Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

20 MARZO

«EL AMOR Y LA TOLERANCIA»

El amor y la tolerancia para con otros son nuestro código.

— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 84

Me he dado cuenta de que tengo que perdonar a otros en todas las situaciones a fin de mantener un verdadero progreso espiritual. Puede que, a primera vista, la importancia vital del perdón no me resulte obvia, pero mis estudios me dicen que todo gran maestro espiritual ha insistido fuertemente en ello.

Tengo que perdonar las injurias, no solamente con palabras, o por cumplido, sino con mi corazón. No hago esto en beneficio de la otra persona, sino por el mío propio. El resentimiento, la ira o el deseo de ver que alguien sea castigado, son cosas que corrompen mi alma. Tales cosas me encadenan a mis dificultades. Me atan a otros problemas que no tienen nada que ver con mi problema original.

Del libro Reflexiones diarias
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En la actividad no procuraba el amor auténtico ni mucho menos la tolerancia, y con la práctica he ido aprendiendo, un día a la vez, a abrirme al amor para llenarme de esperanza y evitar vivir una existencia sin sentido.

Se dice y se oye fácil que el amor y la tolerancia son el código de los adictos en recuperación, porque son dos principios espirituales importantes que el Programa intenta inculcarme para vivir bien, y sé que solamente puedo hacerlo si hago la oración suficiente e intento practicarlo lo mejor posible cada día. Normalmente pienso en el amor como la máxima virtud, valor o sentimiento que existe puesto que mi concepción de Dios va ligada a que es el máximo y supremo ser de amor, por tanto me ponía referencias muy grandes para entenderlo y he tratado de simplificarlo para hacerlo, en mi caso personal, más fácil de vivir y aplicar, por lo que he aprendido a entender que parte de la gran valía que tiene el amor es tener como finalidad el bien común, el perfeccionamiento propio y el de los demás; tenerlo y sentirlo de tal manera que pueda ir por la vida sin rencores, perdonando mis errores y las fallas de los demás porque lo que sí me queda claro es que contrario al amor es la venganza, el engaño, los sentimientos de culpa y el sufrimiento que me causo a mí mismo y que provoco o puedo provocar en los demás.

Le pido a mi Poder Superior que me permita desarrollar el amor: al vivir tratando de ser feliz; al vivir tratando de ser consciente de hacer el bien, sin causar daño ni a mí ni a los demás; cuando doy reconocimiento a los que actúan bien sin aprovecharme ni engañarlos; cuando aprecio mi interés propio pero respeto los intereses y derechos de todos; cuando hago el intento sincero de dar afecto incondicional a todas las personas; cuando reconozco que el amor es una expresión de la esencia humana; en fin cuando le pido a Dios que me quite y me aleje del odio, la envidia, la soberbia, la cerrazón.

En la actividad no procuraba el amor auténtico ni mucho menos la tolerancia, y con la práctica del Programa he ido aprendiendo, un día a la vez, a abrirme al amor para llenarme de esperanza y evitar vivir una existencia sin sentido.

A través del amor que me enseñan los Doce Pasos puedo entender el principio espiritual de crear y sustentar relaciones interpersonales con dignidad y profundidad.  De esta manera el amor espiritual me lleva al silencio, y éste tiene el poder de unir, guiar y liberar mi espíritu, logrando una ecuanimidad entre mi espíritu (emociones) y mi mente. Si mi amor además tiene como fundamento la fe que me enseña el Programa, me regala la posibilidad de crear una base fuerte para la acción correcta.

Para mí, sólo por hoy, el amor emana de la verdad y de la sabiduría de los Doce Pasos y de todo el Programa, permitiéndome tener una nueva conciencia de que si hay un amor real basado en la sugerencias sabias que han plasmado todos mis compañeros a través del tiempo en esta Fraternidad de la recuperación y poder observar cómo se rebelan  los secretos de la vida.

Cuando prevalece el amor espiritual, es imposible que haya enemistad, odio, ira o celos. Las emociones negativas se transforman en positivas gracias a la serenidad del amor. En el amor espiritual hay armonía, ya que el amor elimina las tendencias a controlar o a ser dependiente, y asegura la bondad, el cuidado y la comprensión amistosa.

