Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

25 ABRIL

«ENTRAR EN UNA NUEVA DIMENSIÓN»

“En las últimas etapas de nuestras carreras de bebedores, se nos desvanece la voluntad de resistir. No obstante, cuando admitimos la derrota absoluta y estamos totalmente dispuestos a ensayar los principios de A.A., se nos desvanece nuestra obsesión y entra- mos en una nueva dimensión — la libertad bajo Dios como nosotros Lo concebimos.

— COMO LO VE BILL, p. 283

Me siento afortunado por estar entre aquellos que han tenido esta asombrosa transformación de sus vidas. Cuando entré por las puertas de A.A. solo y desesperado, había sido tan golpeado que estaba dispuesto a creer cualquier cosa que oyera. Una de las cosas que oí fue, “Esta puede ser la última resaca de tu vida, o puedes seguir en el círculo vicioso”.

Obviamente, el hombre que dijo esto estaba en una condición mucho mejor que la mía. Me gustó la idea de admitir mi derrota, y desde entonces he estado libre. Mi corazón escuchó lo que mi mente nunca pudo oír: “Ser impotente ante el alcohol no es una gran cosa”. ¡Yo estoy libre y agradecido!

Del libro Reflexiones diarias
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Es curioso y paradójico que al reconocer que soy impotente pueda ir adquiriendo mi independencia.

Cuando conozco A.A. empiezo por observar a mis compañeros y no tengo duda de que ellos han tenido un cambio importante en su vida, por lo pronto no están bebiendo ni consumiendo nada.

Al principio realmente no tengo ni idea ¿cuál fue el cambio?, ¿cómo le hicieron?, ¿cuál es la receta?, ¿qué se hace con los Doce Pasos?, ¿por qué tanta insistencia en hablar de Dios o de un Poder Superior?, ¿por qué en las juntas no se habla exclusivamente de los problemas cuando se bebe?, ¿por qué dicen que solamente una vez se menciona la palabra alcohol?, ¿acaso mi alcoholismo no es la enfermedad, si es lo que yo identifico como mi problema al beber?.

Cuando comienzo a escuchar sus compartimientos, tomo la decisión sincera de leer detenidamente el Libro Grande, el Texto Básico y los Doce Pasos, voy entrando a una nueva dimensión porque me enfrento a que el Programa es evidentemente espiritual, que dejar de consumir es necesario para iniciar pues de otra forma no estoy en capacidad de entender y mucho menos practicar y vivir las sugerencias que me proporciona la experiencia de la literatura, la fortaleza de mis compañeros y la esperanza de cada día.

Esta parte de la Carta de 1966 de Bill W., en la cual me describe cómo fue mi última etapa de la bebida me demuestra que sabe de lo que está hablando, que lo vivió y que al igual que yo millones de enfermos de adicción hemos visto desvancerse la voluntad de resistir, no hay fuerza de voluntad que funcione ante la obsesión y la compulsión por consumir. Me reitera la parte del Libro Azul y del Primer Paso en que hace énfasis en mi impotencia ante la sustancia y/o la conducta, recordándome que únicamente cuando reconozco que no puedo, que admito que estoy derrotado, que cada vez que intenté ganarle a la sustancia perdí es que estoy listo para recibir ayuda, porque quizá no tenga el mínimo de fortaleza ni de humildad para pedir ayuda.

Admitir mi impotencia, mi ingobernabilidad de vida hace que mis defensas mentales e incluso mis resistencias emocionales caigan y pueda producirse un acto de la Providencia para que detenga mi obsesión, puesto que yo nunca pude dejar de consumir por mis propios medios, lo que me lleva a creer que solamente un Poder Superior puede devolverme el sano juicio (una manera correcta de pensar y una manera adecuada de sentir) y que este sano juicio, que empezará por el sentido común, me ayude a poder ir entendiendo, practicando y viviendo el Programa, dejando a cargo de mi enfermedad a Dios, quién hará a un lado la obsesión a través de la contención de mis juntas, de mi grupo, de mis compañeros, de mi padrino y yo tendré la buena voluntad de permitirle me regale, por veinticuatro horas, no consumir y comenzar mi jardín de niños espiritual.

Es curioso y paradójico que al reconocer que soy impotente pueda ir adquiriendo mi independencia, sobre todo porque me vuelvo dependiente de mi Poder Superior. Parece ilógico mas es una verdad absoluta y eterna que Dios todo lo puede y si lo dejo Él hará por mí lo que yo no he podido. Mi religión me enseñó esto, la gran diferencia es que el Programa me inculcó la fe que obra para que se vuelva una realidad.

Felices 24 horas entrando en una nueva dimensión.

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