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REFLEXIONES DIARIAS AA 6 JULIO

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    6 JULIO

    «IDENTIFICAR EL TEMOR …»

    El principal activador de nuestros defectos ha sido el miedo egocéntrico…

    — DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 73

    Cuando me siento incómodo, irritado o deprimido, busco el temor. Esta “maligna y corrosiva hebra” es la raíz de mi aflicción: Temor de fracasar; temor de las opiniones de otros; temor del daño, y muchos otros temores. Yo he encontrado un Poder Superior que no quiere que yo viva atemorizado y, como resultado, la experiencia de A.A. en mi vida es libertad y alegría. Ya no estoy dispuesto a vivir con la multitud de defectos de carácter que caracterizaban mi vida cuando bebía. El Paso Siete es mi vehículo para la liberación de estos defectos. Rezo para que me ayude a identificar el temor escondido bajo los defectos, y luego le pido a Dios que me quite ese temor. Este método siempre funciona para mí y es uno de los grandes milagros de mi vida en Alcohólicos Anónimos.

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    El miedo deja de ser algo natural porque a veces a pesar de sentirlo y de afectarme, yo busco sentirlo, es como tenerle miedo a las películas de terror, ir al cine y pagar por verlas; o le temo a las montañas rusas y pago el boleto para sufrir; en fin es como sabiendo todos los problemas que me causa beber voy y lo hago.

    En el Séptimo Paso me transmiten con claridad: “El principal activador de nuestros defectos ha sido el miedo egocéntrico.“

    Cuando leí “miedo egocéntrico” pensé que era algo repetitivo porque pensé que en primera instancia el miedo es algo individualista, que no todos tenemos los mismos miedos; sin embargo, al leer completo me di cuenta que se refiere al temor que tengo de dejar de ser el centro de atención de todos mis actos y de los actos de los demás; esa necesidad insana de agradar; de ser aceptado, de auto-devaluarme; de auto-sabotearme de manera constante; de tener miedo de ser yo el único afectado; de dejar de ser “alguien en la vida”; de perder lo que tengo; y de no lograr lo que quiero. En fin una total contraposición a querer lo que tengo y buscar afanosa y estúpidamente tener lo que quiero.

    Egocéntrico (querer que todo gire a mi alrededor), ególatra (solamente adorarme a mí mismo), egotista (hablar solamente de mí) y egoísta (yo, después yo y siempre yo) todo esto es lo que forma mi ego torcido y que de no reducirlo me llevaría a una vida intranquila, desolada, triste, nefasta y loca en todos aspectos y a una vida sin sentido, como la que tenía en la actividad.

    El miedo deja de ser algo natural porque a veces a pesar de sentirlo y de afectarme, yo busco sentirlo, es como tenerle miedo a las películas de terror, ir al cine y pagar por verlas; o le temo a las montañas rusas y pago el boleto para sufrir; en fin es como sabiendo todos los problemas que me causa beber voy y lo hago. Inclusive, en la actividad era proclive a alimentar mi propia inseguridad, mi temor para tener una excusa para consumir, para justificar, para culpar a otros y para no hacer conciencia de mi enfermedad.

    El miedo, al igual que el enojo, la felicidad, la tristeza o el amor, es una de las emociones que afectan a mi comportamiento, mi actitud y voluntad. Muchas veces, éste adquiere tanto poder, que me vuelvo su víctima y soy traicionado por el miedo, al no permitirme tener seguridad en mí mismo o hacerme pensar que no soy capaz de lograr lo que busco.

    El miedo me hace actuar con incertidumbre e indecisión, lo que genera que a veces las cosas salgan mal y que me sienta incapaz ante alguna situación. Es cuando logro sobrellevar esta emoción, que me siento bien y satisfecho conmigo mismo, pues la satisfacción de haber realizado algo que al principio me atemorizaba o asustaba, es inmensa. El miedo es multifacético, se representa de diferentes maneras, lo causan distintos factores y tiene varios efectos en mí, fundamentalmente para darle cabida a mis defectos de carácter.

    Amar verdaderamente a Dios hace que sepa que su Poder Superior cuida de mi espíritu, cuida de mí y que no debo tener miedo, para ayudarle a que me lo elimine y contrarrestarlo he descubierto que lo mejor que puedo hacer es orar con sencillez, y la práctica del Sexto y Séptimo Paso me ponen en la disposición para que puedan eliminarse mis defectos de carácter, entre los cuales tiene un lugar preponderante el temor que los genera.

    Para no conmiserarme no me gusta sentirme cobarde cuando el miedo me llega porque yo creo que tanto “el valiente” como “el cobarde” sienten miedo en la misma proporción, la diferencia radica en que mientras “el cobarde” se paraliza a causa del miedo, “el valiente” avanza a pesar de éste. Si las personas valientes no sintieran miedo no serían como seres humanos que experimentan emociones, sienten y piensan. En mi caso personal, si dejo que mis temores se apoderen de mí es porque dejo de lado la fe y entonces estoy traicionando a Dios, es porque me suelto de la mano de mi Poder Superior.

    El primer miedo que superé fue cruzar el umbral para conocer el Programa de recuperación, tanto que pensaba que había sido valiente por haber ido a una clínica “por mi propio pie”, cuando la realidad es que la golpiza de las consecuencias de mi alcoholismo me llevaron porque ya no podía más con mi vida de sufrimiento y cuando volví a pensar que había logrado “tener el valor” de recomenzar fue porque alguien más pidió la ayuda para mí, pues mi miedo no me permitió develarme.

    Hay cuestiones positivas del miedo para prevenirme de algún daño; sin embargo lo curioso es que ni por más grande que fuera mi temor y graves mis consecuencias dejé de consumir, siempre ganaron mis emociones negativas, mis pensamientos funestos y desviados que para evadirlos o “soportarlos” me llevaron a beber y sobrevivir.

    El cambio de juicios y actitudes que he ido teniendo al practicar por veinticuatro horas los Doce Pasos, me han dado las herramientas para haber reconocido mis miedos, admitirlos, pedir que se me eliminen y actuar en consecuencia con fe para que Dios los erradique de mi día.

    Felices 24 horas identificando el temor para trascenderlo.

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