Saltar al contenido

REFLEXIONES DIARIAS AA 24 ABRIL

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    24 ABRIL

    «APRENDER A AMARNOS A NOSOTROS MISMOS»

    El alcoholismo nos había creado una existencia muy solitaria, aunque hubiéramos estado rodeados de gente que nos quería… Intentábamos encontrar la seguridad emocional dominando a los demás o dependiendo de ellos… Seguíamos intentando en vano lograr la seguridad por medio de una forma malsana de dominación o dependencia.

    — COMO LO VE BILL, p. 252

    Cuando hice mi inventario personal descubrí que tenía relaciones poco saludables con la mayoría de la gente en mi vida — por ejemplo con mis amistades y con mi familia. Siempre me sentía aislado y solitario. Bebía para adormecer mi dolor emocional.

    Por medio de permanecer sobrio, de tener un buen padrino y de trabajar los Doce Pasos, podía aumentar mi reducida dignidad. Primero, los Doce Pasos me enseñaron a ser mi mejor amigo, y entonces, cuando logré amarme a mí mismo, pude llegar a amar a otros.

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    Sufrí de un profundo temor porque lo que decía o hacía “pudiera ofender” a alguien y mejor evitaba los desacuerdos para no ser rechazado.

    Mi enfermedad emocional tiene sus raíces desde muy pequeño, me doy cuenta de ello al observar todas mis consecuencias (como dice el Primer Paso) y al hacer mi inventario moral (Cuarto Paso), ya que observo muchas ocasiones en mi vida, como una actitud existencial, que si los otros estaban contentos conmigo entonces “era feliz”, si mi familia, amigos, compañeros, novia me aprueban, entonces sentía “que valía la pena”.

    Estaba constantemente anteponiendo las necesidades, deseos y demandas de los demás, a las mías, a pesar de que mi enfermedad de la adicción está encabezada por el egoísmo, lo curioso es que se da a tal grado mi egotismo que para privilegiar “mi necesidad de aprobación” dejo “voluntariamente” mis necesidades y mis deseos supeditados a los de los demás, cuando en el fondo muchas veces deseaba decir que no.

    Mi dependencia emocional queda demostrada porque estaba en manos de otras personas para poder percibir lo bueno de mi propia imagen, obtener felicidad a cambio de sacrificar lo que realmente deseaba y necesitaba por temor a ser abandonado, desplazado o rechazado, lo cual va generando grandes resentimientos de los cuales también comienzo a depender.
    En vez de construir y ganar mi propia autoestima, estaba buscando la aprobación y opinión de otros “para obtenerla”.

    Tenía un gran vacío interno que me impedía identificarme conmigo mismo como persona, por eso consumía para amortiguar esta sensación e incluso esta convicción cuando la detectada, y si de por sí estoy perdido en el vacío con el consumo vivo con nula claridad acerca de quién en verdad soy y me niego ante cualquier posibilidad de ser digno a mis propios ojos. En estas condiciones, mi adicción, mis emociones negativas, mi pensamiento erróneo no me permite conectarme con mi espíritu y entonces me quedo en un nivel muy superficial, y aunque requiero de cariño y amor, en el fondo siento que no lo merezco, a pesar de tanto añorarlo, y por eso me sentía interna e inmensamente solo.

    Quería contrarrestar mi sensación de soledad aún en el más concurrido lugar, porque mi mente y mis emociones me aíslan, y si a esto le agrego que mi adicción me va arrinconando al grado de consumir solo, voy aumentando un grado de dependencia emocional y psicológica a la sustancia porque pienso “que es lo único que me ayuda”, de hecho fui perdiendo mi dignidad porque creía que estaba destinado a sufrir; sentía que no merecía amor ni ser feliz; le tenía miedo al éxito y me auto-saboteaba; buscaba que los demás aprobaran siempre lo que hacía; sentía envidia ante las personas que “triunfaban”; no confiaba en mis propias ideas; admitir que me equivocaba me hacía sentir menos que los demás; no sabía decir ¡sí! ni  decir cuando era necesario; no sabía decir ¡no! cuando era debido.

