DESPRÉNDETE Y DÉJASELO A DIOS
… pidiéndole solamente que nos dejase conocer Su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla.
— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 94
Cuando yo “me desprendo y se lo dejo a Dios”, pienso más clara y sabiamente. Sin tener que pensarlo, rápidamente me desprendo de las cosas que me causan dolor e incomodidad. Ya que me resulta difícil desprenderme de la clase de pensamientos y actitudes preocupantes que me causan una inmensa angustia, todo lo que tengo que hacer durante esos períodos es dejar que Dios, como yo Lo concibo, lo haga por mí, y al momento me desprendo de los pensamientos, recuerdos y actitudes que me están molestando.
Cuando recibo ayuda de Dios, como yo Lo concibo, puedo vivir mi vida un día a la vez y enfrentarme a cualquier situación que se me presente: Solamente entonces puedo vivir una vida de victoria sobre el alcohol, en cómoda sobriedad.
Del libro Reflexiones diarias
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