Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
26 MARZO
«LA ENSEÑANZA NUNCA ACABA»
Entrégate a Dios, tal como tú Lo concibes. Admite tus faltas ante Él y ante tus semejantes. Limpia de escombros tu pasado. Da con largueza de lo que has encontrado y únete a nosotros. Estaremos contigo en la Fraternidad del Espíritu, y seguramente te encontrarás con algunos de nosotros cuando vayas por el Camino del Destino Feliz. Que Dios te bendiga y conserve hasta entonces.
— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 164
Cada vez que leo estas palabras se me hace un nudo en la garganta. Al principio era porque sentía, “¡Oh no! Se acabó la enseñanza. Ahora tengo que hacerlo solo. Nunca volverá a ser tan nuevo, otra vez”. Hoy, al leer estas mismas palabras, siento un profundo afecto por los pioneros de A.A., y me doy cuenta de que resumen todo en lo que creo y todo por lo que me esfuerzo; y que —con la bendición de Dios— la enseñanza nunca se acaba, nunca tengo que hacerlo solo y cada día es un día nuevo.
Del libro Reflexiones diarias
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Dar el servicio, en primer lugar, de transmitir el mensaje que los Doce Pasos me dan respecto de que sí existe una solución para mi enfermedad de la adicción, logrando una buena vida y aprendiendo a vivir de una manera espiritual que me da la oportunidad de tener una mejor convivencia y coexistencia conmigo mismo y con mis semejantes.
Este párrafo final del Libro Grande, es sumamente conmovedor para mí, y es una síntesis del Programa de recuperación, vuelve a señalarme que el objetivo es habilitarme a encontrar un Poder Superior, y una vez que lo he encontrado y lo he concebido como Dios, en mi caso, lo conducente es entregarme a Él, y para ello debo admitir sinceramente lo que he hecho mal, mis pensamientos torcidos, reconocer mi ineptitud emocional por mis sentimientos negativos y confesarlos a Dios y a otro ser humano, en el apadrinamiento, en la tribuna, en el compartimiento, al escribirlo y desecharlo para no abrumar a otros con la finalidad de limpiar mi pasado, el cuál es cada momento que pasa puesto que sólo tengo este presente continuo para detectar, admitir y corregir.
Dar el servicio, en primer lugar, de transmitir el mensaje que los Doce Pasos me dan respecto de que sí existe una solución para mi enfermedad de la adicción, logrando una buena vida y aprendiendo a vivir de una manera espiritual que me da la oportunidad de tener una mejor convivencia y coexistencia conmigo mismo y con mis semejantes. Invitar con una adecuada manera de vivir a otros por atracción para que salven sus vidas, como yo lo he hecho, sólo por hoy.
Estar unido por el espíritu a millones de enfermos de adicción que me han precedido, a los que ahora están conmigo y a los que vendrán, incluso cuando yo ya no esté en el plano terrenal, y que entonces encontraré en el Camino del Destino Feliz, sabiendo que Dios me bendice y aprendiendo cada día a bendecir todo y a todos, desearles lo mejor, ser comprensivo, ser un verdadero instrumento de Dios a través de practicar la tolerancia, la bendición, el agradecimiento, la sinceridad, en fin el amor.
El Programa es infinito porque siempre puede aprenderse más de él, porque siempre puede practicarse con mayor profundidad, porque indudablemente, en mi caso, hay momentos en que tengo que regresar y volver a un Paso para revisarlo, para volver a darlo, para vivir sus principios porque las calamidades, las aflicciones, las contrariedades de la vida siempre me ponen un examen y no siempre lo paso con excelentes notas y en otros casos no ha sido raro que repruebe.
No estoy curado, solamente tengo una suspensión diaria de mi sentencia de muerte, puesto que estoy afectado de una enfermedad incurable, progresiva y mortal, lo que debo repetirme para no pensar que es una exageración el hecho de que solamente un Poder Superior, a través de practicar los Doce Pasos, se hace cargo de mi enfermedad y me permite estar en recuperación por estas veinticuatro horas.
En virtud de esto, buscando la perfección espiritual, requiero practicar cada momento por un día a la vez los principios del Programa, apegarme a las sugerencias surgidas de la experiencia, abocarme a la literatura para acrecentar mis herramientas, apadrinarme con constancia, asistir a mis juntas con regularidad, hacer catarsis, subir a tribuna y compartir.
Yo considero que mi Programa es eterno porque no tiene un inicio o punto de partida dónde pueda decir que nace lo espiritual ni tampoco tengo una forma de determinar su punto final, para mí no tiene límites puesto que además va dirigido a mi espíritu que es inmortal y que tiene un existencia que no puede estar encuadrada en el tiempo; además los Doce Pasos me han llevado a una conexión profunda con mi verdadera esencia, con el Espíritu Universal con el que tengo semejanza, que en mi caso es Dios, que me invita, a través de sus principios, a llevarme a la máxima plenitud posible, si yo lo deseo y en consecuencia se lo permito a mi Poder Superior a través de la práctica de cada uno de los principios espirituales que toda la recuperación y su Programa me ofrecen y me enseñan.
Así, el Libro Grande, el Texto Básico, los Doce Pasos y la literatura nunca serán jóvenes ni viejos, ni antiguos ni vanguardistas, sus enseñanzas son perennes y por tanto aplican a todo momento pues nacen del espíritu y van hacia el espíritu.
Los conocimientos, principios e ideas que me enseña el Libro Azul, los Doce Pasos, las Doce Tradiciones y en si toda la literatura que conforma el Programa, se transmiten a través de la experiencia que comparten cada uno de mis compañeros, de esta forma me facilitan el conocimiento de los principios espirituales para mi aprendizaje y sobre todo para mi vivencia diaria, comprometiéndome de tal manera que me ha nacido el deseo de la búsqueda continua del avance de mi ser, por tanto agradezco que no termine nunca.
Para mí, el Programa en su totalidad es la reunión de todo mi ser y de toda mi existencia en un solo punto y por tanto no hay pasado ni futuro para vivirlo sino solamente el presente, este instante, este momento, hoy. En sí, esta eternidad que he aprendido del Programa es, para mí, el modo de ser de Dios, en fin inconmensurable plenitud de mi ser y de la vida, con simplicidad suprema, sin antes, ahora y más tarde en las cuestiones cotidianas mas con un progreso en el desarrollo espiritual.
Hoy sé perfectamente que no estoy capacitado para saberlo todo, ni para vivirlo todo, ni para aprender todo, sólo puedo hacer mi mejor esfuerzo, un día a la vez.
Felices 24 horas de enseñanza y tratamientos continuos, en recuperación.