Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

24 MAYO

“FELIZ, ALEGRE Y LIBRE”

Estamos seguros de que Dios quiere que seamos felices, alegres y libres. No podemos endosar la creencia de que la vida es un valle de lágrimas, aunque en ocasiones haya sido justamente eso para muchos de nosotros.

Pero es bien claro que nosotros mismos forjamos nuestra propia desgracia. Dios no lo hizo. Por lo tanto evite forjar deliberadamente una desgracia; pero si se presentan dificultades, aprovéchelas como oportunidades para demostrar la omnipotencia de Él.

— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 133

Durante años yo creía en un Dios castigador y lo culpaba a Él por mi desgracia. Me he dado cuenta de que debo dejar las “armas” de mi ego a fin de tomar la “herramienta” del programa de A.A. No me resisto al programa porque es un regalo y yo nunca me he resistido a recibir un regalo. Si algunas veces sigo resistiéndome, es porque todavía estoy aferrado a mis viejas ideas y “…el resultado es nulo”.

Del libro Reflexiones diarias
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Tengo que reconocer que se dice fácil que a la adversidad deba verla como una oportunidad porque emocionalmente no es fácil lidiar con ella, porque es un trabajo constante poner en práctica la fe que se achica e incluso desaparece si no pongo la acción y obras para sostenerla.

En el Libro Azul, en el Capítulo IX, La Familia y La Recuperación expresa: “Estamos seguros de que Dios quiere que seamos felices, alegres y libres. No podemos endosar la creencia de que la vida es un valle de lágrimas, aunque en ocasiones haya sido justamente eso para muchos de nosotros. Pero es bien claro que nosotros mismos forjamos nuestra propia desgracia. Dios no lo hizo. Por lo tanto evite forjar deliberadamente una desgracia; pero si se presentan dificultades, aprovéchelas como oportunidades para demostrar la omnipotencia de Él.”

He aprendido de otros compañeros que el primordial detonador de mis defectos de carácter es mi egocentrismo (mi mundo centrado en mí mismo), ya que dejo de tener fe y entonces le doy lugar al temor, sea de perder algo que tuve, de no lograr algo que deseo, de que me quiten lo que tengo, de no ser apreciado como quiero y de esta forma vuelvo a vivir con un pensamiento y actitud de exigencias que no se cumplen, que no son satisfechas y esto hace que surjan mi desazón, mi angustia, mi enfado, mi inquietud, mi ansiedad, mi pérdida, mi desilusión, mi frustración y mi desesperación.

Por eso el Programa de recuperación me ha ido enseñando que no tendré sosiego, armonía y conciliación conmigo mismo y con los demás a menos que con humildad y poniéndome en acción practique todos y cada uno de los Doce Pasos siempre con el objetivo de unificar mi intención a la voluntad de Dios y realizarla, de esta manera reduzco y limito mis peticiones, reclamos y exigencias.

Por eso una vez que he estudiado, practicado, dado y ejercido formalmente el Cuarto y Quinto Pasos estoy enteramente dispuesto para que Dios me libere de mis defectos de carácter y posteriormente poder pedir humildemente que Dios se lleve mis desperfectos, desviaciones, carencias y deterioros de mis emociones negativas y mis nocivos pensamientos así como mis ruines actitudes.

En mi grupo, con mis compañeros y siguiendo las sugerencias de mi Padrino, todo con base en el Programa de recuperación, me ha guiado a aprender a no exigirle a la vida posibilidades y perspectivas fuera de la realidad, inclusive más allá de la imaginación y de la fantasía, que por su dimensión y mi capacidad no puedo ni estaré posibilitado de obtener y alcanzar.

Así mismo he tenido que rendirme ante la impotencia de no poder controlar a otras personas y por tanto no hacerles demandas excesivas, fundamentalmente para que yo no caiga en el enojo, en la decepción, en la tristeza, en la desesperanza, en la desesperación, en fin en la depresión que implica no lograr lo que quiero satisfacer egoístamente, por lo que uno de mis servicios importantes conmigo mismo es estar siempre en acción con los principios espirituales para no desalentarme, abatirme, desanimarme, agobiarme, apocarme y decaerme.

