Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

21 ENERO

«SERVIR A MI HERMANO»

El miembro A.A. le habla al recién llegado no con un espíritu de poder sino con un espíritu de humildad y debilidad.

— A.A. LLEGA A SU MAYORÍA DE EDAD, p. 279

Según pasan los días en A.A., le pido a Dios que dirija mis pensamientos y las palabras que digo. En esta labor de participación continua en la Comunidad, se me presentan muchas oportunidades de hablar. Así que suelo pedir a Dios que me ayude a vigilar mis pensamientos y mis palabras, para que sean un fiel y apropiado reflejo de nuestro programa; a enfocar de nuevo mis aspiraciones en la búsqueda de su orientación; que me ayude a ser verdaderamente amoroso y bondadoso, útil y consolador y, no obstante, siempre lleno de humildad y despejado de toda arrogancia.

Tal vez hoy tenga que enfrentar las palabras o actitudes desagradables típicas del alcohólico que aún sufre. Si esto ocurriera, haré una pausa para centrarme en Dios, para así poder reaccionar desde una perspectiva de compostura, fortaleza y sensibilidad.
 

Del libro Reflexiones diarias
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Cuando hablo con un recién llegado es importante que tenga presente que padecemos la misma enfermedad.

Muy buen día. El servicio, uno de los tres legados, es algo indispensable para la recuperación, no se requiere tener uno en específico para poder realizarlo, de hecho el primer servicio es conmigo mismo al ir a mi junta porque me abro a la posibilidad de recibir la guía de Dios a través de mis compañeros; además tengo la oportunidad de ser un conducto al usar la tribuna, al participar en las juntas de estudio, al coordinar las juntas, en fin estar en posibilidad de extender mi mano a otro que necesité ayuda, lo que curiosamente se transforma en un reforzamiento para mi recuperaciòn.

Cuando hablo con un recién llegado es importante que tenga presente que padecemos la misma enfermedad, que el hecho de que yo no consuma o lleve más tiempo sin consumir no me hace superior, en realidad mi abstinencia es por gracia de mi Poder Superior y si tengo algo de sobriedad de buena calidad no es más que el milagro que Dios obra en mí.
Cuando hago un compartimiento le pido a Dios me otorgue las palabras y el don de transmitirlas para ayudar a otro adicto que está sufriendo o a otro enfermo de sus emociones negativas para sugerirle lo que enseña el programa , para poder compartir experiencia, fortaleza y esperanza.

Más de una vez he pasado el mensaje y no he obtenido ningún resultado, han sido indiferentes, han sido evasivos, incluso han sido ofensivos y esto sirve para recordarme la negación en que viví, en el desprecio que sentía por AA sin siquiera conocer, en lo que dilapidé la dádiva en pos del “éxito material”.

Encomendarme a Dios y con humildad solicitar su asistencia para que actúe a través de mí y en mí es la mejor forma de darle el correcto sentido a mis emociones, pensamientos y palabras para los recién llegados, para los compañeros e incluso para los veteranos.

Pedirle a Dios que mientras transmito el mensaje del programa me libere de mis defectos de carácter, en fin en libere de mí mismo para ser y hacer lo que Él quiere para mí y los demás.

Felices 24 horas de servicio.

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