Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

4 AGOSTO

«SEMILLAS DE FE»

La fe, sin duda, es necesaria, pero la fe por sí sola de nada sirve. Es posible tener fe y, al mismo tiempo, negar la entrada de Dios en nuestra vida.

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 32

Cuando niño, continuamente ponía en duda la existencia de Dios. Para un “pensador científico” como yo, ninguna respuesta soportaba una disección completa, hasta que una dama muy paciente me dijo finalmente, “Tú tienes que tener fe”. Con estas simples palabras se sembraron las semillas de mi recuperación.

Hoy en día, según practico mi recuperación — cortando las malas hierbas del alcoholismo— lentamente voy dejando que esas primeras semillas de fe crezcan y florezcan. Cada día de mi recuperación, de jardinería apasionada, se integra más en mi vida el Poder Superior de mi entendimiento. Mi Dios ha estado siempre conmigo a través de mi fe, pero es mi responsabilidad tener la disposición de aceptar Su presencia.

Le pido a Dios que me conceda estar dispuesto a hacer Su voluntad.

Del libro Reflexiones diarias
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Dios ha sido algo muy común en mi vida, siempre oí hablar de Él, en otras ocasiones escuché respecto a Él, leí sobre Su existencia, aprendí sobre la concepción que del mismo se tenía en diferentes confesiones religiosas, incluso acudí al esoterismo, a lo paranormal y a identificar los principios generales de la moralidad, de la axiología, de la ética y del desarrollo humano, así como del espíritu. Hasta llegué a pensar que tenía una “fe consciente” porque había leído y aprendido algo de religiones, de religiones comparadas, del encuentro histórico del paganismo, judaísmo y cristianismo y había decidido que la religión que a mí me satisfacía era la cristiana en su práctica católica.

Entonces ¿por qué no había funcionado en mi vida respecto a mi enfermedad de la adicción y lo que es más por qué no había tenido la eficacia necesaria en mi ingobernabilidad? La respuesta la encuentro precisamente en lo que dice el Tercer Paso: “Indudablemente que la fe es necesaria, pero con la fe por sí sola, no lograremos nada. Podemos tener fe y mantener a Dios fuera de nuestra vida. En consecuencia, nuestro problema es ahora el encontrar cómo, y por qué medios podremos lograr que Él entre.”

Entendí que solamente había dicho a nivel racional que tenía fe y que creía en Dios, mas realmente no había dejado entrar a mi vida a Dios; no sabía que requería de un Poder Superior para que se hiciera cargo de mi enfermedad de la adicción llevando por veinticuatro horas mi obsesión y eliminándola de mi ser; no entendía que mi enfermedad de las emociones negativas radica en mi falta de poder y por tanto necesito que un Poder Superior sea quien elimine mis defectos de carácter, mis desvíos de personalidad, mis nefastas ideas, mis conductas desproporcionadas, en fin lo deformado de mis juicios y actitudes; en fin vivía con ausencia de Dios lo que se incrementaba con la intoxicación por el consumo pues al nulificar mi poca conciencia, al obnubilar mi función cerebral donde radican la moralidad y los valores; y abrirme a toda clase de influencias negativas surgidas de mis pensamientos, mis emociones y mi proclividad a la ira, a la revancha, a la autoconmiseración, a la insatisfacción y a la frustración constante aunada a una soberbia exacerbada para ser el propio dios de mi razón.

He reconocido que Dios me ha acompañado siempre, que en momento muy complejos de mi vida, aún en contra de mis propios actos y decisiones, me ha cuidado pues en la actividad me libró de muchas consecuencias graves de mi salud física, en integridad personal, en que no lastimara a otros, que no hiriera, que no arrebatara la vida de nadie, que no cometiera actos más aberrantes y peores de los que hice. Incluso que habiéndome opuesto abiertamente a Su Voluntad y habiéndolo hecho a un lado de mi vida me haya llevado nuevamente al sendero de la recuperación para devolverme la sobriedad y con ello la tranquilidad a mi vida.

Al principio de mi recuperación estaba muy pendiente de que no se me olvidara dejar que Dios entrara primero en cada cosa que iba a hacer, que me acompañara en mis trayectos, que me escuchara y que en este contacto constante fuera mi invitado principal a toda hora; al paso del tiempo reconozco que de pronto olvidaba haberlo y entonces surgían momentos en que mis reacciones se impusieran por no haber solicitado que Dios entrara en ese momento de mi vida.

Ahora, procuro dedicar un momento para hacer oración en la mañana y poder tener un pequeño espacio para la meditación, y así en diversos instantes del día con la finalidad de ir haciendo un hábito natural el hecho de que mi fe sea una muy práctica y en la cual permita que mi libre albedrío y mi fuerza de voluntad se unan a la Voluntad de Dios, pidiendo ser solamente un conducto de Él y Su instrumento para conmigo y con los demás.

Felices 24 horas de semillas de fe.

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