Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

5 FEBRERO

«GLORIOSA LIBERACIÓN»

“En el instante en que dejé de debatir, pude empezar a ver y sentir. En ese momento, el Segundo Paso, sutil y gradualmente, empezó a infiltrarse en mi vida. No puedo fijar ni la ocasión ni el día preciso en que llegué a creer en un Poder superior a mí mismo, pero sin duda ahora tengo esa creencia. Para llegar a tenerla, sólo tenía que dejar de luchar y ponerme a practicar el resto del programa de A.A. con el mayor entusiasmo posible”.

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 25

Después de haberme entregado durante años a la “desenfrenada obstinación”, el Segundo Paso fue para mí una gloriosa liberación de estar a solas. Ahora no encuentro en mi camino nada demasiado penoso, o que no se pueda superar. Siempre hay alguien aquí para compartir conmigo las cargas de la vida. El Segundo Paso llegó a ser una forma de reforzar mi relación con Dios, y ahora me doy cuenta de que mi locura y mi ego estaban curiosamente vinculados. Para quitarme de aquélla, tengo que entregar éste a uno mucho más ancho de hombros que yo.

Del libro Reflexiones diarias
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Mucho tiempo debatí sobre mi enfermedad adictiva, porque estaba seguro de que “yo podía”, que solamente se trataba de “un mal hábito”.

Buen día. Mucho tiempo debatí sobre mi enfermedad adictiva, porque estaba seguro de que “yo podía”, que solamente se trataba de “un mal hábito”, y muchas veces hice oración reconociendo que “estaba inclinado por la bebida” y que esta “inclinación” era “un grave defecto”, “un mal hábito”, incluso “un vicio”. En virtud de ello, solamente requería que Dios me proporcionara “cierta fuerza para resistirme” a la bebida y con eso estaría todo bien. Incluso cuando ya había practicado el programa pensé que lo que sucedía era que “no estaba siendo lo suficientemente honesto” para volver a practicarlo adecuadamente y dejar de consumir. Se me olvidó por completo que el Poder Superior no tiene como trabajo volverme honesto, no sirve para otorgarme “buenos hábitos”, no sirve “para quitar un vicio”, mucho menos “elimina mi enfermedad”, lo que hace es poner el poder (energía, dominio, capacidad, eficacia y fortaleza) del que yo carezco.

Al aceptar, reconocer y rendirme ante mi impotencia permito que Dios intervenga y de esta forma consiga, logre, influya y realice Su Voluntad en mí, de tal forma que me otorgue una suspensión diaria de mi obsesión de consumir, y poco a poco me libere de mis emociones y pensamientos negativos para poder vivir bien, un día a la vez.

Impotencia, esa es la clave de mi enfermedad porque no puedo aspirar a ser tolerante, sincero, considerado, con auténtico amor a Dios y a mis semejantes,  si no me doy cuenta de que “No Puedo” con la adicción; y si no me doy cuenta de que tampoco puedo con los vaivenes emocionales y mentales de mi vida. Por eso cuando dejo de discutir; cuando “dejo de ser dios”; cuando acepto que no puedo solo; cuando me rindo porque siempre he perdido cada batalla contra la sustancia y contra mis emociones negativas; y cuando finalmente cansado de vivir mal acepto la ayuda de otros, que en conjunto son un Poder Superior a mí; así mismo cuando poco a poco voy creyendo en los beneficios y milagros del programa, esto hace que encuentre un Poder Superior, para que finalmente dentro de mi ser perciba que hay un Dios, como yo lo concibo, que está conmigo y que me da un “insospechado recurso interior”.

Querer encuadrar y entender a Dios dentro de la capacidad limitada de mi mente, de mi inteligencia cognitiva y de mis propias limitaciones como ser humano, es verdaderamente absurdo; sin embargo muchas veces lo intenté porque “me sentía con la capacidad de un teólogo”, o porque pensaba que “conocía muchos recovecos del saber espiritual”, de hecho tenía “la capacidad de entender el mundo de los espíritus”, “vidas pasadas”, e infinidad de situaciones que escapan a mi saber humano. Lamentablemente tener esta información, “estas creencias”, sobre todo la “creencia de ser espiritual”, servían a mi ego para desviar la atención de mi propia enfermedad de la adicción que tiene sus raíces en un muy mal manejo de las cuestiones emocionales y de las circunstancias de la vida. Era más fácil pensar que “estaba predestinado”, “que tenía muchas vidas por delante para mejorar”, “que al final todo se perdona”, y una serie de excusas que solamente apoyan consciente e inconscientemente mi enfermedad. Hoy, al replantear con un enfoque distinto, me doy cuenta que no puedo progresar espiritualmente si desde ahora no tengo un auténtico despertar espiritual que me lleve a un nuevo estado de conciencia por el cambio de juicios y actitudes, que se muestre en una transformación positiva y profunda de mi personalidad.

Llegar a creer en un Poder Superior ha sido más fácil cuando reconocí no controlar mis copas, no parar e incluso no sentirme bien, y que estos factores son causa de mi impotencia ante la sustancia y de mi falta de poder para gobernarme; entonces mi carga es más ligera porque ahora sé que un Poder Superior será quien se encargue, por veinticuatro horas, de llevarla por mí aunque esto no significa que yo deje de ser responsable de mis actos y que no deba ponerme en acción para practicar el programa para eliminar mi obsesión, no consumir y para aplicarlo en todos los aspectos de mi vida.

El Poder Superior que va teniendo cada uno de los Doce Pasos en mi diario vivir es tal que me permite intentar cada día vivir bien, no importa cuál sea o cómo sea el que yo he elegido o el que yo he encontrado, que puede ser similar o distinto al de otros compañeros, lo trascendente es que al saber que ese Poder Superior está aquí y ahora conmigo me da una fortaleza, una paz y una visión nueva para enfrentarme a la vida, sólo por hoy.

Felices 24 horas de Liberados por Dios.

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