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REFLEXIONES DIARIAS AA 12 ENERO

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    12 ENERO

    «ACEPTAR NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS ACTUALES»

    Nuestro primer problema es aceptar nuestras circunstancias actuales, tales como son, a nosotros mismos, tales como somos, y a la gente alrededor nuestro tal como es. Esto es adoptar una humildad realista, sin la cual no se puede empezar a hacer progresos. Una y otra vez, tendremos que volver a este punto de partida poco halagüeño. Es un ejercicio de aceptación que podemos practicar provechosamente cada día de nuestras vidas.

    Estos reconocimientos realistas de los hechos de la vida, siempre que evitemos diligentemente convertirlos en pretextos poco realistas para la apatía y el derrotismo, pueden ofrecernos una base segura, sobre la cual se puede establecer una más estable salud emocional y, por lo tanto, un más amplio progreso espiritual.

    — COMO LO VE BILL, p. 44
    reflexiones diarias 12 enero

    Cuando me resulta difícil aceptar a la gente, los lugares y los acontecimientos, vuelvo a leer estos párrafos y me libran de muchos de los temores ocultos que tengo respecto a otra gente o a las circunstancias que la vida me presenta. Este pensamiento me hace posible ser humano y no perfecto, y recobrar la tranquilidad de espíritu.

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    “Tuve que sufrir con mis emociones negativas a tal grado que al no soportarlas consumía y al consumir sé potenciaban de una manera totalmente desbocada”.

    Hola!, buen domingo. Aceptar el mundo tal cual es no me es fácil porque precisamente consumía para “crear un mundo a mi medida y mis deseos”, “para tener ideas grandiosas que resuelven todo”, “para cambiar a las personas”, “para aconsejarles que hacer”; incluso sin consumir mi egolatría hace que “me sienta el centro del universo”, “ser el dios de mi propia razón”.

    Tuve que sufrir con mis emociones negativas a tal grado que al no soportarlas consumía y al consumir sé potenciaban de una manera totalmente desbocada.

    El dejar de consumir es una gracia que me otorga Dios, y Él es quien me devuelve el sano juicio, si es que algún día lo tuve, entonces al comenzar a tener una nueva vida y el principio de un simple y primer despertar espiritual consistente en no beber comienzo a darme cuenta que las personas y las circunstancias son iguales antes y después de que comienzo a dejar de consumir, nada ha cambiado, ni siquiera yo porque lo  único distinto es que no consumo.

    Al ir pasando varias veinticuatro horas empiezan a suceder cambios en mi personalidad, Dios me va regalando un nuevo estado de conciencia, y mi egoísmo con su careta de soberbia me dice “si yo estoy bien, todo y todos están bien”; olvido que las personas a mi alrededor están lastimadas, que tienen sus propios resentimientos, sus propios miedos, incluso que tienen su propia enfermedad en su estabilidad emocional.

    La humildad es la verdad, así que de esta manera debo con humildad amar a los demás cómo son y no cómo yo quiero que sean; querer lo que tengo y no tener lo que quiero; respetar a mis enemigos y a quienes no me quieren bien; buscar comprender y no ser comprendido; buscar consolar y no ser consolado; buscar amar y no ser amado; perdonar para que así Dios me perdone; porque para encontrarme realmente debo olvidar y reducir mi egoísmo (olvidarme de mí mismo).

    Debo pedir a Dios me otorgue la fortaleza para ser paciente y soportar la ira, la crítica, la ofensa; para tomar decisiones con amor adulto; para aguantar los desplantes de los demás y sus aires de superioridad y/o de víctima; incluso para no inquietar me con su agresividad y violencia.

    Debo ser tolerante para pedir a Dios me otorgue la posibilidad de ponerme en el lugar del otro y prestarle un momento la razón, de tal forma que pueda ver y tratar de comprender porque actúa de determinada manera, que le causa  esa fibra de ser, de dónde surge todo el veneno que transmite.

    El Libro Grande me enseña que debo recordar y tener presente que es necesario que trate a los demás con el debido cuidado y tolerancia que trato a mis compañeros porque los demás están enfermos.

    Yo estoy convencido que no hay nadie que en un mayor o menor grado no esté enfermo de sus emociones negativas, entonces tengo que aprender a vivir con serenidad en inmundo donde hay un choque de egos e instintos naturales constante.

    No puedo cambiar a nadie, apenas y con la ayuda de Dios puedo cambiarme a mí mismo. Entonces tengo que admitir mi impotencia ante las personas y las situaciones para pedirle a Dios que Él entre primero y me dé la guía para que se resuelvan.

    Al poner mi vida y mi voluntad al cuidado de Dios formalizo el tercer pago diciendo “Hágase en mi y a través de mi Tu Voluntad”.

    En los inicios de AA, en Cleveland y Akron, no les gustaba la Oración de la Serenidad porque no había surgido de la comunidad de alcohólicos, una muestra muy clara del egoísmo y soberbia de los adictos, su molestia con Nueva York por haberla adoptado (puro resentimiento), en síntesis porque no querían aceptar el mundo cómo es, un dejo de la mentalidad adictiva.

    Ahora entiendo porque Bill W. hizo suya la Oración de la Serenidad y la consideró tan importante, porque me regala constantemente la humildad para aceptarme cono soy y admitir la vida cómo es, con sus personas y circunstancias.

    ¡Dios concédeme la Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar;
    el Valor para cambiar las que sí puedo; y la Sabiduría para discernir la diferencia!


    !Hágase Tu Voluntad y no la mía!


    !Qué así sea!

    Y !!!Ánimo!

    Felices 24 horas.

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