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REFLEXIONES DIARIAS AA 14 JUNIO

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    14 JUNIO

    «CUANDO LAS COSAS SE PONEN DURAS»

    Es un plan de vida que funciona cuando las cosas se ponen duras.

    — ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 15

    Cuando llegué a A.A. me di cuenta de que A.A. funcionaba maravillosamente para ayudarme a mantenerme sobrio. Pero, ¿podría dar resultados con problemas de la vida real que no conciernan a la bebida? Yo tenía mis dudas. Después de haber estado sobrio por más de dos años recibí la respuesta. Perdí mi trabajo, tuve problemas físicos, mi padre —enfermo de diabetes— perdió una pierna y alguien a quien yo amaba me dejó por otro; y todo esto en un plazo de dos semanas. La realidad me golpeó; sin embargo, A.A. estuvo allí para apoyarme, consolarme y fortalecerme. Los principios que había aprendido durante mis primeros días de sobriedad, se convirtieron en la ayuda principal de mi vida porque, no solamente pude sobrellevar mis dificultades, sino que nunca dejé de estar en disposición de ayudar a los recién llegados. A.A. me enseñó a no darme por vencido y a aceptar y entender mi vida como quiera que se desarrolle.

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    He aprendido que debo compartir mi dolor. He comprobado que necesito hablar con alguien para cambiar mis perspectivas fatalistas de mi realidad. Y en A.A. tengo ese lugar.

    En el Libro Grande, Segundo Capítulo, La Historia de Bill W., expresa: “Mi esposa y yo nos entregamos con entusiasmo a la idea de ayudar a otros alcohólicos a resolver su problema. Afortunadamente fue así porque las personas con las que había tenido relaciones en los negocios permanecieron escépticas por más de un año, durante el cual pude conseguir poco trabajo. No estaba muy bien entonces; me acosaban olas de autoconmiseración y de resentimiento. Esto, a veces, casi me llevaba a la bebida; pero pronto percibí que cuando todas las otras medidas me fallaban, el trabajo con otros alcohólicos salvaba el día.

    Estando desesperado, he ido muchas veces a mi viejo hospital. Al hablar con alguien de allí, me sentía asombrosamente reanimado, parado sobre mis propios pies. Es un designio para vivir que obra cuando las cosas se ponen duras. Empezamos a hacer muchos amigos, y entre nosotros ha crecido una agrupación de la cual, el ser parte es algo maravilloso. Sentimos la alegría de vivir aun bajo tensiones y dificultades. He visto a cientos de familias poner sus pies en el sendero, entrar por el camino por el que sí llega a alguna parte; he visto componerse las situaciones domésticas más imposibles; peleas y amarguras de todas clases eliminadas.

    He visto salir de manicomios a individuos para reasumir un lugar vital en la vida de sus familias y de sus comunidades. Hombres y mujeres que recuperan su posición. No hay casi ninguna clase de dificultad y de miseria que no haya sido superada entre nosotros.”
    A veces o quizá muchas veces he alimentado con falsa fragilidad mis respuesta ante situaciones dramáticas de la realidad. Pensar fatalmente es innecesario.

    Es cierto y es importante tener ayuda emocional en estos momentos dramáticos, casi nadie vive en cabeza ajena estas experiencias. Este dolor es una experiencia particular y personal que debí afrontar cuándo llegué y cómo llegué. Mi grupo de A.A. me proporciona un escenario con un espacio para nivelar mis emociones, allí he podido y puedo llorar, reír, culpar y hasta auto-conmiserarme, si es del caso, lo que me ayuda ver otras realidades y experiencias a través de otros rostros y resultados.

    En especial con los “duelos” privados que cuando los que querido asumir sólo y en silencia lo único que he logrado es sentirme morir lentamente. No es que necesite abrazos, ni comprensión, ni golpes en la espalda, ni tiempo, menos recriminaciones, señalamientos o evasión…, hablarlo en tribuna, compartirlo con un compañero, confesarlo al padrino me demuestra que muchas veces que ser escuchado es suficiente.

    Al leer esta parte de la Historia de Bill W., no puedo dejar de identificarme con esa sensación de alivio y de mucha esperanza de que mi vida tendrá un cambio positivo si me aplicó, un día a la vez, a practicar el Programa como me lo sugiere el Libro Azul y los Doce Pasos, porque encuentro que trabajar con otro alcohólico, adicto y/o persona siempre funciona, ya que para alejar la obsesión trabajar con otro enfermo de sus emociones como yo da resultados y me permite estar sobrio y ayudar a otro alcanzar ese estado; y para progresar espiritualmente llevar este tipo de trabajo con otro en todos los asuntos de mi vida me enriquece internamente y me regala un misticismo tan grande que vivir conforme a lo que me ha enseñado A.A., N.A. y/o Grupos de Doce Pasos se vuelve algo vital de necesidad para mí.

    Hoy sé que consumía porque las cosas se ponían difíciles, porque quería evadirme para ver la vida del color del cristal de las copas y las botellas que bebía, porque al ser inmaduro emocional y tener sentimientos y pensamientos negativos, funestos, destructivos, desviados no tenía ninguna capacidad para manejarlos y mucho meno si me intoxicaba porque acababa metiéndome en más problemas, lo cual impedía ver el verdadero fondo de mi sufrimiento y de la complejidad de existencia a la que estaba acostumbrado.

    Gracias a practicar los Doce Pasos al estar poniendo mi buena voluntad para ajustar mi vida a los principios espirituales he podido ir valorando lo que realmente es trascendente aunque eso no implica que no tenga que atender la importancia de asuntos cotidianos que insisten en quererme convencer que la realidad exterior es la que impera y ante esto por veinticuatro horas decido que lo importante es mi realidad interior pues si me mantengo sereno y con calma puedo estar en posibilidad de observar la Voluntad de Dios y actuar en consecuencia para que se haga.

    Al compartir con mis compañeros y formar parte de la Comunidad de la recuperación me doy cuenta de que no pasa nada pues ¿Quién manda hoy Tú (Dios) o yo? ¡Tú mandas!, todo estará bien aquí y en el más allá.

    Felices 24 horas de trabajar con otro cuando las cosas se ponen duras.


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