La literatura, mi padrino, los compañeros, las juntas y todo lo que implica la unidad, recuperación y servicio me han ido enseñando y habilitando que al entender el amor como un principio espiritual y poner por amor mi voluntad y mi vida al cuidado de Dios, me afecto menos con las circunstancias adversas y con ello voy aprendiendo a ser tolerante.

En mi experiencia, el Programa me invita a ser tolerante de tal manera que pueda aplicar el principio de atracción a través de vivir con buena voluntad y con una mentalidad abierta, aceptando y acomodando en mi vida a los otros de manera genuina, de esta forma las relaciones de AA, NA y Grupos de Doce Pasos florecen, entre los compañeros y los recién llegados.

He experimentado que el propósito de la tolerancia es la coexistencia pacífica. La semilla de la tolerancia y la del amor se plantan con compasión y cuidado, que es lo que AA ha hecho por mí, y por ello he aprendido a ser afectuoso pues paradójicamente entre más comparto ese amor trabajando con los demás, mayor es la fuerza del mismo. He tenido que aprender de mis propios errores que cuando hay carencia de amor, hay falta de tolerancia.

La principal tolerancia que le pido a mi Poder Superior es la tolerancia a la frustración para no caer en el temor, el abatimiento y la depresión, pues los exámenes de tolerancia, en mi caso personal, se presentan todas y cada una de las veinticuatro horas de mi vida. He aprendido de mis compañeros que quienes aprueban tienen a menudo la conciencia de apreciar lo bueno de las personas y de las situaciones. En mi caso, que recibo calificaciones bajas, normalmente me llevan a tener una actitud de desaprobación y censura que me roban la serenidad.

El Programa me sugiere que la tolerancia hace que desarrolle la habilidad de adaptarme a los problemas de la vida cotidiana para liberarme de los inconvenientes de la vida y avanzar en mi progreso espiritual, para lo cual me inculca, en cada una de las juntas, en los compartimientos, en el tratamiento continuo, la capacidad de aprender a escuchar y aceptar a los demás, porque el espíritu de la tolerancia es el arte de ser feliz en compañía de otros.
Tolerar la frustración significa ser capaz de afrontar los problemas y limitaciones que me encuentro a lo largo de mi vida, a pesar de las molestias o incomodidades que me causan. Por lo tanto, se trata de una actitud y como tal,  con la practica sincera y auténtica de los Doce Pasos se puede desarrollar.

Aprender a tolerar la frustración requiere paciencia, algo que no tiene tanto que ver con la necesidad o los tiempos de espera, como con la fortaleza para enfrentar el dolor sin perturbarme emocionalmente. Si no soy capaz de tolerar la más mínima molestia, contratiempo o demora en la satisfacción de mis deseos, mi vida se llenará de tragedias innecesarias, que me estresarán y me harán sentir insatisfecho, y esto es porque olvido que Dios está a cargo y Él tiene sus tiempos. Con el ejemplo de mis compañeros tengo probado que la vida de los que han aprendido a tolerar las frustraciones resulta más agradable, incluso menos apremiante o estresante, pues convierten los problemas en oportunidades de desarrollar su espiritualidad, al tener mejor aceptación de las aflicciones, la adversidad y la incomodidad, sin dejar que esto los perturbe de manera excesiva más allá del momento. La tolerancia es practicar con fe y auténticamente el Tercer Paso para que Dios resuelva, lo que es mejor para mi vida.

La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que a las cosas que no dependan estrictamente de uno hay que darles tiempo, por so tomar con calma el dar cada uno de los Doce Pasos y vivir el Programa por un día a la vez, es una aventura que requiere de paciencia.

Con el paso del tiempo dentro de AA he entendido que ser tolerante es soportar algo que me molesta sin quejarme y ser paciente es esperar con calma sin estar apresurado.

Con amor me pongo en la posición del otro para comprenderlo, consolarlo, para prestarle por un momento la razón y de esta forma ser tolerante; y con paciencia saber que poco a poco se va lejos en el Programa si me grabo que Primero (Amar) es lo Primero (Tolerar).

Actuar con amor y tolerancia es aprender una gran lección de hermandad espiritual (que AA me ha inculcado), entendiendo que todos los seres humanos debemos sentir amor unos hacia los otros porque somos hijos del mismo Padre, trabajamos para el mismo Jefe y nos guía el mismo Director, como cada quien lo conciba.

Felices 24 horas de amor y tolerancia.

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