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REFLEXIONES DIARIAS AA 28 MAYO

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    28 MAYO

    «LOS MISMOS DERECHOS»

    En alguna que otra ocasión, la mayoría de los grupos de A.A. se lanzan frenéticamente a inventar reglamentos. Pasado un tiempo, los temores y la intolerancia se apaciguan (y nosotros nos damos cuenta). No queremos privar a nadie de la oportunidad de recuperarse del alcoholismo. Deseamos ser tan inclusivos como podamos, nunca exclusivos.

    — LA TRADICIÓN DE A.A.: CÓMO SE DESARROLLÓ, p. 10-11-12

    A.A. me ofreció una completa libertad y me aceptó por lo que soy. Ser miembro no dependía de la conformidad, del éxito financiero o de la educación, y por eso yo estoy muy agradecido.

    Frecuentemente me pregunto si yo ofrezco la misma igualdad a otros o si les niego la libertad de ser diferentes. Hoy trato de reemplazar mi temor y mi intolerancia por la fe, la paciencia, el amor y la aceptación. Yo puedo llevar estas virtudes a mi grupo de A.A., a mi hogar y a mi trabajo. Hago un esfuerzo para llevar mi actitud positiva dondequiera que voy.

    No tengo ni el derecho, ni la responsabilidad de juzgar a otros. Según sea mi actitud, yo puedo ver a los recién llegados a A.A., a los miembros de mi familia y a mis amigos, como amenazas o como maestros. Cuando pienso en algunas de mis opiniones del pasado, veo muy claro el daño espiritual que me causaba mi fariseísmo.

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    Dentro del Programa he podido vivir un principio de igualdad, sustentando en la espiritualidad, ya que eso implica que yo reconozca en otro a un espíritu o a un alma que es igual a la mía, por tanto no puede privar las diferencias de ninguna índole, además de que el hecho de padecer la misma enfermedad de la adicción sea por alcohol y/o por alguna otra sustancia y/o conductas me permite ver la similitud de la enfermedad emocional y saber que formo junto con ellos una Comunidad.

    La vida en recuperación me ha enseñado a superar el concepto de sociedad igualitaria o del igualitarismo porque no solamente se trata de reconocer las diferencias que existen en el otro sin discriminarlo por ellas y en virtud de ello saber que tiene los mismos derechos en la sociedad o dentro de la comunidad, sino que he aprendido realmente a ver la imagen y semejanza del Poder Superior en mis compañeros, porque sé que Dios, como yo lo concibo, se manifiesta a través de ellos y en este acto de humildad he ido encontrando que nadie es superior ni inferior dentro de un grupo, dentro de la Fraternidad de la recuperación.

    Todos los miembros de A.A., N.A. y/o Grupos de Doce Pasos son ciertamente iguales, y yo no dudo de ello pues tenemos el mismo origen y naturaleza, el fin último de alcanzar la sobriedad y ayudar a otro a mantenerse limpio, así como las sugerencias que debo poner en práctica por los Doce Pasos; mas como no pueden ser iguales mis capacidades con las de cada uno de mis compañeros y distan mucho por razón de las fortalezas corporales, mentales, emocionales y del espíritu, así como son tantas las diferencias de costumbres, voluntades y temperamentos he aprendido no es posible exigir una identidad y exactitud de actuar en todos y cada uno dentro de la recuperación, por lo que yo no puedo ser juez o árbitro para determinar o no los avances en el Programa de otro compañero, pues no debo olvidar que es fácil ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

    El fingir sentimientos, ideas, cualidades, generalmente positivos, así como la práctica de Pasos de manera contraria a lo que realmente siento, pienso y actúo me lleva al fariseísmo de que habla el Programa porque estoy siendo un hipócrita que no se maneja bajo un principio espiritual fundamental como lo es la sinceridad (honestidad, honradez) y que me recuerda el inicio del Quinto Capítulo del Libro Grande, y aún en ese caso mis compañeros con su experiencia me sugieren y me ejemplifican que no debo criticar.

    En mi grupo me han ayudado a aprender a no fingir una espiritualidad, a no fingir una creencia en los principios del Programa, incluso a no fingir moralidad porque es algo muy importante para no permitirme y evitar ser soberbio espiritual y tampoco ejercer una falsa modestia que solamente me lleva a la hipocresía (fariseísmo) y por tanto mi calidad de recuperación sea mala y no sirva puesto que no actúo con la sinceridad y autenticidad requerida para dar cada uno de los Pasos y me quedaría en la búsqueda de prestigio incurriendo en los mismos errores de mi actividad adictiva y en los defectos de carácter que la detonan.

    Esta nueva forma de pensar y de conducirme dentro del grupo y con mis compañeros es algo que debo poner en práctica en todos los asuntos de mi vida (Paso Doce), empezando por mi esposa, mis hijos, mis hermanos y los más cercanos, ya que es muy cierto que la recuperación se ve en los ojos mas no en los míos sino los de mi familia porque cada uno puede observar mi desarrollo y progreso espiritual en mis actos y reacciones cotidianos, por eso siempre pienso que el termómetro de la recuperación es la familia, ya que la finalidad de practicar el Programa es ser útil y feliz para que se vayan cumpliendo las Doce Promesas, poco a poco, en mi vida y se transmita en las de los demás que me rodean y se me acercan.

    Por estas veinticuatro horas pongo mi buena voluntad de tomar decisiones sin que influyan mis preferencias personales, desinteresadamente y pensando en el mayor beneficio para el mayo número de personas, ser incluyente tal y como lo es la Comunidad donde he renacido.

    Felices 24 horas aceptando y respetando los mismos derechos.

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