Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
18 ENERO
«¿TE AYUDARÍA UN TRAGO?»
Al repasar nuestros historiales de bebedores, podíamos demostrar que, años antes de darnos cuenta, ya estábamos fuera de control, que incluso entonces nuestra forma de beber no era un simple hábito, sino que en verdad era el comienzo de una progresión fatal.
— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 21
Cuando yo todavía estaba bebiendo, no podía responder a cualquier situación de la vida como lo hacía otra gente más sana. El más pequeño de los incidentes me producía un estado de ánimo tal que creía necesario tomarme un trago para adormecer mis sentimientos. Pero el adormecimiento no mejoraba la situación, así que tenía que buscar nuevo escape en la botella. Hoy tengo que estar consciente de mi alcoholismo. No puedo darme el lujo de creer que yo he adquirido control sobre mi forma de beber — o pensar otra vez que he reconquistado el control de mi vida. Tal sentimiento de control es fatal para mi recuperación.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.
Cuántas personas dijeron de mí: “es buena persona lástima que sea borracho”, y yo que creía que un trago lo arreglaba todo.
Mi primer copa me dejó pegado a la silla, no sentí euforia, no me mareé, simplemente no pude levantarme por largo rato, fui me mojé la cara y ni siquiera pude quedar bien con esa niña que me gustaba, yo tenía trece años.
Volví a beber cuando estaba en preparatoria y lo hice para comenzar a socializar, a poder interactuar con las mujeres, en fin para vencer mi timidez, mi inseguridad, para “tomar valor”.
Hoy sé que por esas mismas emociones negativas ingerí mi primer trago y que por esas mismas emociones negativas alimentadas por mi egoísmo siempre busqué evadirme de la realidad y ver el mundo del color del cristal por el que miraba, que no era otro que del cristal de la botella y de las copas.
Yo estaba fuera de control desde el inicio porque el efecto que la bebida hizo en mí nunca fue bueno, siempre traía esa sensación de “liberación”, de una euforia alcohólica, un estado de ánimo alterado, que muchísimas veces mostraba una cara “agradable” o “chusca” con los demás pero agresiva, violenta, desconsiderada, ofensiva, dolorosa y de mucho sufrimiento para mi familia y personas cercanas.
Creía que “ahogaba mis penas”, pero aprendieron a nadar y entonces con la locura de hacer lo mismo y pensar que obtendría resultados diferentes volvía a beber. Quizá si bebía más, si bebía menos, si cambiaba de manera de beber, si cambiaba de bebida, si cambiaba de ambiente, entonces sí “ahogaría mis penas” y “dejarîa salir toda mi genialidad”.
Cuántas personas dijeron de mí: “es buena persona lástima que sea borracho”, y yo que creía que un trago lo arreglaba todo.
Ahora sé que no tomar el primer trago evita que se desate en mí la alergia que se muestra en una compulsión y cómo soy impotente no tengo autocontrol, pues precisamente mi enfermedad tiene como característica mi falta de poder. También sé que no puedo tener auto confianza sino que debo dejar que mi Poder Superior sea quien me libre diariamente de la obsesión por beber.
Hoy en nada ayudaría un trago y sí destruiría lo poco que he reconstruido y sería un reto abierto contra mi Dios.
Felices 24 horas.