Aceptemos la realidad
El fracaso, la muerte, el divorcio, la enfermedad, la traición, todo esto es parte del mundo en que vivimos. Mortificados, buscamos en nuestra mente la explicación, pero no somos capaces de obtener respuestas satisfactorias. Rezamos pidiendo serenidad para aceptar la realidad de la vida.
Antes tratĆ”bamos de negar la realidad comiendo en exceso, pero lo Ćŗnico que conseguĆamos era que nuestra realidad fuera peor. A menudo nos sentimos como si estuviĆ©ramos en un largo camino de subida. Que no se nos olvide que si no fuera por la abstinencia y por nuestro Poder Superior, rĆ”pidamente nos irĆamos cuesta abajo.
Sea cual sea nuestra situación, es mejor encararla con franqueza que engañarnos a nosotros mismos con exceso de comida. Ninguno escapamos al dolor y al sufrimiento. Al entregarle éstos a nuestro Poder Superior, nuestras penalidades nos fortalecen, en vez de destruirnos.
Que tengamos el valor y la fortaleza para aceptar la vida como es.