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41.FORTALEZA

     
     
     
     

     
    FORTALEZA MENTAL
    Las emociones negativas las tenemos si antes se produce un pensamiento irracional. A veces decimos frases como esta: “Es que tal persona me pone de los nervios”, esto no es así, esa persona hace algo, tú piensas que es terrible eso que ha hecho esa persona y debido a lo que piensas sobre lo que hecho esa persona, tú solo te generas una emoción negativa y “te pones de los nervios”.
    Ya el filósofo Epicteto en el siglo I d. C. decía “no nos afecta lo que nos sucede sino lo que pensamos sobre lo que nos sucede”, a veces los mismos acontecimientos a las personas les afectan de manera distinta. Nosotros tenemos que conseguir tener un diálogo interno realista porque cuando somos vulnerables a nivel emocional todo lo vemos terrible, es la “terribilitis” y vemos como terribles cosas que no lo son. Cada vez que nosotros a nosotros mismos con nuestro diálogo interno, nos decimos que lo que nos está sucediendo es terrible, nos estamos provocando una emoción negativa.
    En el diálogo interno está todo el juego de la fortaleza emocional. Esto no es pensamiento positivo, no es psicología de pensamiento positivo. La psicología de pensamiento positivo sería repetirnos a nosotros mismos que todo va bien. Éste no es un pensamiento realista porque no todo siempre va bien, igualmente no todo siempre es un desastre. No sirve de nada repetirnos como un loro que todo va bien, sino que lo que tenemos es que convencernos de que lo que nos sucede no es tan terrible. Tenemos que darnos argumentos a nosotros mismos para convencernos y creernos en lo profundo de nuestro corazón que no hay nada terrible y es entonces cuando las emociones negativas se van.
    Tenemos muchos ejemplos de situaciones en las que con frecuencia terribilizamos:
    “Como no tengo novio, mi vida es terrible, nadie me quiere, estoy sola”, con esta afirmación estamos exigiendo que para ser feliz necesitamos un novio y como nuestra exigencia no se cumple vemos la situación como terrible. Sin embargo esta exigencia si la convertimos en preferencia y nos la creemos “Me gustaría tener novio, no tener pareja es un poco malo pero sin pareja yo puedo hacer cosas valiosas en mi vida por mi y por los demás”, entonces las emociones nos van a acompañar.
    Nosotros tenemos muchas exigencias sobre la realidad. Las exigencias las podemos clasificar en tres grupos:
    – “Debo hacer las cosas bien o muy bien”, con esta exigencia nos podemos volver muy débiles a nivel emocional. Nos tenemos que decir “Me gustaría hacer las cosas bien o muy bien pero si no es así tampoco será el fin del mundo”.
    – “La gente me debería tratar siempre bien”. Esto no va a pasar siempre y es que además no necesitamos que la gente nos trate bien para ser felices, esta exigencia tenemos que transformarla en preferencia “Me gustaría que la gente me tratara bien pero si no es así yo puedo ser igualmente feliz”.
    – “La vida en general me tiene que ser favorable”, esta exigencia se tendría que transformar en preferencia “Me gustaría que la vida en general me fuera favorable, pero si no es así yo puedo hacer cosas valiosas por mi y por los demás”.
    Una de las claves para tener fortaleza emocional es practicar “la renuncia”. Saber renunciar mentalmente a las cosas. Darnos cuenta que nada es necesario, sólo necesitamos el agua y la comida del día, de todo lo demás podemos renunciar y podemos practicar a renunciar mentalmente. La práctica de la renuncia mental está en todas las religiones, en todas las escuelas de filosofía y también en la psicología. Debemos ser capaces de renunciar si es que tenemos que hacerlo.
    Los budistas nos hablan de la renuncia y del desapego, el desapego es fundamental para ser feliz. Hay una historia que cuenta lo siguiente:
    “Un individuo está en su casa y de repente le pican a su puerta y le dicen, señor ha tenido la suerte de que en un sorteo le ha tocado el primer premio y por ello le entrego un millón de euros, un deportivo y una casa de veraneo. Al día siguiente le vuelven a picar a su puerta y le dicen que deben darle una mala noticia. Ayer se cometió una equivocación y todo lo que le dije que le había tocado, era un error, me lo tiene que devolver. El señor se quedó neutro y no le supuso ningún esfuerzo entregar todo el premio que supuestamente el día anterior había ganado”.
    Esta es la actitud que tenemos que tener todos ante la vida. No apegarnos a las cosas buenas, porque hoy las tengo y mañana no. Ni un millón de euros, ni una casa, ni un Ferrari nos dan la felicidad. La felicidad hay que llevarla dentro, las cosas materiales no nos van a dar la felicidad, cuando nos demos cuenta de que podemos renunciar a todas estas cosas materiales habremos avanzado.
    Pero la renuncia no sólo hay que trabajarla con lo material, también tenemos que trabajar la renuncia a nivel psicológico: Tenemos que ser capaces de renunciar a la pareja, renunciar a estar entretenidos, a quedarnos un fin de semana sin hacer nada. Si conseguimos no decirnos tonterías y tener un diálogo interno realista puede ser un fin de semana que puede estar muy bien. El aburrimiento nunca ha matado a nadie.
