Saltar al contenido

REFLEXIONES DIARIAS AA 26 ENERO

    Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

    26 ENERO

    «RIGUROSA HONESTIDAD»

    ¿Quién quiere ser rigurosamente honrado y tolerante? ¿Quién quiere confesar sus faltas a otra persona y reparar los daños causados? ¿A quién le interesa saber de un Poder Superior, sin mencionar la meditación y la oración? ¿Quién quiere sacrificar tiempo y energía intentando llevar el mensaje de A.A. al que todavía sufre? No, al alcohólico típico, extremadamente egocéntrico, no le interesa esta perspectiva — a menos que tenga que hacer estas cosas para conservar su propia vida.

    — DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 22

    Yo soy alcohólico. Si bebo me moriré. ¡Santo Cielo, qué poder, qué energía y qué emoción genera en mí esta simple declaración! Pero realmente, es todo lo que yo necesito saber hoy.

    ¿Estoy deseoso de permanecer vivo hoy? ¿Estoy dispuesto a mantenerme sobrio hoy? ¿Estoy dispuesto a pedir ayuda y estoy dispuesto a dar ayuda a otro alcohólico que esté sufriendo hoy? ¿Me doy cuenta de la naturaleza mortal de mi situación? ¿Qué debo hacer hoy, para permanecer sobrio?

    Del libro Reflexiones diarias
    Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.

    La verdad es que hoy he aprendido que mi verdadera enfermedad es el egoísmo, y entonces sabía soportar como víctima.

    En la actividad yo creía ser honrado y tolerante; creía que reparaba los daños que hacía; estaba seguro que no sólo creía en Dios sino que tenía fe, que sabía orar; creía que ayudaba a los demás; en fin, creía que era “una buena persona”.

    La verdad es que hoy he aprendido que mi verdadera enfermedad es el egoísmo, y entonces sabía soportar como víctima; sabía esperar para la revancha; sabía dar esperando recibir; sabía comprar deseando afecto, amor y respeto; sabía ayudar para que me considerarán magnánimo, poderoso y una gran persona; sabía orar para jugar al trueque con Dios; sabía rezar para que demostrar cuánta fe tenía y que religioso era; en fin sabia y creía pero no vivía en plenitud nada; mi necesidad de seguridad, de reconocimiento; de aceptación; de amor; de prestigio; de poder; de riqueza; en fin mi necesidad de afianzarme en la vida con mi soberbia, mi autocompasión, mi envidia, mi ira y mis instintos materiales desbocados no permitieron que existiera una congruencia entre mi deseo de ser hombre y la incongruencia de ser un remedo humano.

    El egoísmo fue lo que predominó porque todo giraba alrededor de mi beneficio, de mi perjuicio, de mis sentimientos, de mis pensamientos, de mis necesidades y mis deseos fueran legítimos o ilegítimos.

    En ese girar alrededor de todas esas exigencias externas es que invertí la forma adecuada de vivir, pues comencé a requerir como indispensable todo lo externo y acomodar, conforme a las exigencias de la vida material, todo mi ser interior tergiversando mi condición espiritual.

    No todo lo que realicé antes de beber, bebiendo, sin beber, aún en abstinencia con un poco de sobriedad fue desastroso y falto de sinceridad, paciencia, desinterés, amor y fe; sin embargo todo ello quedaba destruido, borrado, aniquilado y olvidado por mi falta de sano juicio y por mi compulsión activa por beber, no sería rigurosamente honesto descalificarme en todo.

    Hoy he ido aprendiendo a tener una sobriedad activa sustentada en la espiritualidad que implica aceptar que soy impotente ante el alcohol, que soy impotente ante el pensamiento adictivo; que soy impotente ante mis emociones negativas; que soy impotente ante mis obsesiones; y que soy impotente para vivir bien.

    Una espiritualidad que me permite ser sincero (honrado u honesto), practicando ser congruente entre lo que pienso, lo que digo y lo que hago y así en muchas ocasiones combatir lo que siento.

    Una espiritualidad que me hace ser tolerante para ponerme en el lugar del otro y comprenderlo; prestarle la razón al otro para intentar entender su pensamiento y su forma de actuar.

    Una espiritualidad que se practica con verdadero amor a Dios y a mis semejantes, que puedo practicar a través de un auténtico interés por los otros.

    Cuando me preguntaron si estaba dispuesto a cualquier cosa para dejar de beber, no dudé en decir que sí, aún y cuando no estuviera muy convencido; ahora con el tiempo jamás dudo y estoy plenamente convencido; después me han preguntado que si estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para dejar de sufrir y no dudo en decir que sí; entonces se ha actualizado la pregunta si estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para vivir el programa, inmediatamente mi mente dice: “pues qué me van a pedir”, y la respuesta correcta es calma porque es un programa de un día a la vez, con una clara prioridad para entender que primero es lo primero, sin prisas ni grandiosidades porque poco a poco se va lejos, con un gran respeto por mi individualidad y la de los demás al decirme vive y deja vivir; al enseñarme que no se trata de conceptos de alto grado de intelectualidad sino de buena voluntad haciéndomela simple.

    ¿Qué debo hacer para ser sobrio?, es la pregunta que me repito porque sé que la sobriedad no es una manera de estar sino una forma de vivir.

    La respuesta está, para mi, en el Libro Alcohólicos Anónimos y su programa fuente de todo el despertar espiritual que es un presente que me ha dado Dios.

    Felices 24 horas de sinceridad.

    error: Content is protected !!