Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
17 MAYO
«… Y PERDONAR»
Bajo circunstancias muy difíciles, repetidas veces he tenido que disculpar a otras personas — y a mí mismo.
— COMO LO VE BILL, p. 268
El perdón a sí mismo y el perdón a otros son solamente dos corrientes del mismo río, ambas obstaculizadas o detenidas completamente por la represa de los resentimientos. Una vez que se abre la represa, ambas corrientes pueden fluir.
Los Pasos de A.A. me hacen posible ver cómo se han ido acumulando mis resentimientos, cortando así ese flujo en mi vida. Los Pasos facilitan el medio por el cual mis resentimientos —por la gracia de Dios, como yo lo concibo— pueden ser levantados.
Del libro Reflexiones diarias
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Bajo circunstancias muy difíciles, repetidas veces he tenido que disculpar a otras personas — y a mí mismo.
Al tener que reflexionar sobre el perdón, me viene el recuerdo de cuántas ocasiones buscaba obtener el perdón y el olvido de mis grandes fallas y de tanto daño causado, ¡cuánto auto-engaño utilizado!, ¡cuántas excusas!, era típico que dijera ¡No he sido yo!, ¡Yo no tengo la culpa!, incluso al justificarme y culpar a otros decir: ¡Ya puedes pedirme disculpas!.
También con la única finalidad de “librar la situación” decir: ¡Perdóname, no fue esa mi intención haberte causado este problema, haberte causado tanto daño, haber hecho esto; discúlpame por haberte lastimando sin querer, por mi estúpida locura! (Locura, que real pero no lo reconocía).
Al traerlo al presente me doy cuenta de la falta de honestidad de mi parte, aunque yo pensaba que era sincero, porque venía el arrepentimiento, el remordimiento y la culpa para masacrarme y entonces intentaba apaciguar la tormenta que desataba, no recapacitaba en la guerra interna que solamente esta librando una más de sus batallas, mas solamente quería no tener consecuencias.
Yo entendía el perdón como algo que requería olvidar a la persona o personas que ha realizado contra mí o con las personas que me importan o simplemente con otros, también lo relacionaba como el hecho de liberar a alguien de una deuda o de alguna obligación que tuvieran conmigo; incluso, sintiéndome juez para pensar que el perdón implicaba liberar a otro de mi castigo; y pensar que, incluso, mi perdón podía absolverlos de su falta (no cabe duda de lo cierto que es la frase de que era el dios de mi propia razón).
El resentimiento es, para mí, la primordial de las dos cargas más pesadas que puedo llevar, pues la otra el temor que muchas veces me causa resentimiento, pues físicamente me causa un daño mental y emocional que alimenta a mi enfermedad de la adicción, me deprime y espiritualmente me detiene, me estanca y me obstruye en mi desarrollo anímico, psíquico, sensible y espiritual, y por consecuencia hasta en el material. Por esto necesito aprender, ensayar y practicar a perdonar pues es muy importante y trascendente ya que es sanador y es algo posible, sobre todo con la ayuda de mi Poder Superior.
Entiendo que la idea del perdón es dejar, soltar, abandonar y desprenderme del dolor y del sufrimiento, terminar con ese ciclo en que me encierra el arrepentimiento y la culpa sumadas a la continua auto-conmiseración (resentimiento conmigo mismo), por eso tengo que aplicarme en los principios que me regalan los Doce Pasos para perdonarme y perdonar a los demás, y de la misma manera adquirir la fortaleza y el acto de humildad para solicitar perdón a otros por el agravio, trastorno, privación y daño causado o el que creo que le he podido ocasionar.
El perdón dirigido a mí mismo es fundamental, básico e imprescindible, lo requiere mi esencia, y hacerlo me permite liberarme de mi propia condena dictada por la culpa, dejar a un lado las fantasías creadas por mis propias expectativas y esa necedad de querer ser perfecto (el mito de la perfección).
En la medida que me he ido perdonando he ido logrando ir formando una auténtica autoestima y esto me ha ayudado a poder seguir más fácil el Programa y de esta manera abrir mi mente y tener mejores sentimientos hacia los demás.
El resentimiento me mantiene preso y enganchado a las personas, a las situaciones que no estoy dispuesto a perdonar, incluso en aquellos casos que las personas ya no están en mi vida ni este mundo, pues al estar resentido genero una serie de pensamientos de odio, de desquite, de revancha y de venganza, que solamente me contaminan, infecta y corrompen, y si los dejo vivir realmente intoxican mi vida en seco o me llevan a la intoxicación por el consumo, y sé por propia experiencia que estos rencores, antipatías, aversiones y tirrias con otras personas, instituciones y principios me hacen estar en una persistente agonía, angustia, desconfianza, amargura y muerte espiritual, además de que me va creando el temor de volver a sufrir, a ser lastimado, a ser ofendido y a ser objeto de indiferencia.
Cuando leo en Tal como la Ve Bill W. “Bajo circunstancias muy difíciles, repetidas veces he tenido que disculpar a otras personas — y a mí mismo.” (Carta de 1946) no puedo dejar de repasar y reflexionar que el perdón no es un simple elemento para eximir de culpa a quien me ha lastimado u ofendido, pues el perdón es un componente esencial en mi recuperación que me va librando de la amargura y del sufrimiento que se ha ido inculcando en mi espíritu, tanto que siguiendo las sugerencias del Programa y muy especialmente al practicar con autenticidad y sinceridad el Quinto Paso he decidido perdonar a personas, que no siquiera están ligeramente arrepentidos de haberme ofendido, de haberme causado daño, de ofender y dañar a quienes amo, y he podido hacer esto al librarme de resentimientos y tener la intención firme de perdonar, con lo que paradójicamente yo quedo libre en mi interior, obtengo tranquilidad, serenidad y abono en mi intento, de veinticuatro horas, de vivir bien.
El perdón de ninguna manera elimina las consecuencias de quien ha sido mi victimario, mi ofensor (mi maestro de vida), sino que en realidad me hacer ser libre a mí de las ataduras del resentimiento, y sobre todo en alguien, enfermo de adicción como yo, es una necesidad decidir perdonar para realmente poder tener un cambio profundo de personalidad gracias a ir liberando todas estas cargas inservibles que me han tenido anclado y amarrado, por mi propio gusto y decisión, a vivir mal.
En este esfuerzo de un día a la vez intento accionar en el sentido de tener una actitud de no criticar, ni ofender, ni agredir a las personas que me han ofendido e intento practicarlo con quienes me lastiman y ofenden (gracias a la oración), aunque esto en mi caso no ha significado que deje de sentir, en recuperación curiosamente siento más porque no tengo la anestesia del consumo, pues entiendo que mi capacidad de caridad, misericordia, condolencia, consuelo y comprensión nace del perdón.
Felices 24 horas de perdón a mí mismo y perdón a los demás.