    Si conseguimos calmarnos a partir de un diálogo interno realista y si conseguimos renunciar tanto a lo material como a lo psicológico, veremos que empezaremos a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, disfrutaremos sólo observando la noche, los colores, saboreando una comida…
    Otro punto importante para dejar de ser vulnerables emocionalmente, es dejar de quejarnos. Si estamos preocupados lamentándonos perderemos la tranquilidad.
    Podemos trabajar esto, preguntándonos periódicamente cosas como estas:
    – ¿Sería capaz de vivir sin pareja para el resto de mi vida?. Sí, pues podría hacer cosas valiosas por mi y por los demás.
    – ¿Podría vivir sin un estatus social, siendo estúpido y haciendo el ridículo?. Sí, porque así también podemos hacer cosas valiosas por mi y por los demás. La gente con síndrome de Down ofrece amor, no inteligencia pero sí amor. Ser tonto puede ser una cualidad que puede estar bien, no tiene por qué haber ningún problema.
    – ¿Sería capaz de ser feliz sin entretenimiento?. Sí, un ejemplo es el budismo y el budismo zen. La meditación zen se parece a la psicología cognitiva. Estar sentados mirando una pared durante una hora cada día, fijándonos sólo en la respiración puede ser una actividad de gran disfrute. La gente que practica este tipo de meditación, mejora mucho a nivel emocional. Lo que nos enseña este tipo de meditación es que esta actividad de mirar la pared puede ser aburrida, pero no pasa nada y sin hacer mucho, nos podemos dar cuenta de que podemos estar muy bien. Descubrimos el confort de la existencia, sólo necesitamos estar vivos para estar bien, haciendo este tipo de reflexión los budistas dicen que calmamos “el mono loco” que hay en nuestra cabeza.
    Cuando nos encontramos mal, nos solemos decir a nosotros mismos “estoy mal, debería hacer esto y aquello para no estar mal… ¿Qué podría hacer para estar mejor? y entonces es cuando la vamos liando nosotros solos. Un budista y un psicólogo cognitivo nos dirían: no tienes que hacer nada cuando te encuentras mal, la clave está sólo en calmarse. No necesitamos tantos placeres para estar bien, son placeres compulsivos que si que nos pueden llenar un poco pero ya está, lo ideal sería poder estar sereno sabiendo que sólo necesitamos estar vivos para estar bien.
    – ¿Sería capaz de vivir sin tener habilidades?. Pues sí. Si alguien se valora a si mismo y a la gente en función de las habilidades que es capaz de hacer, es porque está un poco loco. No podemos ser hábiles en todo, con según que círculo de gente nos comparemos siempre nos sentiremos muy poco hábiles. Además en cualquier circunstancia siempre podremos hacer cosas valiosas por nosotros mismos y por los demás y hacer de nuestra vida algo vibrante. Podemos amar a los demás, cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente, hacer las cosas con cariño, no hay que correr, escoger bien lo que quiero o no quiero hacer.
    Si cambiamos nuestra manera de pensar se nos abre un mundo de posibilidades, hay que hacer las cosas sin presión, si hago lo que me he propuesto bien y, si no lo hago no va a pasar nada porque ya haré otras cosas. Si nos quitamos presión a nosotros mismos y a los demás conseguiremos tener una vida vibrante siempre fijándonos en lo que tenemos y en lo que podemos hacer y no en lo que no tenemos y en lo que no podemos hacer. Entonces es cuando empezamos a disfrutar.
    El budismo zen dice: “Cada cosa que hagas, préstale atención, haz que sea un tesoro”. Hay que intentar hacer las cosas con cariño. “Trata los alimentos como si fuesen tus ojos, como si fueses tú mismo porque como tratas a las cosas, es como te tratas a ti mismo”.
    Cambiar el chip no es difícil, no hace falta irse a ningún monasterio a meditar. Lo único que necesitamos es perseverancia. Cada día hay que revisar lo que nos ha puesto triste, nerviosos, lo que nos ha enfadado… y hacernos las siguientes preguntas:
    – ¿Qué acontecimiento ha sucedido para que me haya puesto así?
    – ¿Por qué me he puesto así?, que es lo que me he dicho a mi mismo para ponerme así. En esta pregunta siempre surgen exigencias, estamos exigiendo una serie de cosas (que me traten bien, que las cosas de la vida me sean favorables, hacer las cosas bien…). Hay que transformar esas exigencias en preferencias: “Me gustaría que la lavadora no se hubiera estropeado, pero que se haya estropeado la lavadora no me va a impedir tener un día maravilloso”.
    Por lo tanto la clave está en:
    – Detectar que es lo que nos pone mal.
    – ¿Por qué nos ponemos mal?. ¿Qué diálogo interno estamos teniendo?
    – Hay que cambiar ese diálogo interno, transformar las exigencias en preferencias y hacer esto con mucha perseverancia.
    El cambio lo podemos hacer solos, con los libros… pero si no somos capaces es bueno hacer terapia con un psicólogo cognitivo que nos guíe. En el fondo es todo un proceso de renuncia mental “si fuera necesario podría renunciar…”.
    San Francisco de Asís decía: “Cada día necesito menos cosas y las pocas que necesito las necesito muy poco”.
     
