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REFLEXIONES DIARIAS AA 9 MAYO

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    9 MAYO

    «CAMINAR A TRAVÉS DEL MIEDO»

    Si todavía nos aferramos a alguna cosa de la que no queremos desprendernos, le pedimos a Dios que nos ayude a tener buena voluntad para hacerlo.

    — ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 76

    Cuando ya había dado mi Quinto Paso, me di cuenta de que todos mis defectos de carácter eran el resultado de mi necesidad de sentirme seguro y amado.

    Usar solamente mi voluntad para trabajar en ellos hubiera sido tratar obsesivamente de resolver el problema. En el Sexto Paso intensifiqué la acción que puse en los tres primeros Pasos -— meditar en el Paso diciéndolo una y otra vez, ir a reuniones, seguir las sugerencias de mi padrino, leer y buscar dentro de mí.

    Durante los primeros tres años de sobriedad tenía miedo de entrar sola en un ascensor. Un día decidí que debía hacer frente a este temor. Le pedí ayuda a Dios, entré al ascensor, y allí en una esquina, había una señora llorando. Me dijo que desde el fallecimiento de su esposo ella había tenido un miedo mortal de los ascensores. Yo olvidé mi temor y la conforté.

    Esta experiencia espiritual me ayudó a ver que la buena voluntad era la clave para practicar el resto de los Doce Pasos de la recuperación. Dios ayuda a aquellos que se ayudan a sí mismos.

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    ¡A canijo, canijo y medio!; ¡Estás conmigo o contra mí!; “La pobreza me tira pero el orgullo me levanta!; “Si quiero que algo salga bien lo hago yo mismo”; “No confíes ni en tu sombra”; “El mejor amigo es un peso en la bolsa”; “Cuida el dinero, la salud va y viene”; “Hay que tener lo que se debe, aunque se deba lo que se tenga”; “Todo el mundo agarra sus …conejos”; “Piensa mal y acertarás”; y una serie de máximas que han torcido mi vida y que forman parte de mis defectos de carácter; que las tengo tan arraigadas que de pronto hacen su aparición y no quiero deshacerme de ellas tan fácilmente, porque muestran “la sabiduría popular y la experiencia de vida de mis ancestros”.

    La venganza es dulce”; “La venganza es un platillo que se come frío”; “Ojo por ojo y diente por diente”; pensamientos de desquite que llegan cuando algo me contraviene, cuando algo sucede con mis seres queridos y cercanos, cuando intento imponer “mi ley”, todo porque me gana la soberbia de sentirme con el poder de juzgar, sentenciar y por tanto coaccionar y sancionar a los demás, olvidando que yo mismo he sido un verdadero delincuente moral y material, y muchas ocasiones que hay circunstancias adversas, de esas que me calientan la sangre, que difícil estar dispuesto a que se eliminen y se vayan de mí las emociones negativas que los alimentan.

    Cuando observo todos estos dichos con los que me ejemplificaron en la sociedad, en la escuela, en mi casa y en mi entorno cómo debía “aprender a cuidarme y a vivir”, no puedo menos que sorprenderme de no estar peor, pues pareciera que la encomienda de vida es mostrarme que mi existencia es terrible, negra, adversas, que no es posible convivir e interrelacionarse con los demás porque son seres humanos “muy malos”, donde no puede haber confianza, buena fe, consideración y donde todo el mundo ve por su propio y exclusivo beneficio, buscando el momento de fastidiar al prójimo.

    Cuando lo repaso me doy cuenta de porque me cuesta tanto trabajo llevar el Programa a todos los asuntos de mi vida, si me predispusieron (y yo además lo compré) contra los demás y al no comunicarme adecuadamente con mis semejantes también comencé a contrapuntearme con mi Dios y a alejarlo de mi vida. Por eso la práctica de los Doce Pasos me ha traído una conversión y una nueva visión respecto de mi vida y el respeto por la de los demás (aunque en varias ocasiones no esté de acuerdo en cómo son y actúan los otros).

    En el Sexto Paso dice: “Si todavía nos aferramos a alguna cosa de la que no queremos desprendernos, le pedimos a Dios que nos ayude a tener buena voluntad para hacerlo”, mas para llegar a ello compartí mi inventario con otro y otros seres humanos porque soy muy bueno para auto-engañarme y cuando quiero justificarme al respecto me pregunto: “¿no soy yo el que acostumbraba decir que no tenía problemas con la bebida?, acaso ¿no es cierto, que me decía repetidamente que estaba bien, a pesar de que en realidad cada vez me hundía más en el consumo y en el abismo de mi enfermedad de la adicción, en mi alcoholismo?

    Así las cosas, el Libro Azul en el Sexto Paso me pide que conteste una simple pregunta: “¿Estamos ahora dispuestos a dejar que Dios elimine de nosotros todas esas cosas que hemos admitido son inconvenientes? ¿Puede Él, ahora, quitárnoslas todas sin excepción?”
    Al haber ejercitado y dado mi Quinto Paso, en mi caso personal, entendí que el Libro Grande me señala que es tiempo de tomar decisiones otra vez (tal y cómo lo hice en el Tercer Paso).

    Me di cuenta que los primeros cien alcohólicos me sugerían, al igual que mi padrino, que ejerciera y practicara el Sexto Paso el mismo día en que compartí mi inventario moral minucioso y admití la naturaleza exacta de mis defectos de carácter (Cuarto y Quinto Paso).
    En mi Quinto Paso reconocí e identifiqué mis defectos de carácter, usando la lista de fallas, carencias, irregularidades, desviaciones e inconvenientes así como atributos, aptitudes, talentos y cualidades.

    En el Sexto Paso hago los arreglos, planes y preparaciones necesarios para entregar y poner mis defectos de carácter en las manos de Dios, para ello debo ponerme en oración y un momento de meditación callada y pedirle a mi Poder Superior que me otorgue la buena voluntad de que Él elimine todos mis defectos que encontré y detecté en mi inventario moral del Cuarto Paso.

    Entonces me tengo que hacer un nuevo cuestionamiento ¿Estoy listo a que Dios me remueva todas las cosas que admití que me son dañinas?. El perdón me ayuda a reconocer y admitir que soy frágil y para tener el alma en paz, además, Dios me dio el don de perdonar, lo pedí, si me aferro a él, me llevará a eliminar el resentimiento que me ha envenenado y a quitar el temor que me ha paralizado, de esta manera me desprendo de lo que ha lastimado a mi espíritu.

    Querido Dios, estoy listo para recibir tu ayuda para librarme de los defectos de carácter de los cuales ahora me doy cuenta son un obstáculo en mi recuperación. Ayúdame a continuar siendo honesto conmigo mismo y guíame hacia la salud mental y espiritual.

    Felices 24 horas de buena voluntad para que Dios elimine mis apegos y defectos.

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