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REFLEXIONES DIARIAS AA 26 JUNIO

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    26 JUNIO

    «UN REGALO QUE CRECE CON EL TIEMPO»

    Para la mayoría de la gente normal, beber significa cordialidad, compañerismo y una imaginación vivaz. Quiere decir liberación de los cuidados, del aburrimiento y de la preocupación. Es alegre intimidad con los amigos y sentimientos de que la vida es buena.

    — ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 151

    Cuanto más perseguía estas emociones elusivas con el alcohol, más fuera de mi alcance se ponían. Sin embargo, aplicando este pasaje a mi sobriedad, me di cuenta de que describía la magnífica vida nueva puesta a mi disposición por el programa de A.A. Todo “mejora” verdaderamente un día a la vez. El calor, el amor y la alegría tan simplemente expresadas en estas palabras crecen en amplitud y profundidad cada vez que las leo. La sobriedad es un regalo que crece con el tiempo.

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    La calidez, la gentileza y la ternura, pueden derretir muros, construir puentes de confianza y crear hermosos paisajes de afecto.

    El Libro Grande, en su Capítulo Undécimo, Una Visión Para Ti, empieza con lo siguiente: “Para la mayoría de la gente normal, beber significa jovialidad, grata compañía y una imaginación vívida. Quiere decir liberación de los cuidados, del fastidio y de las preocupaciones. Es alegre intimidad con los amigos y sentimientos de que la vida es buena.” Al leerlo, vino a mi mente y a mi cuerpo esa agradable sensación de mis primeras copas, de las experiencias agradables y de la ensoñación que causaba en mí el efecto de la bebida, así mismo tuve que recordar el hecho de haber perseguido incesantemente, sin ningún resultado favorable, esa agradable sensación, esa despreocupación y seguridad que las copas me proporcionaron alguna vez al principio.

    Inmediatamente fijé mi atención en las líneas siguientes: “Mas no fue así en los últimos días de nuestro exagerado consumo. Los placeres de ayer se habían desvanecido. Ya no eran más que recuerdos. Nunca jamás pudimos revivir los momentos de intensa alegría del pasado. Nos dominaba un deseo compulsivo de disfrutar la vida como antes y estábamos obsesionados por el pensamiento de que, gracias a un renovado milagro, pudiésemos retomar el control de nosotros mismos y cumplir ese deseo. Sin embargo, cada nuevo intento desembocaba en un fracaso.”

    En mi caso personal es un hecho de realización cierta que siempre que intenté ganarle la partida al alcohol invariablemente me ganó porque el mal está dentro de mí, se encuentra cimentado en mi falta de inteligencia emocional, en mi inmadurez para sortear a las emociones negativas, en mi falta de criterio e inclusive de sentido común para erradicar pensamientos nefastos y desviados; en carencia total de control sobre mi consumo, puesto que en realidad cada vez que bebí lo que buscaba era el efecto, crearme un estado de euforia que me dejara “gozar de la vida”, en otras ocasiones un estado melancólico y hasta depresivo que me permitiera “ser romántico”; consumir para buscar un estado de enamoramiento que en realidad me hacía un feligrés del desamor.

    Cuánta desesperación en perseguir a través de las copas lo que no se encontraba en el líquido que las llenaba sino que en realidad única y exclusivamente se encuentra dentro de mí si me permito pensar y conducirme de manera correcta, sincera, paciente, tolerante y amorosa pues de otra manera estoy buscando fuera y en lugar equivocado lo que se encuentra dentro de mi espíritu que es el lugar correcto.

    Al vivir con intensidad y de forma apasionada los principios espirituales que me regala el Programa de recuperación puedo disfrutar auténticamente de jovialidad, grata compañía y una imaginación vívida, con una legítima liberación de los cuidados, del fastidio y de las preocupaciones en lo cotidiano. Así como deleitarme de la alegre intimidad con los amigos, de la calidez de la familia y sentimientos de que la vida es buena.

    La calidez, la gentileza y la ternura, pueden derretir muros, construir puentes de confianza y crear hermosos paisajes de afecto. Es sencillo ser cálido y gentil cuando todos a mi alrededor lo son.

    Sin embargo ¿Qué tan consciente soy de la importancia de crear estos momentos?, es algo que he aprendido a preguntarme al iniciar el camino de la recuperación, estar limpio y sobrio.
    Cuando expreso mi cordialidad me convierto en una posibilidad de atraer paz y esperanza en este mundo generalmente duro y paradójicamente al hacerlo soy el primero en recibirla de los demás.

    Para disfrutar de la jovialidad, de la amistad, del afecto y amor de quienes me rodean, el Programa me enseña a hablar sin sarcasmos o críticas, y al compartir con mis compañeros voy ejercitándome a verter comentarios que ayuden a que se sientan mejor o que tengan una mayor certeza de la circunstancia que viven compartiendo mi experiencia, fortaleza y esperanza de forma serena y calmada, escuchando con atención y valorando honestamente lo que me comparten, y esto es otra paradoja porque trabajar con otros fundamentalmente es hacerlo primero por mí, lo que logra sembrar bienestar para mi propia recuperación.

    Un día a la vez, la sobriedad, abstinencia y equilibrio emocional, me regalan la posibilidad de acercarme a Dios y a mis semejantes, de practicar mi espiritualidad y compartirla, de ver la divinidad en los demás y de saber que puedo gozar de una vida feliz y útil, que es un regalo que crece con el tiempo.

    Felices 24 horas sembrando gentileza, calidez, jovialidad y cordialidad.

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