    Tal era esta necesidad de agradar, de aprobación de reconocimiento que mi dependencia por las personas va encontrando obstáculos por si me comparaban constantemente con otras personas “de mayor éxito”, “que controlaban su bebida”, “que sabían dónde, cómo y con quién tomar”, “que no cometían errores”; también influía que sentía que me condicionaban el amor que recibía pues así pensaba de todas las señales de alarma para que dejara de consumir; si recibía más críticas que elogios porque menospreciaban todos mis logros y solamente se fijaban “en mis pequeños errores cuando bebía de vez en cuando”; al ser rechazado porque no aceptaban mis sentimientos o me impedían expresarlos, seguro olvidaba que nunca los manifestaba a menos que consumiera; mi inseguridad porque abusaban de mí emocionalmente con palabras hirientes y demostraban que no tenían ningún respeto por mí, dejaba de lado que yo era quien ofendía, agredía y pasaba por encima de cualquier situación estando intoxicado.

    Con el paso del tiempo en el Programa voy adquiriendo la Autoestima necesaria para no querer dominar a las personas ni depender de ellas, gracias a practicar el Tercer Paso de una dependencia de mi Poder Superior, y voy teniendo Autoeficacia que significa confianza en el funcionamiento de mi mente, en mi capacidad de pensar, en los procesos por los cuales juzgo, elijo, decido; confianza en mi capacidad de comprender los hechos de la realidad que entran en la esfera de mis intereses y necesidades; confianza cognoscitiva en mí mismo; y Autodignidad que quiere decir seguridad de mi valor; una actitud afirmativa hacia mi derecho de vivir y de ser feliz; comodidad al expresar apropiadamente mis pensamientos, deseos y necesidades; sentir que la alegría es mi derecho natural.

    El Paso Doce me recuerda estas actitudes de intentos de dominar o depender de las personas diciéndome que es algo malsano, y me llama poderosamente la atención que lo mencione cuando se supone que ya he recorrido los once pasos anteriores y “debo tener bastante espiritualidad”; sin embargo precisamente para que no lo olvide, para que tenga presente cuales son las únicas dependencias sanas es que tengo que hacer un alto para repasar como, por un día a la vez, he ido recobrando mi dignidad así como he tenido que ir aprendiendo a reconocer la dignidad de los demás.

    Gracias al Programa puedo decir que nada me sorprende más que la capacidad del ser humano de autodignificarse a sí mismo a través de la dependencia en Dios, en los principios espirituales del Programa y de mi grupo, logrando ser un ser humano respetuoso conmigo mismo y con los demás, ser tolerante, crecer en mis fortalezas, dejar que Dios elimine mis debilidades, ser franco, sincero y honesto en mis pensamientos, sentimientos y actos, hacer a un lado el temor de expresar mis sentimientos y tener valor de marcar mis límites.

    La dignidad la he ido adquiriendo a través de mi auto-conocimiento por mi historial, mis consecuencias, mi inventario moral, por reconocer la naturaleza exacta de mis defectos de carácter, por estar dispuesto y tener la humildad de pedir que Dios elimine mi defectos de carácter; porque he aprendido a perdonar, a pedir perdón y a reparar; porque detecto, admito y corrijo; porque estoy en la constante búsqueda de la Voluntad de Dios y de la solicitud de fortaleza para cumplirla; porque trabajo con otros como yo y porque hago de mi vida diaria una práctica auténtica de los principios espirituales. En fin al ser digno soy capaz de identificar lo que no puedo cambiar y trabajar duro en lo que sí puedo.

    El Programa de recuperación me ha regalado saber que soy merecedor de amor y respeto; reconocer que importo y que tengo valor porque existo; me doy cuenta que tengo algo valioso que compartir y dar a los demás, en especial a mis compañeros; respeto y me doy a respetar.
    En realidad hoy realmente me siento vivo y digno, gracias a haber reconocido mi total falta de dignidad, mi ausencia de autoestima, mi dependencia emocional, mi deseo de dominar y controlar a los demás; en sí la verdadera esencia de mi enfermedad de la adicción.

    Albert Einstein dijo: “Vivimos en el mundo cuando amamos. Sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida” , esto es una total realidad en el mundo de la recuperación.

    Felices 24 horas de auto-dignidad, auto-estima y auto-amor.

    error: Content is protected !!