Cuando medito en que yo soy quien fabrica mi propio infortunio puedo comenzar a tener una concepción de Dios que me permite acercarme a Él con confianza y esto me da la posibilidad de convertirme y aceptar los principios espirituales del Programa, puesto que dejo de lado las ideas erróneas que adquirí y escuché por muchos años, de otros tantos seres humanos que me precedieron, respecto de que la voluntad de Dios es que me vaya mal, es que sufra, es que me abandonen, es que esté solo, es que pase miseria, en fin es que tenga muchos problemas y sufrimientos porque eso forma parte del amor oblativo (ofrenda y sacrificio que se hace a Dios) y que si lo mal entiendo me engaño pensando que si dios sufrió por mí, yo debo sufrir por él, sacrificarme, martirizarme y sufrir como pago a su “amor”.

Gracias a ir adquiriendo un nuevo estado de conciencia he podido despertar para concebir a Dios de manera distinta, ahora ya no pienso que si me quedé sin dinero, que si tengo deudas, que si no logré una relación, que si alguien muere, ¡es la voluntad de Dios!; y también he dejado de pensar que si logro un negocio, si me llega una buena idea, si tengo beneficios materiales, incluso si me mantengo sobrio es el resultado de mi gran inteligencia, de mi capacidad, de mi buena suerte incluso de mi auto-disciplina.

A mis compañeros les digo, como un ejemplo al absurdo, que si alguien fallece “es la voluntad de Dios” pero si me saco la lotería nadie me dice eso, sino “qué buena suerte tienes”, ¿por qué lo negativo, perjudicial, nocivo, dañino así como cualquier hecho o acto que me haga sufrir y padecer “es la voluntad de Dios? y ¿por qué lo positivo, benéfico, saludable, benigno, así como cualquier hecho que me complazca, regocije y alegre “es buena suerte o resultado de mí mismo”?

Que contundente es esta línea del Libro Grande “Estamos seguros de que Dios quiere que seamos felices, alegres y libres.” , me permite recapacitar y asumir mi responsabilidad en la vida, dejar de echarle la culpa a Dios por mis propios errores, por las consecuencias de mis actos sea intoxicado o no, sean en consumo o no, sean en cualquier etapa de mi vida, o “sean mi destino”, por eso al hacer mi inventario personal tengo la herramienta necesaria para irme descubriendo, para irme enfrentando a mí mismo, para auto-conocerme, para poder detectar los defectos de mi carácter y ver el resultado que han tenido en los hechos y actos concretos de mi vida.

Ya llegará el momento de admitirlo ante Dios y ante otro ser humano para que puedan ayudarme a encontrar la naturaleza exacta de mis desperfectos emocionales, mentales y espirituales.

Tengo que reconocer que se dice fácil que a la adversidad deba verla como una oportunidad porque emocionalmente no es fácil lidiar con ella, porque es un trabajo constante poner en práctica la fe que se achica e incluso desaparece si no pongo la acción y obras para sostenerla. Así, sabiendo lo complicado de lidiar con las aflicciones con mayor razón no debo ser yo quien las origine y las cause para mí mismo y quienes me rodean por lo que debo apegarme más a conocer y hacer la Voluntad de Dios y aprender a dejar mi voluntad y mi vida a Su cuidado, creyendo y fiándome de que ¡Él sí tiene el poder!

Sólo la disponibilidad, el servicio, la atención a los compañeros y a los demás (prójimo) abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y lo mucho que me ama. Para mí la coincidencia y el encontronazo con el Poder Superior adquiere realismo y profundidad exacta y precisamente en el servicio a los otros. Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un precepto único.

No se trata de una prescripción externa que me impone lo imposible, sino una experiencia de amor que por su propia esencia ha de ser compartida, porque el amor crece a través del amor, y esto es junto con la tolerancia el Código que me han enseñado en el Programa de recuperación.

Felices 24 horas feliz, alegre y libre.

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