    COMO SER FUERTE
    Cuando nos enfrentamos a circunstancias difíciles, ¿por qué algunas personas fracasan y caen en una espiral hacia la autodestrucción, mientras que otros sobreviven e incluso prosperan una vez que pasa la tormenta? Nadie es inmune a la adversidad, pero algunas personas parecen ser más capaces de hacerle frente a las condiciones más adversas y recuperarse de ellas. A continuación te presentaremos algunas maneras para desarrollar tu propia fuerza mental, física y espiritual.
    1.-SER FUERTE MENTALMENTE
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    Recuerda que tienes el control. La fuerza implica tener poder y ser capaz de afectar la vida de uno mismo, mientras que la debilidad implica ser impotente e indefenso. Sea cual sea tu circunstancia, hay cosas que podrás controlar y cosas que no. La clave es centrarse en las cosas que puedes controlar. Haz una lista de aquello que te preocupa, después haz una lista de todas las cosas que puedes mejorar para cada situación. Acepta los puntos de la primera lista (son lo que son) y enfoca tu energía en la segunda lista.

    • En ciertos estudios de personas con un alto cociente de adversidad, se ha observado que las personas resistentes siempre encuentran algún aspecto de cualquier situación que pueden controlar y también se sienten responsables de tomar medidas para solucionar la situación, aunque dichas dificultades hayan sido causadas por otra persona. Sin embargo, las personas que tienen un cociente de adversidad bajo ignoran las oportunidades para tomar medidas y desvían su responsabilidad, suponiendo que por el hecho de no haber originado dicha situación, no deben ser los encargados de remediarla

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    Elige tu actitud. En ocasiones nos encontramos con situaciones en las que realmente somos incapaces de lograr un cambio. Aunque esos tiempos sean desafiantes, aun así tendrás el control porque pase lo que pase, siempre podrás controlar tu actitud hacia la vida. Como Víctor Frankl dijo: “Nosotros que hemos vivido en campos de concentración podemos recordar a los hombres que caminaban a través de las cabañas para consolar a otros, regalando su último pedazo de pan. Si bien fueron pocos, demostraron que a un hombre se le puede quitar todo menos una cosa, la última de las libertades humanas: poder elegir su actitud ante un determinado conjunto de circunstancias, elegir su camino propio”. Independientemente de lo que esté sucediendo,sé positivo.

    • Si alguien está haciéndote la vida imposible, no dejes que aplaste tu espíritu. Continúa estando orgulloso, ten esperanza y recuerda que esa actitud es algo que nadie podrá arrebatarte. “Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento”, dijo Eleanor Roosevelt en cierta oportunidad.
    • Trata de no dejar que ninguna crisis o dificultad en un área de tu vida se extienda a otras. Si estás enfrentando grandes dificultades en el trabajo, por ejemplo, no estés irritable con tu pareja cuando su única intención era tratar de ayudarte. Elimina los efectos secundarios de tus dificultades mediante el control de tu propia actitud. La gente resistente no hace una catástrofe de cada problema ni deja que los acontecimientos negativos tengan un efecto dominó en sus vidas.
    • Si te ayuda, recuerda recitar la oración de la serenidad: “Otórgame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar lo que puedo y la sabiduría para saber la diferencia”.

