Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

3 JULIO

«EXPERIENCIA: LA MEJOR MAESTRA»

Carentes aún de experiencia y recién hecho nuestro contacto consciente con Dios, es probable que no recibamos inspiración todo el tiempo.

— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 87

Algunos dicen que la experiencia es la mejor maestra, pero yo creo que es la única maestra. Yo he podido apreciar el amor de Dios para mí solamente por la experiencia de mi dependencia de ese amor. Al principio no podía estar seguro de Su dirección en mi vida, pero ahora veo que si soy lo suficientemente atrevido como para pedirle Su orientación, tengo que actuar como si Él me la hubiera dado. A menudo le pido a Dios que me ayude a recordar que Él tiene el camino para mí.

Del libro Reflexiones diarias
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En mi inexperiencia, al principio estaba aferrado a lograr en mi intento de meditación pasar a un nivel superior de conciencia que me permitiera “conectarme” de manera directa con mi Poder Superior, lograr inundarme de paz…

En el Libro Grande, Capítulo VI, “En Acción”, cuando trata el Undécimo Paso se lee lo siguiente: “Consideremos nuestros planes para el día. Antes de empezar, le pedimos a Dios que dirija nuestro pensamiento, pidiendo especialmente que esté disociado de motivos de autoconmiseración, falta de honradez y de egoísmo. Bajo estas condiciones podemos usar nuestras facultades mentales confiadamente porque, después de todo, Dios nos ha dado el cerebro para usarlo. El mundo de nuestros pensamientos estará situado en un plano mucho más elevado cuando nuestra manera de pensar esté libre de motivos falsos. Al pensar en nuestro día tal vez nos encontremos indecisos. Tal vez no podamos determinar el curso a seguir. En este caso le pedimos a Dios inspiración, una idea intuitiva o una decisión.

Procuramos estar tranquilos y tomamos las cosas con calma, no batallamos. Frecuentemente quedamos sorprendidos de cómo acuden las respuestas acertadas después de haber ensayado esto durante algún tiempo. Lo que antes era una “corazonada” o una inspiración ocasional gradualmente se convierte en parte operante de la mente. Carentes aún de experiencia y recién hecho nuestro contacto consciente con Dios, es probable que no recibamos inspiración todo el tiempo. Tal vez paguemos esta presunción con toda clase de ideas y actos absurdos. Sin embargo, encontramos que a medida que transcurre el tiempo, nuestra manera de pensar está más y más al nivel de la inspiración.

Llegamos a confiar en ello. Generalmente concluimos el período de meditación orando porque se nos indique a través de todo el día cuál ha de ser nuestro paso, que se nos conceda lo que fuese necesario para atender esos problemas. Pedimos especialmente liberación de la obstinación y nos cuidamos de no pedir sólo para nosotros. Sin embargo, podemos pedir para nosotros siempre que esto ayude a otros. Nos cuidamos de no orar nunca para nuestros propios fines egoístas.”

MI falta de experiencia para orar es mucho menor a mi intento de meditar para poder comenzar a buscar mi contacto consciente con Dios, para conocer Su Voluntad y pedir la fortaleza para cumplirla, puesto que mi tendencia a que mi mente se evada, no se concentre en una sola cosa, a divagar, a dejar que mi imaginación sea la que se imponga e inclusive a auto-engañarme “recibiendo directriz de mis actos”, me impide abstraerme del mundo y de mis propios pensamientos para enfocar a través de la oración mi disposición a estar en silencio interno y tener la posibilidad de dar inicio al aprendizaje de escuchar auténticamente a mi Poder Superior y no suponer que le oigo cuando ni siquiera he aprendido a saber que debo escuchar.

Me parecía muy complicado hacer algo que no me enseña con exactitud el Programa, algo que mis compañeros y mi grupo no me ha mostrado con claridad; sin embargo, me fui dando cuenta que la sugerencia del Libro Azul y lo que va describiendo el Paso Once es una manera de ir asimilando con calma que mi oración debe ser de gratitud, que mis peticiones no deben ser egoístas y que aún cuando pido para y por otros siempre debo tener presente decir “Hágase Tu Voluntad”, y no caer en la soberbia de pensar que recibo instrucciones directas de Dios así como aprender a agradecer la inspiración hasta de la idea que considere más insignificante.

Lo que en primer lugar Dios quiere para mí es que me mantenga sobrio, limpio, sin consumir y sin realizar conductas obsesivas, en fin no darle cabida a mi enfermedad de la adicción con aquellas sustancias o actos que me llevan a ese círculo vicioso que es la muestra de que mis emociones negativas y mis pensamientos nefastos y desviados se están empoderando por falta del mantenimiento adecuado de mi relación con mi Poder Superior y estar en el intento de considerar que yo puedo.

Una vez que estoy sin consumir puedo tener la posibilidad de ir practicando los Pasos para reconocer que la Voluntad de Dios es que me interese auténticamente por los demás, que me perdone, que perdone, que comprenda, que consuele, que actúe de manera positiva llevando armonía, verdad, fe, esperanza, luz, alegría y amor, en fin hacer a un lado mi egoísmo para dar cabida a que practique ser altruista, generoso, bienhechor, bondadoso en fin benéfico para los demás y por ende para mí. En pocas palabras hacer lo correcto siendo servicial, decente, amable, considerado y apacible.

En mi inexperiencia, al principio estaba aferrado a lograr en mi intento de meditación pasar a un nivel superior de conciencia que me permitiera “conectarme” de manera directa con mi Poder Superior, lograr inundarme de paz, alcanzar un estado de gracia que me durara aún después de salir de la meditación y encontrar “todas” las respuestas para mi recuperación. Iluso de mí, seguía dejándome llevar por la grandiosidad de mi enfermedad, lo pretencioso de mi soberbia “espiritual”, mi falta de humildad para reconocer que Dios se manifiesta a través de mi prójimo, de los otros, empezando por mis compañeros, mi padrino, mi esposa, mis hijos, mi madre en fin por quienes me rodean, ya que el Poder Superior también radica en cada uno de ellos y se revela, lo importante es estar alerta y tener mente abierta para estar en posibilidad de percatarme.

Después de un tiempo, vi que probablemente no recibiría inspiración nunca mientras a través de mi razón quisiera forzosamente encontrar las respuestas y qué sólo en la humildad del silencio sin expectativas, buscando un encuentro genuino con Dios por el simple placer de sentir Su Presencia y Su Contacto quizá podría recibir inspiración. Más tarde reconocí que cada idea que tengo, cada solución que encuentro en mi cotidiano vivir, en mi servicio a los demás cuando trabajo, al momento de compartir con un compañero mi experiencia, al estar en apadrinamiento todas esas ideas que dan solución, que otorgan esperanza, que promueven fortaleza y que en fin le sirven a alguien más e incluso a mí, no son el logro de mi sesuda sesión de pensamiento sino de la inspiración divina que habla a través de mí.

Un domingo coordinando una junta, releí con calma el Undécimo Paso y redescubrí que lo que debo buscar es conocer la Voluntad de Dios y pedir fortaleza para cumplirla. Entonces vi la lista de los Doce Pasos y agradecí que me mostrara el camino.

Felices 24 horas buscando la Voluntad de Dios y pidiendo fortaleza para cumplirla.

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