CREDIBILIDAD, SER DIGNO DE CONFIANZA
«EL QUE TIENE FE EN SI MISMO NO NECESITA QUE LOS DEMAS CREAN EN EL» MIGUEL DE UNAMUNO
SI NO ERES CREIBLE, NADIE CONFIARA EN TI
Extraido de http://elpais.com/elpais/2014/04/30/eps/1398874988_013759.html por Patricia Ramirez
En los tiempos que corren, ser creíble es un tesoro. La pérdida de valores, la ambición negativa y el poder nos han llevado a que perdamos la fe en algo tan importante como la confianza en las personas. Y es que la credibilidad no se regala, se gana.
Las personas creíbles consiguen conquistar el respeto de los demás. Significa que la gente puede confiar en usted, y que lo que dice, es lo que usted es. Se relaciona directamente con ideas tan importantes como la honestidad, la prudencia, el compromiso y el conocimiento. ¿De qué personas suele desconfiar? ¿Quiénes son los que le generan rechazo cuando les escucha? Normalmente aquellos que una vez le fallaron, los charlatanes, los que no respetan los puntos de vista de los demás, quienes critican a los que no están presentes, los que hablan sin saber y los que faltan a su palabra y a sus compromisos.
Encandilar a alguien con frases bonitas es fácil. Hay personas muy educadas, corteses, que se expresan con corrección, que se manejan en público como pez en el agua y que su carisma les hace ser muy atractivas. Pero si se rasca un poco carecen de palabra. En el momento en el que se sienta traicionado, le costará mucho volver a confiar en esa persona. Y lo peor es que la experiencia puede llevarle a desconfiar de quien no lo merece.
¿Alguna vez se ha planteado si los demás confían en usted? Hay personas que transmiten seguridad y confianza. Y estos valores se relacionan con el éxito personal y profesional. La credibilidad se da en cualquier campo. Nos gustan los médicos que nos transmiten que nos van a ayudar; los fontaneros que cuando ven la avería en casa nos dicen que no nos preocupemos de nada y que lo van a arreglar, o el amigo que te da un argumento distinto al tuyo y te convence y deja tranquilo. Con ellos nos sentimos en buenas manos. Credibilidad, hablar en público, habilidades sociales y carisma van de la mano. Y se pueden entrenar
Para empezar a trabajar su credibilidad, empiece por modificar sus valores. Si solo se dedica a disfrazarse de carisma y buena comunicación y no contempla la honestidad, su fachada no sostendrá la imagen de persona fidedigna eternamente. Necesita ser puro por dentro para ser creíble por fuera.
Tenga palabra. Significa cumplir con lo dicho. Es un privilegio contar con personas que respetan el compromiso de lo que dicen.
Sea honesto. ¿Le han dado mal el cambio, le han devuelto de más? Devuélvalo. ¿Se ha encontrado una cartera que no es suya? Entréguela con todo lo que contenía dentro. Ser un listo ha terminado convirtiéndose en un valor. Se trata de ganarle al otro a sabiendas que es injusto.
Sea una persona de bien, con buenas intenciones. Nadie se quiere relacionar con personas con dobleces.
Asuma sus errores. Las personas de éxito se equivocan. Para ellos el error es una forma de aprendizaje, lo reconocen, piden disculpas y reparan el daño. Y lo vuelven a intentar. No existen las personas perfectas, por lo tanto, la perfección no es creíble.
Compórtese de forma justa. Reconozca el mérito y el trabajo de cada uno, valore el esfuerzo por encima de los resultados.
Las emociones también juegan un papel en la imagen que transmitimos a los demás respecto a la credibilidad. El equilibrio emocional es fundamental. No nos da seguridad una persona que se deja llevar por arranques de ira, que se muestra agresivo y que trata de tener poder por la vía autoritaria. Las personas creíbles no necesitan tirar de fuerza, volumen alto o expresiones amenazantes.
La capacidad para motivar y generar emociones positivas es otro punto fuerte. Nos atraen más las personas que buscan y aportan soluciones que las que se recrean en la pena, el victimismo y en rumiar los problemas.