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    Redescubre el entusiasmo por la vida. Las personas fuertes emocionalmente consideran cada día como un regalo. Tratan de estructurarlos de modo que aprovechen al máximo ese regalo. Recuerda cuando eras niño y te emocionaban las maravillas más simples de la vida: jugabas con las hojas durante el otoño, dibujabas un animal ficticio y comías galletitas. Busca tu niño interior. Sé ese niño interior. Tu habilidad para ser fuerte mental y emocionalmente dependerá de ello.
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    Ten fe en ti mismo. Has llegado hasta aquí. Podrás pasar otro día más y si te tomas sólo un día a la vez o incluso un momento a la vez, podrás sobrevivir todo aquello por lo que estés pasando. No será fácil y tú no eres invencible, así que da pasos pequeños. Cuando sientas como si estuvieras a punto de desmoronarte, cierra los ojos y respira profundamente. Recuerda esto durante tu búsqueda:

    • No escuches a los pesimistas. Siempre habrá gente que dude de ti por cualquier motivo. Tu trabajo no consiste en escucharlos ni al final demostrarles que estaban equivocados. No dejes que te quiten la esperanza sólo porque han perdido la suya. El mundo está prácticamente rogando para que lo transformes. ¿Qué estás esperando?
    • Piensa en aquellas ocasiones que tuviste éxito. Úsalas como motivación durante tu travesía. Ya sea el trabajo de clase que te salió estupendo, la persona a quien le querías hablar o el nacimiento de tu hijo, haz que nutra tu deseo de ser una persona más fuerte y adaptada. ¡Lo bueno sólo proviene de lo bueno!
    • Intenta, intenta y sigue intentando. Habrá algún momento en que dudes de ti mismo por haber intentado algo y fracasar. Pero, ¿sabes qué? Eso es sólo parte de la travesía, un capítulo del libro. En lugar de renunciar porque fracasaste y de deprimirte por ello, toma una perspectiva más extensa, un ángulo más amplio. Vuélvelo a intentar. Ten presente que el éxito se construye a partir de una escalera de fracasos.

