diarias
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En cada hombre, mujer y niño está profundamente arraigada la idea de Dios.

En el Libro Grande, en el Capítulo IV, Nosotros Los Agnósticos, se puede leer lo siguiente: “Habíamos asistido, en una u otra forma de vuelo, a la liberación del espíritu humano; habíamos visto a personas que se elevaban sobre sus propios problemas. Esto era gracias a Dios — decían ellos — y nosotros sólo nos limitábamos a sonreír. Habíamos sido los testigos de una liberación espiritual, pero preferíamos decir que no era verdad.

Al leer este párrafo que coincidía con muchos testimonios que había escuchado en mi Grupo al asistir regularmente a las juntas, me parecía que era una expresión meramente formal sin mayor fondo, como cuando a alguien le sucede una contrariedad, un accidente y automáticamente dice “gracias a Dios no pasó a mayores”; así pensaba que mis compañeros decían que habían logrado trascender sus problemas. Y coincido que internamente muchas veces en mi fuero interno me reía, el tiempo me ha demostrado que cada noche, en cada junta, en las conversaciones con mis compañeros, en el apadrinamiento y en el compartimiento del diario vivir he asistido a la liberación espiritual de muchos compañeros, y cuando tengo aún más abierta mi mente y tengo un acto de humildad no me queda más que reconocer que también he asistido a mi propia liberación del espíritu.

“Nos engañábamos recíprocamente en aquel tiempo, porque en cada hombre, mujer y niño está profundamente arraigada la idea de Dios. Ésta puede estar enmascarada por la desdicha, la vanidad, el culto a otros valores; pero la idea de Dios está ahí; en cualquier forma, siempre está ahí. La fe en un Poder Superior a nosotros mismos y las manifestaciones milagrosas de esta fuerza en la vida de los seres humanos son hechos tan antiguos como el hombre mismo.”

Sin tener presente este párrafo al estar en una junta de Paso Once resulta que compartí con mis compañeros que estaba seguro de que la idea de un Poder Superior (Dios, como cada quien lo conciba) estaba dentro de cada uno y que esto me permitía tener una diferenciación del bien y del mal, porque de otra manera no había explicación para buscar hacer bien y saber que hice mal y por tanto surgieran mis culpas en la actividad, ya que de otra manera si estuviera totalmente convencido de que no hay un Dios, de que no hay nada más allá, en fin que todo es solamente materia no encontraría la razón para no dedicarme a satisfacer plena y totalmente mi ego, sin importar los actos que tuviera que realizar para lograr mis fines, satisfacer mis placeres, mis deseos y mis más mínimos caprichos. Por otro lado si además no hubiera un concepto de Dios, una creencia no me hubiera molestado tanto en pedirle su ayuda cuando me metía en tantos problemas y cuando mis sentimientos de pérdida, de tristeza, de desesperación y frustración hacían su aparición y ya ni con el consumo podía escaparme de ellos. Así mismo, he observado en mi experiencia que si no existiera esa idea de Dios (algún tipo de fe o duda) no habría quienes tan denodadamente se esforzaran para demostrar que no existe. Al ver que lo que a través de ir practicando el Programa coincide con lo que dice el Libro Azul no me queda más que reiterarme que es producto de la experiencia de otros como yo.

“Finalmente, descubrimos que la fe en Dios, sin importar de qué tipo de dios se hable, era parte de nuestra naturaleza, como los sentimientos que experimentamos por un amigo. A veces debimos buscar mucho, pero Él estaba ahí. Su existencia era tan real como la nuestra. Descubrimos [encontramos] la Gran Realidad dentro de nuestra alma. En el último análisis es solamente ahí donde se le puede encontrar [En última instancia, solamente allí es donde Él puede ser encontrado]. Así nos ocurrió a nosotros.

Todo lo que nosotros podemos hacer es despejar un poco el camino para los demás. Si nuestro testimonio le ayuda a librarse de sus prejuicios, lo hace capaz de reflexionar honestamente, lo anima a buscar diligentemente dentro de usted [ti mismo], entonces, si quiere, puede unirse a nosotros en el Gran Camino. Si usted está dispuesto hasta este punto [con esta actitud], no podrá fallar [no puedes fallar]. Necesariamente tomará conciencia de su propia fe. [El conocimiento consciente de tu creencia te llegará con seguridad].

En la historia de la humanidad, de las religiones, del esoterismo y de cualquier ciencia, filosofía, teología y doctrina que ha intentado encontrar la respuesta a ¿qué es Dios, dónde está, cómo es, cuándo surgió y por qué existe?, he podido observar que hubo un momento en que, a mi parecer y a mi capacidad, se ubicó a Dios fuera, en el exterior, en el cielo en el universo, en fin lejano a mí, como ser humano, se dejó la concepción de que Dios está y vive en el interior de mi ser. Con el tiempo he ido observando un cambio en esta tendencia en muchas doctrinas y enseñanzas para el desarrollo humano, la espiritualidad e incluso en la religión; y el Programa desde que nace me ubica para que encuentre a Dios dentro de mí; que con menta abierta y buena voluntad vaya desarrollando mi fe y así descubra mi insospechado recurso interior, la parte divina de mi espíritu que se una a Dios, según yo lo concibo, y de esta manera despierte y pueda mirar en mí, la imagen y semejanza de Dios.

Al darme cuenta, en mi caso, de que mi voz interior, la conciencia, mi parte de la razón que me indica la moralidad y lo correcto es una de las formas en que Dios se manifiesta en mí, tengo que reconocer que al consumir le cierro la puerta y el conducto para que se comunique conmigo y por mi ego también me encierro para no dejar que los otros me hagan saber la Voluntad de Dios.

Al practicar los Doce Pasos y tener un Poder Superior, voy aceptando la creencia que me lleva a la fe de que Dios está en mí, que cuida de mi voluntad y de mi vida, que es quien se hace cargo de mi enfermedad, que es quien elimina mis defectos de carácter, y que es quien si mantengo un contacto consciente me dejará conocer Su Voluntad y me dará la fortaleza para cumplirla.

En la medida que estoy practicando los principios espirituales estoy en posibilidad de adquirir un nuevo estado de conciencia, tener un cambio profundo de personalidad y por tanto fortalecer mi fe para encontrar la certeza de que Dios vive en mí y, en mi experiencia se hace realidad lo que dice la parte final del Paso Once: “En el momento que alcancemos a vislumbrar la voluntad de Dios, en el momento que empecemos a considerar la verdad, la justicia y el amor como verdades eternas y reales de la vida, no nos alterará tan profundamente la evidencia aparente de lo contrario que nos sucede en asuntos de índole puramente humano. Sabemos que Dios vigila amorosamente sobre nosotros. Sabemos que cuando nos acercamos a Él, todo estará bien en nosotros, aquí y en el más allá”.

Felices 24 horas encontrando a Dios en lo más profundo de nosotros mismos.

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