Las personas que se muestran seguras, que conocen sus fortalezas y que las utilizan para solventar soluciones, nos parecen fiables. Confianza y humildad es el binomio perfecto.
Comuníquese de forma fácil y correcta. Expresarse con un vocabulario amplio, sencillo y con frases ordenadas, facilita el entendimiento. Y cuando el oyente se queda con la sensación de haber comprendido el mensaje, le otorga credibilidad. Si utiliza un vocabulario técnico y poco comprensible para el público que le escucha, la gente desconectará y saldrá de la reunión sin haber entendido nada.
Ordene su mensaje. Los procesos de recepción de la información, entendimiento y asimilación también dependen de saber llevar un hilo conductor que esté organizado.
El conocimiento es clave. Necesita saber de lo que habla, documentarse, tener argumentos, manejar los tiempos, coger experiencia, tener cultura, incluso recitar. Sí, recitar. A las personas con memoria, las que son capaces de hablar sin papeles delante, que dan datos históricos y frases célebres, que citan a autores y hechos relevantes, les damos confianza. Se asocia memoria con sabiduría, y nos fiamos de las personas sabias.
Por el contrario, la charlatanería, los cabezotas que se empecinan en una idea sin modo de argumentarla, nos parecen personas sin recursos. Y qué decir del cotilleo y rumorología, hace que perdamos la confianza en las personas que lo practican. Los chismosos son muy poco atractivos e imprudentes. Con ellos solo se relacionan los que se comportan de la misma manera, y aun así, ni entre ellos se consideran personas de confianza.
El aspecto físico y la presencia. Si está empezando a ejercer su profesión y no le ha dado tiempo a ganarse una buena reputación, necesita adaptar su forma de vestir a las expectativas del cliente. Nadie desea que le repare el coche un mecánico vestido con traje de chaqueta y corbata.
Equivocadamente o no, las personas tendemos a sacar conclusiones inmediatas basadas en lo que vemos cuando conocemos a alguien. Su forma de moverse en público, dar la mano o su imagen dan información. Por supuesto que es información viciada por prejuicios y por la experiencia de cada uno. Pero es así. Cuando conoce a alguien por primera vez, sacamos conclusiones sobre su inteligencia, estatus, nivel socioeconómico, orientación sexual, estado civil, edad, ideas religiosas, etcétera
Cuide su imagen, su higiene, su pelo, el aspecto de sus manos y la forma de vestir. La prudencia está en el equilibrio. Todos los excesos, tanto en el aspecto femenino como en el masculino, llevan a que su interlocutor centre más su atención en lo que ve que en el mensaje que le transmite.
Cada uno en su vida privada debe arreglarse como desee, pero si quiere tener credibilidad en su profesión, modere su forma de presentarse y adáptela, en la medida que su escala de valores y forma de ser se lo permitan, a las necesidades de su profesión. A medida que adquiera experiencia en ella y su buen hacer le posicionen, podrá relajarse con la apariencia.
El nivel de reputación es inversamente proporcional a la importancia de su presencia física. ¿Por qué? Porque cuanto mejor le hayan hablado de un profesional, menos le importará la imagen que tenga. La credibilidad es tan frágil como la confianza. Se tarda mucho tiempo en ganar, pero es muy fácil perderla. Ser fiable no se basa solo en el carisma, sino en la coherencia con la que nos comportamos.
La confianza originaria
En la primera fase, el niño acepta sencillamente lo que experimenta en su madre. Si un niño desarrolla muy poca confianza originaria, entonces se hace excesivamente crítico de sí mismo. Duda de sí mismo, de sus propias capacidades, y de ser aceptado por la gente.
Un niño desarrolla un fuerte sentimiento del propio valor, cuando es tomado en serio en su singularidad única por sus padres, cuando se respetan sus sentimientos, cuando le permiten ser ante ellos tal como es él. Cuando no sucede esto entonces el niño reacciona con desconfianza, entonces se siente herido en su interior y se cierra necesariamente.