     
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    Escoge tus batallas sabiamente. ¿Acaso es necesario que cada minucia que te exaspera (cuando un colega te pregunta algo o cuando un conductor te corta el camino) lo haga? Pregúntate por qué y si esas cuestiones son importantes. Trata de reducir tu vida a unos cuantos valores fundamentales que signifiquen muchísimo para ti y no te preocupes por nada más. Tal como Sylvia Robinson dijo cierta vez: “Algunas personas piensan que aferrarse a algo los hace fuertes, a veces es mejor dejarlo ir”.
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    PARA SER FUERTE.-
    No veas en los obstáculos una fuente de problemas, descubre en ellos la oportunidad de superarte y enfréntalos con valentía.
    Un día, una pequeña abertura apareció en un capullo; un hombre se sentó y observó a la mariposa por varias horas, mientras ella se esforzaba para hacer que su cuerpo pasase a través de aquel pequeño agujero.
    En tanto, parecía que ella había dejado de hacer cualquier progreso. Parecía que había hecho todo lo que podía, pero no conseguíaagrandarlo. Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa: el tomó una tijera y abrió el capullo. La mariposa pudo salir fácilmente, pero su cuerpo estaba marchito, era pequeño y tenía las alas arrugadas.
    El hombre siguió observándola porque esperaba que, en cualquier momento, las alas se abrieran y estirasen para ser capaces de soportar el cuerpo, y que éste se hiciera firme.
    ¡Nada aconteció! En verdad, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo marchito y unas alas encogidas. Ella nunca fue capaz de volar.
    Lo que el hombre, en su gentileza y su voluntad de ayudar no comprendía, era que el capullo apretado y el esfuerzo necesario para que la mariposa pasara a través de la pequeña abertura, era la forma en que el creador hacía que el fluido del cuerpo de la mariposa, fuese a sus alas, de tal modo que ella estaría lista para volar, una vez que se hubiese liberado del capullo.
    Algunas veces, el esfuerzo es exactamente lo que necesitamos en nuestra vida. Si Dios nos permitiese pasar por nuestras vidas sin encontrar ningún obstáculo, nos dejaría limitados. No lograríamos ser tan fuertes como podríamos haber sido.
    Nunca podríamos volar.
    Pedí fuerza…………. y me dio dificultades para hacerme fuerte.
    Pedí sabiduría…….. y me dio problemas para resolver.
    Pedí prosperidad…. y me dio cerebro y músculos para trabajar.
    Pedí valor…………… y me dio obstáculos para superar.
    Pedí amor…………… y me dio personas con problemas a las cuales ayudar.
    Pedí favores……….. y me dio oportunidades.
    Yo no recibí nada de lo que pedí…
    Pero he recibido todo lo que necesitaba.
    Vive la vida sin miedo, enfrenta todos los obstáculos y demuestra que puedes superarlo!!!.
    PERSEVERANCIA, ESTA ES LA PALABRA JUSTA!!!
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    ENTRENAMIENTO MENTAL. La mente es como un musculo, hay que entrenarla y hacer de vez en cuando higiene mental, deshaciendose de la basura que no sirve para nada.Y quedarse con lo que si funciona
    cuando los vientos soplen fuertes no perdamos la fe, las perlas llegan a la playa con las tempestades.
    ningun mar en calma hizo experto a un marinero
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    EDUCAR A NIÑOS EMOCIONALMENTE FUERTES, ENSEÑALOS A
    1.TOMAR DECISIONES. Si tienen algun problema, no lo resuelvas por ellos, ofreceles estrategias o guias para que lo hagan por si mismos. Si se equivocan jamas los reprendas. Ayudales y enseñales que en la vida tambien hay fracasos
    2.OFRECELES AUTONOMIA DENTRO DE UNOS LIMITES.Los dos progenitores deben estar de acuerdo en que pautas educativas hay que aplicar, delimitar que se va a permitir, que horarios establecer, que prohibir y que negociar. Es un modo de que puedan sentirse capaces y seguros de si mismos
    3. NO INTENTES COMPENSAR EL TIEMPO QUE NO PUEDES PASAR CON ELLOS. Al no poder pasar con ellos todo el tiempo que nos gustaria, acabamos cayendo en el recurso facil de compensarles con un regalo. Es un gran error. Compensales con calidad de vida
    Cae siete veces, levántate ocho
    Aunque no lo creas, tienes fuerza para superar una y mil adversidades. No temas ni rechaces las emociones negativas, puesto que te ayudan a crecer. Recuerda que todo lo que vivimos nos hace más sabios, y más fuertes.
    Los contratiempos nos sorprenden por su capacidad para hacernos mirar la situación desde otra perspectiva. Merece la pena luchar por lo que quieres, así que no te rindas
    Me gusta el verbo “resistir”. Resistir a lo que nos aprisiona, a los prejuicios, a los juicios precipitados, a las ganas de juzgar, a todo lo que es malvado en nosotros y que solo quiere expresarse, a las ganas de abandonar, a la necesidad de quejarse, a la necesidad de hablar de uno mismo en detrimento del otro, a las modas, a las ambiciones malsanas, al desconcierto ambiente. Resistir, y… sonreír.
    EMMA DANCOURT

    Suele ser complicado levantarse tras una caída. Nos duele el cuerpo, nos hemosherido y puede que no encontremos puntos de apoyo para volver a ponernos en pie. Sin embargo, a pesar del dolor, merece la pena resurgir.
    Si hoy eres fuerte es porque algún día fuiste débil y lo superaste. Es algo de lo que hay que estar orgulloso, porque cuando algo se complica asumimos con ello una gran cantidad de aprendizajes.

    La historia de las dos ranas, un ejemplo de resistencia

    Una vez, dos ranas que cayeron en un recipiente de crema y sintieron que se hundían. Era complicado nadar o flotar mucho tiempo en aquella masa espesa como arenas movedizas.
    Al principio, las dos patalearon en la crema para llegar al borde del recipiente y solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar. Una de ellas dijo en voz alta:
    –No puedo más. Es imposible salir y, ya que voy a morir, no veo para que prolongar este dolor. No tiene sentido morir agotada por un esfuerzo estéril.
    Y dicho esto, dejo de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco. La otra rana, más resistente o quizás más tozuda, se dijo:
    –Es muy difícil avanzar en esta cosa, pero seguiré intentando a ver si encuentro el camino adecuado. No me daré por vencida, lucharé hasta mi último aliento, todo el tiempo que sea necesario y que pueda soportar.
    Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar un centímetro. Horas y horas. Y, de pronto, de tanto patalear y agitar, agitar y patalear… La crema se transformó en manteca.
    La rana sorprendida dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente; desde allí, se fue croando alegremente de regreso a casa.

    ¿Cuál es la enseñanza que debemos extraer de esta historia?

