Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
26 MAYO
«CONVERTIR LO NEGATIVO EN POSITIVO»
Nuestro desarrollo espiritual y emocional en A.A. no depende tanto de nuestros éxitos como de nuestros fracasos y reveses. Si tienes esto en cuenta, creo que tu recaída tendrá por efecto el impulsarte hacia arriba y no hacia abajo.
— COMO LO VE BILL, p. 184
Basándose en el dolor y la adversidad que nuestros fundadores experimentaron y superaron al establecer A.A., Bill W. nos dejó un claro mensaje: Las recaídas pueden ofrecer una experiencia positiva que nos encamine a la abstinencia y a una vida entera de recuperación. Una recaída da veracidad a lo que repetidamente oímos en las reuniones: “No te tomes ese primer trago.”
Refuerza la creencia en la naturaleza progresiva de la enfermedad, y nos hace apreciar la necesidad y la belleza de la humildad en nuestro programa espiritual. Las verdades simples me llegan de manera complicada cuando me dejo llevar por mi ego.
Del libro Reflexiones diarias
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Me sentía perdido y aún así, conociendo el camino, no tenía las fuerzas para delatarme y pedir ayuda, lo que alargó esta recaída y me expuso a momentos en los cuales fui perdiendo el respeto de mi mismo y el que me tenían los demás, perdí la dignidad, ofendí a mi esposa e hijos, agravé y comprometí mi situación económica y puse en riesgo de muerte definitiva la estabilidad emocional de los que me rodean.
Mi gran impotencia se muestra en el hecho de que aún habiendo pasado algunas o muchas veinticuatro horas sin consumir las consecuencias de tomarme la primera copa me llevaron a repetir las mismas conductas, cometer los mismos errores, aumentar mi sufrimiento y multiplicar mi denigración.
Desde antes de ingerir ese primer trago mi vida se fue descomponiendo porque dejé de aplicar los principios espirituales necesarios para expresar lo que me sucedía emocionalmente (catarsis, apadrinamiento), para hablar con sinceridad y solicitar ayuda. La falta de humildad, de sinceridad (honestidad) conmigo mismo y con los demás fue dejando que mi ego ganara la partida y al hacerlo fui dejando a un lado a mi Poder Superior y no lo dejé que se encargara de mi enfermedad, yo decidí tomar el turno al bat sin hacer caso alguno de los trucos que iban a lanzarme.
Un reto abierto a Dios al pensar actuar en contra de Su Voluntad (que esté sobrio y viva bien), creyendo que yo podía controlarlo o, en un caso, regresar y utilizar el programa cuando me pareciera y yo quisiera. El alcohol que es astuto, desconcertante y poderoso no me permitía regresar y me atrapó en sus garras, dejando salir mi enfermedad de la adicción y con ella resurgiendo con más fuerza mis defectos de carácter.
Me sentía perdido y aún así, conociendo el camino, no tenía las fuerzas para delatarme y pedir ayuda a los compañeros lo que alargó esta recaída y me expuso a momentos en los cuales fui perdiendo el respeto de mi mismo y el que me tenían los demás, perdí la dignidad, ofendí a mi esposa e hijos, agravé y comprometí mi situación económica y puse en riesgo de muerte definitiva la estabilidad emocional de los que me rodean pues la mía ya no existía.
Al fin, gracias a mi esposa que pidió ayuda para mí, vinieron los compañeros y encontré un lugar donde renacer, donde mi terapeuta y gran compañera me animó al enseñarme nuevamente el camino cuando me dejó ver que una recaída se puede convertir en una base firme de recuperación, me alentó a perdonarme y me transmitió su experiencia, fortaleza y esperanza, así mismo mis compañeros me recibieron con amor adulto y desde entonces he vivido un Programa de recuperación que me ha llenado la vida de paz, salud, felicidad y con equilibrio emocional.
He podido sinceramente hacer del amor y de la tolerancia mi código como alcohólico en recuperación y he aprendido a vivir apasionadamente dentro del Programa y mi rendición ha sido más amplia pues no solamente he admitido mi impotencia ante la sustancia sino mi impotencia para controlar a las personas, la situaciones, a mi mente y a mis emociones, he aceptado mi derrota ante lo ingobernable de mi vida por el caos que se apoderó de la misma y que resurgió con mayor fuerza al momento en que decidí que yo podía.
Este gran fracaso que me hizo sentir total y absolutamente iracundo conmigo mismo, con una frustración inmensa me llevaron a aislarme con un sufrimiento constante por querer aparentar que no consumía, por querer detener y manejar los efectos de la bebida, en fin a beber solo y a escondidas apurando los tragos. !Jamás disfruté uno solo de ellos porque intentaba estar “en control”! !Qué locura y qué absurdo de continuar bebiendo!
Admití todas mis consecuencias (yo no puedo); creo en que un Poder Superior me devuelve el sano juicio (Tú sí Puedes); pido que se haga en mí y a través de mí Tu Voluntad (Échame la mano); hago mi inventario moral y lo confieso (Autoconocimiento, perdón, reconciliación); estoy dispuesto y pido que Dios elimine mis defectos (humildad); en listo y ejecuto las reparaciones debidas (generosidad y valor); me reviso diariamente (Alerta); oro y medito para cumplir la Voluntad de Dios (mente abierta); y sigo trabajando con otros y dando servicio dentro y fuera de la fraternidad (progreso espiritual).
Hoy la adversidad, las aflicciones y los momentos negativos me han ayudado a saber en lo que me he equivocado y me han enseñado a confiar y dejarle a Dios los resultados, mientras yo camino con los Doce Pasos hacia un nuevo estado de conciencia para mi mayor y mejor bien y el de los demás.
Doy gracias porque me he levantado y porque tengo una reforzada oportunidad de ser útil y feliz.
Felices 24 horas convirtiendo lo negativo en positivo.