Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
8 MARZO
«DEJARLO EN MANOS DE DIOS»
Cada hombre y cada mujer que se ha unido a A.A. con intención de quedarse con nosotros, ya ha comenzado a practicar, sin darse cuenta, el Tercer Paso. ¿No es cierto que en todo lo que se refiere al alcohol, cada uno de ellos ha decidido poner su vida al cuidado, y bajo la protección y orientación de Alcohólicos Anónimos?… Todo principiante bien dispuesto se siente convencido de que A.A. es el único refugio seguro para el barco a punto de hundirse en que se ha convertido su vida. Si esto no es entregar su voluntad y su vida a una Providencia recién encontrada, entonces, ¿qué es?
— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 33
La sumisión a Dios fue mi primer paso hacia mi recuperación. Creo que nuestra Comunidad busca una espiritualidad abierta a una nueva relación con Dios.
Mientras me esfuerzo por seguir el camino de los Pasos, siento una libertad que me da la capacidad para pensar por mí mismo. Mi adicción me tenía confinado sin posibilidad de liberación; pero A.A. me asegura un camino por el que puedo ir adelante.
El compartimiento, el interés y el afecto recíprocos son lo que nos regalamos, unos a otros, y mi capacidad para regalarlo está reforzada conforme cambia mi actitud hacia Dios. Voy aprendiendo a someterme a la voluntad de Dios en mi vida, a tener dignidad, y a mantener estas actitudes regalando lo que recibo.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.
No tuve mucho problema en aceptar que no podía con el alcohol, mi “voluntad propia” de ingresar en una clínica, derivaba del maltrato excesivo que me dio el consumo a través del tiempo.
Cuando leí y escuché por primera vez, que haber tomado la decisión de ingresar a una clínica, reconocer mi enfermedad del alcoholismo (adicción), ingresar a un grupo de AA significaba que había aceptado mi impotencia ante la sustancia, el hecho de que había torcido mi vida con una copa en la mano y que estaba lleno de temor, abatimiento, frustración y depresión por lo que era ingobernable (Primer Paso); que aceptaba que solamente algo superior a mí podía ayudarme tener una mejor y correcta manera de pensar (Segundo Paso) y que al confiar mi vida y mi voluntad a AA y su Programa estaba dando el Tercer Paso, pensé lo fantástico que era avanzar tan rápido.
Después comprendí que efectivamente comienzo a dar estos tres pasos de manera casi simultánea pero que debo trabajar en ellos, estudiarlos, y practicarlos hasta realmente hacerlos míos pues son el comienzo para iniciar de manera adecuada mi Programa de Vida.
No tuve mucho problema en aceptar que no podía con el alcohol, mi “voluntad propia” de ingresar en una clínica y asistir a AA derivaba del maltrato excesivo que me dio el consumo a través del tiempo, y cuántas veces quise controlar; no sólo el número de mis copas sino incluso controlar el efecto que hacía en mí; la parte de ser ingobernable al principio la reconocí porque veía todas mis consecuencias y que mi vida había girado con base a estar constantemente enfrentando a los cuatro jinetes del Apocalipsis antes y después de beber, incluso en ocasiones consumiendo, por lo que es bien cierto, en mi caso personal, que ya no me sentía bien ni con el alcohol ni sin el alcohol.
Así las cosas me fue difícil aceptar que si yo no había podido solamente algo, alguien o algunos superiores a mí podían mostrarme cómo se adquiere una sana forma de pensar, para hacer a un lado la obsesión de pensar que un día podría beber impunemente como aquellos que no están afectados de la enfermedad de la adicción.
Al llegar realmente avanzar con seriedad y con compromiso en el estudio, trabajo y práctica del Tercer Paso me di cuenta que el enunciado dice “decidí poner mi voluntad y mi vida al cuidado”, lo que no concuerda con mi idea de que “Dios debe darme todo, librarme de todo” e incluso es mi mejor pretexto para justificar mis errores, mis aflicciones, mis enfermedades, mis negatividad, mis contratiempos porque todo lo que “es malo para mí, me lo envía Dios”.
Qué difícil comprender el hecho de que mis actos en todos los aspectos de mi existencia tienen efectos y consecuencias, positivas, negativas, buenas y malas; y que lo mismo sucede con las personas que me rodean y quiero; pues cuando se enferman, cuando sufren un revés, cuando salen afectadas no quiere decir que “sea Voluntad de Dios” sino que yo habría de tener la humildad de reconocer que no tengo la capacidad para juzgar si algo es justo, correcto, si es lo mejor para la persona, si es lo que sirve para su adelantamiento espiritual, incluso desconozco si mi esposa, mis hijos, mis hermanos, mi madre, mis amigos han puesto su voluntad y su vida al cuidado de Dios o actúan, como yo, y se sustentan en su fuerza de voluntad, en sus deseos, en síntesis en su egoísmo.
Cuidar, para mí, no implica que se me provea de todo y que se me libre todo, sino tener la fe de que Dios me da la sobriedad (abstinencia y equilibrio emocional).
La parte más compleja para mí ha sido vivir orando y meditando para solamente conocer la Voluntad de Dios y pedir que se me otorgue la fortaleza para cumplirla.
Por eso yo he formalizado el Tercer Paso con la síntesis que hice de la oración que viene en el Libro Grande de la siguiente forma: ! Dios hágase en mí y a través de mí Tu Voluntad!
Felices 24 horas al cuidado de Dios.