    Nunca debemos rendirnos. Siempre hay una posibilidad de salir a floteaunque nos parezca descabellada o no la contemplemos. De hecho, las situaciones adversas suelen sorprendernos por su capacidad para hacernos mirar la situación desde diferentes perspectivas.
    Créate un lema: persiste, insiste y resiste. A pesar de los bandazos y del viento en contra, después de la tormenta siempre llega la calma.

    Acepta la vida con sus más y sus menos

    El objetivo nunca es llegar a la cima de la montaña, sino poder pararnos en cada tramo y contemplar lo que cada paisaje nos tiene que contar.Precisamente sufrimos porque nos queremos levantar de inmediato cuando nos caemos.
    Esto es una locura. Necesitamos adaptarnos y asimilar el golpe.
    ¿No es natural estar triste si nuestra pareja nos abandona, si perdemos el trabajo o si un ser querido enferma? Aceptemos que es parte del proceso y que tenemos que darle tiempo a las emociones negativas para que hagan su labor.
    Recuerda que hacer esto no significa resignarse, pero el hecho de pelear contra una situación que no puedes cambiar solo te causa dolor. Resiste tejiendo tu valor y transformándote poco a poco.

    No te rindas, aunque frío queme, aunque el miedo muerda…

    No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.
     No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.
    No te rindas, por favor, no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.
    Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero, porque existe el vino y el amor, es cierto. Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
    Abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron, vivir la vida y aceptar el reto. Recuperar la risa, ensayar un canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos.
    (…)
    Porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estás solo, porque yo te quiero.
    Mario Benedetti.

    1. Sigue el plan. Yo tengo que escribir 3 artículos a la semana, 1 Newsletter, 2 vídeos en Youtube y escribir 2 libros. Da igual lo muy mal que diga que esté, el mucho calor que haga o que me rompa la cabeza. El plan se cumple. Es un acto de cabezonería, un acto irracional (y por tanto tu mente no te puede engañar poniéndote excusas) y un acto de compromiso contigo mismo.

    2. No te creas a ti mismo. Tu no eres el mismo siempre. Cuando lo pasas mal eres de una forma, cuando lo pasas bien eres de otra, cuando estas enamorado tienes una visión, cuando te acaban de romper el corazón tienes otra visión… Si en los momentos malos crees lo que te dices a ti mismo (no vales para nada, eres lo peor, vas a perder, no lo vas a conseguir) estás haciendo que los momentos malos crezcan y los momentos buenos disminuyan.es la enfermedad la q esta hablando

    3. No te des vacaciones. El ritmo siempre tiene que ser el mismo. Esto depende de cada caso pero pongamos el ejemplo de este blog. Si me quiero ir de vacaciones no dejaré de publicar, tendré artículos preparados y vídeos preparados para que el ritmo no baje. El cerebro tiene sus cosas y en cuanto rompes tu plan una vez y ve que no pasa nada lo va a romper más veces. Tienes que aguantar la tentación de romperlo una sola vez.
    4. Siéntete orgulloso. Si haces algo durante demasiado tiempo y no te sientes orgulloso… acabas dejándolo. Hagas lo que hagas tienes que estar orgulloso de ello. Tienes que sentirte realizado, feliz, confortable… Tienes que sentirte feliz por estar haciendo lo que estás haciendo. Ese sentimiento, el de estar orgulloso, es el más poderoso a la hora de tener fuerza mental.

    Fortaleza mental: Del deporte a la empresa

    Lic. Carlos Giesenow
    Uno de los conceptos centrales que la psicología le ha aportado al ámbito deportivo es el de fortaleza mental. Jim Loehr (reconocido especialista en el área que trabajó en su momento con grandes tenistas como Pete Sampras, Monica Seles, Andre Agassi, e incluso Gabriela Sabatini) la ha definido como la habilidad para desempeñarse de manera consistente en el rango superior de tus talentos y habilidades sin importar cuales sean las circunstancias competitivas.
    Es fácil entender cómo esta idea se puede transferir a otros ámbitos, entre ellos el laboral, donde existe la presión por rendir de acuerdo con determinados estándares y por superar a los competidores.
    La fortaleza mental tiene cinco componentes claves:

