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INSTITUCIONES CORRECCIONALES

    Sabias que…
     ❏ Instituciones Correccionales
    Una nueva forma de libertad
    — viajar con el Libro Grande
    Algunos A.A. del centro del estado de Nueva York que llevan el mensaje a las cárceles han encontrado una forma de “llevar” a algunos presos consigo y hacerlos parte de la comunidad de A.A. más allá de la cárcel. La delegada del área Liz C. cuenta que ha estado llevando una reunión de A.A. a la cárcel durante muchos años, y que a veces lleva consigo a sus compañeros presos a todo tipo de eventos de A.A. Liz les pide a todos los miembros de su grupo en prisión que firmen su ejemplar del Libro Grande (la versión abreviada, de tapa blanda). Luego lleva el libro consigo a los diversos eventos de A.A., le saca fotos, y lleva las fotos a la prisión para que los miembros las vean. “Adonde quiera que voy, van ustedes”, les dice, y comenta que muchos de sus compañeros han viajado más que la mayor parte de la gente que conoce.
    “Desde 1998, he escrito aproximadamente 200 nombres de pila de miembros de A.A. en prisión en mi ejemplar del Libro Grande, de tres grupos carcelarios: Helping Hands en la institución correccional de Cayuga, Back on Track, de Camp Georgetown, y Living for Today, de Five Points. Hemos ido juntos a reuniones en el estado de Nueva York, Florida, Tennessee, Irlanda y Hawai”. El libro la ha acompañado a todas las conferencias y convenciones de área, así como a la Convención Internacional de Miniápolis y, más recientemente, a la 55ª Conferencia de Servicios Generales. También han ido juntos de campamento a Canadá, a un crucero en las Islas Caimanes, y de vacaciones a Disneylandia. “Un invierno pasamos unas horas parados en una calle helada para tocar la campana del Ejército de Salvación en su campaña navideña, lo cual hizo que los compañeros de la cárcel confeccionaran un pequeño abrigo para que el libro no pasara frío”.
    Tom K. es otro miembro de A.A. de la misma área que ha adoptado la idea de Liz. Nos dice: “Durante los últimos 15 años he llevado el mensaje de A.A. a las cárceles. Casi desde sus inicios, he sido el padrino externo del grupo Living for Today de la cárcel de Five Points en Romulus, Nueva York.
    Los presos que desean asistir a las reuniones deben presentar una solicitud escrita a uno de los asesores. La asistencia es voluntaria y no se hace ningún tipo de consideración, ni se agrega ningún registro de asistencia a la carpeta del preso para impresionar a la junta de libertad condicional.
    Los presos que van es porque quieren.
    “Una de las tradiciones del grupo, que copiamos de Liz, es que todo preso que asiste por primera vez firma el Libro Grande del grupo. Pueden agregar una frase o dos de fortaleza o esperanza si así lo desean. Después de unos tres años, el libro estaba lleno, no sólo de firmas, sino de miembros de A.A. “La otra parte de la tradición es que cuando yo, que he encontrado la verdadera libertad a través de mi participación continua en nuestro programa de recuperación, me voy de vacaciones o simplemente me dirijo a alguna parte, me llevo a mis compañeros conmigo. Tal vez sea en un viaje solitario en motocicleta por la carretera que recorre las montañas de Virginia (Blue Ridge Parkway), o una semana en las White Mountains de New Hampshire, o a Akron, a visitar el lugar donde nació Alcohólicos Anónimos. Poner el libro en el asiento de la motocicleta y tomar una foto con una vista de fondo espectacular le transmite a los miembros del grupo, de una manera que mis palabras no pueden hacerlo, la vida que puedo experimentar gracias a la sobriedad.
    Llevo el libro a la reunión para que mis compañeros puedan ver que es una vida que también está a su alcance.
    “Les he contado que el libro está lleno de miembros de A.A. La unión hace la fuerza. Siempre voy a ser alcohólico y ocasionalmente sentiré ganas de beber. Una noche calurosa y húmeda, la idea entró en mi cabeza: ¿quién se daría cuenta? Pero frente a mí estaba ese Libro Grande, lleno de páginas con las puntas dobladas. Mi Poder Superior señaló el libro y me dijo: ‘Ellos se darían cuenta’. No tomé esa noche. Algunos de mis compañeros están cumpliendo cadena perpetua, pero aquella noche me salvaron la vida”.
    “El primer libro lleno de firmas desapareció. Un día lo puse encima del techo de mi auto para tomar una foto, y luego volví a subir al auto y arranqué. Setenta y cinco millas después, me invadió un sentimiento de desazón al darme cuenta de lo que había pasado. Regresé, recorriendo el mismo trayecto, para buscar el libro, pero nunca lo encontré… Pero casi me atrevería a apostar que cuando sea viejo, estaré asistiendo serenamente a una conferencia de A.A. y el orador comenzará su charla diciendo: “Estaba a punto de terminar con mi vida, pero me fui a caminar por última vez por una carretera y encontré un viejo Libro Grande a mis pies, lleno de escritos en cada página…”
    Box459 Agosto-Septiembre 2005

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