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REFLEXIONES DIARIAS AA 12 ABRIL

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    12 ABRIL

    «RENUNCIAR A LA DEMENCIA»

    … en lo que concierne al alcohol hemos sido extrañamente dementes.

    — ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 38

    Lo quisiera o no, el alcoholismo requería que yo bebiera. La demencia dominaba mi vida y era la esencia de mi enfermedad.

    Me robaba mi libertad de escoger respecto a la bebida y, consiguientemente, me robaba todas las demás opciones. Cuando bebía no podía tomar decisiones eficaces referentes a cualquier aspecto de mi vida y ésta se convirtió en inmanejable.

    Le pido a Dios que me ayude a entender y aceptar el significado total de la enfermedad del alcoholismo.

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    Mi libertad no me la roba una sustancia inerte.

    Qué difícil entender a un alcohólico, como yo, pues el desconocimiento de la enfermedad tanto mío como de quienes me rodean hacía que me dijeran: “bebe menos”; “no te pusiste tan mal”; “¿si eres tan inteligente por qué bebes de esa manera?”; “¡échale ganas, tú puedes!”. A esto hay que agregarle mis propias ideas de “yo lo controlo”; “dejo de beber cuando quiera”; “es qué traigo muchas presiones”; “yo puedo”.

    Y es probable que haya campos de mi vida en los cuales haya sido capaz, inteligente, eficiente y eficaz mas, en lo concerniente a la bebida, estaba total y absolutamente alejado no sólo del sano juicio sino del sentido común, puesto que una y otra vez hacía la misma prueba, haciendo lo mismo y tenía la ilusión de que podría tener resultados diferentes; y en esta obsesión recurrente de “poder”, de “controlar”, de “manejar mis copas” se me fueron muchos años de mi vida y esto no demuestra más que demencia de un tipo muy singular, porque aún en contra de mis propios deseos, de mis intenciones, de mi fuerza de voluntad acaba ganando el consumo y entonces caigo en un auto-sabotaje que destroza todos los logros que haya podido tener.

    Mi locura trae consigo innumerables pérdidas, empezando porque me perdí a mi mismo, a mis talentos, a mis afectos, y a pesar de todas esas pérdidas me aferro de manera demencial a seguir consumiendo, lo que me hace recordar un pasaje de la vida de Bill W. que habla con su esposa Lois y le explica todo los daños terribles que ha hecho el alcoholismo en su vida personal, de pareja, laboral, social y enfáticamente le dice “sin embargo, lo único que quiero ahora: ¡es un trago!”. Cuando repaso esta escena del historial del cofundador no puedo menos que sentirme total y absolutamente identificado; y ante un reconocimiento de este tipo me pregunto ¿era deshonesto o era impotente?, puesto que hace una explicación muy clara de sus daños, de sus pérdidas y con toda sinceridad expresa que requiere una copa, para mí la impotencia en todo su esplendor; y en mi experiencia personal cuando muchas veces en grupo he escuchado que alguien continua consumiendo porque ha sido deshonesto recuerdo este pasaje y considero que precisamente esa impotencia lo lleva a la deshonestidad y entonces consume, pues la deshonestidad (tener reservas, hacer actos indebidos, no hacer las cosas correctamente) me acercan a consumir y si además hago a un lado a mi Poder Superior reaparecerá mi consumo porque precisamente mi enfermedad es falta de poder.

    Es una locura conocer y haber vivido los efectos y consecuencias negativos de mi actividad en el consumo e incluso saber que por todas las emociones negativas, obsesiones y pensamientos retorcidos que he tenido desde la niñez bebo para sobrevivir, a pesar de lo mal que la paso, y seguir teniendo el sueño dorado del adicto de poder consumir sin consecuencias.

    Mi libertad no me la roba una sustancia inerte sino mi propio encadenamiento que va aprisionando y reduciendo a mi espiritualidad, porque aparecen los poderes superiores negativos que he depositado en la sustancia de preferencia, en el sexo desenfrenado y amoral, en la búsqueda y ejercicio de poder, en el dinero y lo superfluo.

    Por eso, para ir reduciendo mi locura tengo que haber llegado previamente a la confianza de que un Poder Superior me devolverá el sano juicio para poder poner mi vida y mi voluntad a Su cuidado; así de su mano iniciar el camino de comprender y reconocer en que consiste totalmente mi enfermedad de la adicción.

    Felices 24 horas renunciando a la demencia.

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