    • Compromiso: tiene que ver con los desafíos que uno se plantea y el significado personal que éstos tienen para uno mismo. Por eso, el compromiso nace desde adentro; difícilmente pueda ser impuesto. Lógicamente está relacionado con la motivación, sobre todo con los aspectos más intrínsecos de ella y con los objetivos que se quieran alcanzar. Tiene que ver también con disfrutar de lo que se hace y sentirse competente al hacerlo.
    • Control: se refiere principalmente al manejo de las emociones y el estrés, sobre todo bajo presión, y mantener la cabeza equilibrada para evaluar la situación y poder tomar decisiones de calidad. También se relaciona con tolerar frustraciones, saber regular la intensidad del esfuerzo (manejo del tiempo y la energía) y tener paciencia para esperar los frutos del trabajo.
    • Confianza: poseer una intensa y casi inquebrantable creencia en uno mismo y en las propias habilidades, reponiéndose de cualquier contratiempo para retornar con aún mayor determinación. Estar convencido de que puedo superar cualquier obstáculo y ser exitoso sin importar las dificultades que toquen enfrentar.
    • Concentración: consiste en mantener el foco de la atención en las prioridades, bloqueando o desatendiendo a los distractores; tener la mente en el proceso (que nos lleva al resultado) y en el momento actual (sin centrarse en errores del pasado ni fantasear sobre el futuro).
    • Conocimiento de sí mismo: está en la base de las demás aptitudes. Tiene que ver con entender qué queremos y con reconocer nuestras fortalezas y limitaciones. Se relaciona con el concepto que tenemos de nosotros mismos, nuestra autoestima y la conciencia de cómo impactamos en los demás. En este punto se vincula con la inteligencia emocional, pero la fortaleza mental apunta más a cómo respondemos a la presión y se orienta, sobre todas las cosas, al rendimiento elevado y estable.

    Estas cualidades permiten, por ejemplo, el rendimiento consistente: si estoy convencido de mis objetivos que tracé (compromiso), teniendo en claro a qué aspiro y qué significado tiene lo que hago para mí (conocimiento de sí mismo), puedo diariamente poner el esfuerzo y realizar las acciones pertinentes sin dejarme sobrepasar por la presión (control). Para ello necesito creer que tengo la capacidad suficiente para alcanzar las metas o que puedo aprender las destrezas necesarias (confianza) y dejarme guiar por mi objetivo y encaminar mis esfuerzos de modo eficiente hacia ellos (concentración).

    La fortaleza mental se puede desarrollar

    Si bien hay personas que por las circunstancias que les tocó vivir o por cuestiones innatas pueden poseer naturalmente las aptitudes claves para ser mentalmente fuertes, la fortaleza mental se puede aprender y desarrollartrabajando de manera intencionada para ello. Se logra robusteciendo las diferentes cualidades mencionadas. El tema del manejo de la presión es central, pero las demás también son fundamentales para el alto rendimiento. Algunas ideas para ello son:

    • Conocimiento de sí mismo. Adoptar una actitud de aprendizaje continuo. Reflexionar buscando definir mi filosofía de vida. Pensar qué cosas son realmente importantes, qué no estoy dispuesto a traicionar, de qué sucesos de mi vida estoy especialmente orgulloso/a, qué tipo de persona quiero llegar a ser. También se mejora aprendiendo qué impresión causo en los demás, para esto se puede hacer algo tan simple (pero también a veces tan difícil) como pedir un feedback honesto.
    • Compromiso. Explorar los motivos por los cuales hacemos lo que hacemos y, tomando eso como base, plantear objetivos que estén alineados con esos motivos. Para esto, tener también en cuenta los aspectos que más disfrutamos de la actividad que realizamos ya que mantienen la motivación en alto y nos hacen volver por más.
    • Control. Enfocar las situaciones como desafíos que me dan la oportunidad para crecer personal y profesionalmente. Evitar estar más pendiente de lo que tengo para perder que para ganar. Focalizar en el proceso. Otro paso importante es aceptar que la ansiedad y la presión son inevitables y aprender a disfrutar de esa sensación de “adrenalina”.
    • Confianza. Plantear metas apropiadamente estimula la confianza (además de la motivación) porque al alcanzarlas aumenta nuestro sentido de eficacia. También se construye la autoconfianza reconociéndonos nuestros méritos y empleando auto-diálogo e imágenes positivas.
    • Concentración. Crear rutinas (como realiza un golfista antes de un tiro o un jugador de rugby antes de patear a los palos) que ayuden a predisponernos mentalmente para lo que estamos por encarar. Tener claramente delineados los objetivos sirve como brújula para focalizar la atención y orientar los esfuerzos.

