Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
19 FEBRERO
«NO SOY DIFERENTE»
Al principio, pasaron cuatro años antes de que A.A. llevara la sobriedad permanente tan solo a una mujer alcohólica. Como los del alto fondo, las mujeres también decían que eran diferentes… El borracho de los barrios perdidos decía que era diferente y lo mismo decían los artistas, los profesionales, los ricos, los pobres, la gente religiosa, los agnósticos, los indios, los esquimales, los soldados veteranos y los presos… hoy en día, todos ellos hablan de lo mucho que nos parecemos todos los alcohólicos cuando reconocemos que hemos llegado a la hora de la verdad.
— COMO LO VE BILL, p. 24
Yo no puedo considerarme diferente en A.A.; si lo hago me aíslo de otros y del contacto con mi Poder Superior. Si me siento aislado en A.A., no es culpa de los otros. Es algo que yo he creado por sentirme de algún modo “diferente”. Hoy practico ser simplemente un alcohólico más en la Comunidad mundial de Alcohólicos Anónimos.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.
Mis emociones y pensamientos negativos y erróneos me hacían aplicar la frase de Miguel Ángel Buonarroti “Desde que amanece el día puedo pensar: hoy he de encontrarme con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un envidioso y un egoísta“ y en mi grupo con mayor razón; ahora pienso lo mismo pero con un enfoque diferente porque puedo encontrar todo eso en la calle, no en mi grupo ni entre mis compañeros, y sea donde quiera que lo encuentre mi actitud es muy distinta porque aplica la tolerancia, la comprensión y porque permito que Dios sea el que actúe y me presente, por veinticuatro horas, el sano juicio necesario para vivir bien mi día.
Cuando la situación en mi vida me orilló a acudir a AA, tenía la arrogancia de pensar que había llegado por mi propio pie y que había sido mi decisión, además yo llegué sin estar bebido, crudo, así como con ningún problema de salud físico; eso me hacía sentir que era diferente a la gran mayoría de mis compañeros, pues además yo no tenía en mi historial ningún tipo de experiencia de haber tomado durante días, la imperiosa necesidad de seguir bebiendo para evitar una cruda, de hecho ya no me daban crudas, y no había perdido todo en lo material. Aparentemente mi problema con el alcohol era diferente. Esto no me permitía lograr ese sentido de pertenencia.
A lo anterior se sumó que comencé a ir a un grupo en el cual no me fue muy bien y esto reforzaba mi idea de que era diferente, sentía que no podían entender mis problemas porque, al compararlos con los suyos, seguramente les parecían nimiedades tanto que varias veces me dijeron “te subiste a la rueda de la fortuna te mareaste y te viniste para acá”; esto me molestaba porque para mí las consecuencias que había en mi vida eran muy graves.
Entonces, yo comencé a sentirme diferente y a compararme, lo cual fue desastroso porque de ninguna forma tendía ese puente de comprensión. Hoy sé que lo que estaba haciendo era quedarme con lo negativo, con aquello que no me servía y por eso no estaba a gusto en AA, y esto era porque mi mente se defendía de reconocerme como un alcohólico más, de esta manera también me venía el pensamiento de que era probable que ni siquiera fuera un adicto al alcohol.
Con el tiempo, tuve que darme cuenta que lo importante es el fondo emocional endeble y negativo con el que me reconozco y encuentro con todos mis compañeros, pues mi enfermedad de la adicción, en su naturaleza, encuentra perfecta pertenencia con mis compañeros y paulatinamente fui encontrando que había experiencias muy similares a las mías. No cabe duda de la verdad que representa esa parte del Libro Grande que expresa que las situaciones son las mismas que lo único que cambia es el escenario.
A medida que han transcurrido varias veinticuatro horas, he ido aprendiendo a mirarme en cada recién llegado, en cada compañero que recae y regresa, en los estadistas, en los “chicarcones”, incluso en aquellos que son “fuera de serie”, pues el fondo de la enfermedad es la misma y hoy no me interesa saber si hay grados o no de la enfermedad, puesto que mi enfermedad de la adicción es terminal y muy grave (incurable, progresiva y mortal) .
Algún día le pedí a Dios ser “especial” y me lo cumplió: ¡Me hizo alcohólico!, y de esta tragedia en mi vida me he levantado desde el fondo de mi sufrimiento, de mi miseria humana y de mi decadencia de espíritu para renacer de mis propias cenizas, aprendiendo a bien vivir y a caminar paso a paso en mi despertar espiritual.
He experimentado que AA, NA y los Grupos de Doce Pasos son el lugar de reunión para nuestro malestar común y para llevar el mensaje de que hay una solución al adicto y/o enfermo de sus emociones negativas que aún está sufriendo; y que este objetivo es tan poderoso que en cada junta está Dios, solamente hay que tener la mente abierta, a que se refiere el Segundo Paso, para descubrirlo.
Felices 24 horas de pertenencia