    Una última aclaración merece ser realizada, aunque en un punto los términos lo pueden llegar a sugerir, fortaleza mental no es lo mismo que ser inflexible, despiadado, insensible, inescrupuloso o necio, ni tiene que ver con suprimir las emociones o llevarse a un límite extremo (por ejemplo, de dolor o sufrimiento) cuando no es razonable hacerlo. Tampoco apunta a desarrollar alguna de estas características. En general, las personas mentalmente fuertes son abiertas, flexibles, imparciales, sensibles y decentes, pero eso sí, sumamente apasionadas y determinadas.
    1,no quejarme ni llorar por las cosas que no puedo cambiar
    2.aprovechar bien mi tiempo y mi energia
    3.aceptar que lo unico constante es el cambio
    4.saber distinguir que cosas estan fuera de mi control
    5. no pierde el tiempo en complacer ni agradar a los demas, el compromiso lo tiene consigo mismo.primero lo primero
    6.vivir en el presente, ni pasado ni futuro
    7.aprender de los exitos ajenos
    8.no tropieza dos veces en la misma piedra, aprende de los errores
    9.tras una caida, se levanta
    10.no tiene miedo a estar sola, la soledad no me asusta
    11.tener paciencia
     
     


     
    RESILIENCIA
     
    Resiliencia: El arte de sobreponerte a los golpes de la vida.
    El vocablo resiliencia tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. El término fue adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos.
    La resiliencia es la capacidad de los seres vivos de afrontar la adversidad, un trauma, una tragedia, o amenazas de fuerte tensión y sobreponerse a períodos de dolor emocional, saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal. Se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos.
    “No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que te queda.”
    -Bob Marley
    Cabe decir, que la resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.
    De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida.
    Ser resiliente no significa no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante las adversidades. La muerte de un ser querido, una enfermedad grave, la pérdida del trabajo, problemas financiero serios, etc., son sucesos que tienen un gran impacto en las personas, produciendo una sensación de inseguridad, incertidumbre y dolor emocional.
    Aún así, las personas logran, por lo general, sobreponerse a esos sucesos y adaptarse bien a lo largo del tiempo.
    El camino que lleva a la resiliencia no es un camino fácil, sino que implica un considerable estrés y malestar emocional, a pesar del cual las personas sacan la fuerza que les permite seguir con sus vidas frente la adversidad o la tragedia. Pero, ¿cómo lo hacen?
    La resiliencia no es algo que una persona tenga o no tenga, sino que implica una serie de conductas y formas de pensar que cualquier persona puede aprender y desarrollar.
    Entonces… ¿Qué caracteriza a una persona resilente?
    Las personas resilientes poseen tres características principales: saben aceptar la realidad tal y como es; tienen una profunda creencia en que la vida tiene sentido; y tienen una inquebrantable capacidad para mejorar.
    Además…
    – Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
    – Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
    – Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
    – Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
    – Practican el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.
    – Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
    – Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
    – No intentan controlar las situaciones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
    – Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
    – Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
    – Afrontan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
    – Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.
    Los beneficios de la resiliencia
    *Las personas mas resilentes tienen una mejor autoimagen
    *Se critican menos a sí mismas
    *Son más optimistas
    *Afrontan los retos
    *Son más sanas físicamente
    *Tienen más éxito en el trabajo o estudios
    *Están más satisfechas con sus relaciones
    *Están menos predispuestas a la depresión
    ¿Qué contribuye a que una persona sea más resiliente?
    – El apoyo emocional es uno de los factores principales. Tener en tu vida personas que te quieren y te apoyan y en quien puedes confiar te hace mucho más resiliente que si estás solo.
    – Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas, y al mismo tiempo ser capaz de reconocer cuándo necesitas evitar sentir alguna emoción y centrar tu mente en alguna distracción.
    – No huir de los problemas sino afrontarlos y buscar soluciones. Implica ver los problemas como retos que puedes superar y no como terribles amenazas.
    – Tomarte tiempo para descansar y recuperar fuerzas, sabiendo lo que puedes exigirte y cuándo debes parar.
    – Confiar tanto en ti mismo como en los demás.
    Para mí, el objetivo principal de difundir el concepto de resiliencia es para contribuir a la concientización de que todas las personas poseen esta característica, pero que de todos nosotros depende el despliegue de ella si nos otorgamos oportunidades mutua.
    Acabaré este artículo con una cita de Marc Levy que reza así: El tiempo cura todas las heridas, aunque nos deje algunas cicatrices. O, si me permites modificar ligeramente la cita:
    “La resiliencia cura todas las heridas, aunque deja algunas cicatrices.”
     
     
     
    espíritu de superación : «Hay tres grupos de personas : los que hacen que las cosas pasen, los que miran las cosas que pasan y los que se preguntan que paso» Nicholas Murray Butler.

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