El sentimiento del propio valor no es innato. Se prende en el seno de la familia. De los mensajes que un niño recibe de sus padres dependerá el que él se sienta aceptado y valioso. EL NIÑO PERCIBE LA EXPRESIÓN DEL ROSTRO DE SUS PADRES Y SABE POR ELLA SI ÉSTOS LE APRECIAN O NO, SI ESTÁN CONVENCIDOS O NO DE SU VALOR. Para que pueda formarse un buen sentimiento del propio valor, hace falta una atmósfera de apertura. Se habla abiertamente unos con otros y se acepta que alguien cometa una falta. La razón del deficiente sentimiento del propio valor es a menudo una comunicación oscura, en la que no se ve con claridad cual es la postura de cada uno.
Las personas que padecen de deficiente sentimiento del valor propio, se sienten a menudo paralizadas. Se sienten bloqueadas en presencia de determinadas personas. No son capaces de nada por sí mismas, no se atreven a expresar su propia opinión, atribuyen a otras personas tanto poder que en presencia de ellas se sienten llenas de inhibiciones. Tienen miedo de que lo que vayan a decir no esté bien, de que los demás se rían de ellos, esto les paraliza.
El paralítico no está consigo mismo. Mira constantemente a los demás para ver que piensan, que impresiones causa. Con harta frecuencia cree que los demás tienen mala opinión de él, que se ríen o hablan mal de su propia persona, que murmuran de uno. Quien no está dentro de sí mismo, lo refiere todo a sí mismo.
A veces es común que personas que no tienen confianza en sí mismas, experimenten cualquier palabra de sus parejas como un rechazo, entonces se sienten paralizadas, tienen la impresión de que su pareja no las toma en serio, pero en realidad son ellas las que no se toman a sí mismas en serio, los demás las aprecian pero ellas al no apreciarse, tienen la impresión de que los demás tampoco lo hacen.
Pero nunca es demasiado tarde para aprender y reforzar el sentimiento del propio valor. Lo decisivo es que uno diga un “SÍ” de aceptación a sí mismo.
Sólo tiene realmente un sentimiento del propio valor aquel que es capaz de reconciliarse con sus propias debilidades y lados en sombra. Aquel que es capaz de confesar ante otros sus propias faltas. AQUEL QUE ESTÁ A FAVOR DE SI MISMO CUANDO OTROS LE CENSURAN, ése tiene realmente un buen sentimiento del propio valor. Es capaz de aceptarse a sí mismo tal como es, incluso en sus aspectos menos agradables.
La persona que ha aceptado sus sombras, será capaz de reaccionar serenamente cuando le censuren desde el exterior o se vea bajo el fuego de las criticas. Esa persona se conoce a sí misma, se ha reconciliado consigo misma, con sus propias alturas y profundidades.
Con harta frecuencia nos aferramos al “yo”, he de desasirme de ese “yo”, tengo que bajar a mis propias profundidades y descubrir el verdadero núcleo de mi persona. Tan solo aquel que haya llegado hasta ese núcleo interior, hasta su verdadero “sí mismo”, tendrá un genuino sentimiento del propio valor.
El que se halle en contacto con su “sí mismo”, será independiente de los demás. Ha encontrado el camino hacia sí mismo, hacia su propia dignidad. Y será capaz de permanecer en sí mismo, de mantenerse en sí mismo.
No tiene ningún sentido andar revolviendo constantemente nuestro pasado, par encontrar en él las razones de nuestra falta de confianza en nosotros mismos. Todos tendrán que hacerse cargo alguna vez de su propia vida. Nuestro pasado es el material que tenemos a nuestra disposición. Tu historia es tu capital. Si te reconcilias con el camino de tu vida, entonces podrás obtener beneficios de él.
No se trata de llegar a ser perfecto y sin faltas, sino de integrarse, de ser totalmente, una sola cosa consigo mismo, con todas las cosas opuestas que hay en mí.
Nos identificamos a menudo con las opiniones de nuestros padres, nos definimos por el éxito o el rendimiento, por el reconocimiento o la confirmación que recibimos, por el interés que sentimos hacia nosotros y por las relaciones entabladas. Nuestro problema consiste en que siempre buscamos nuestro “sí mismo” en el exterior, en la confirmación que recibimos del exterior, en nuestros éxitos, en nuestra seguridad exterior. Nuestra patria está en el interior, mientras no redescubramos esta antiquísima verdad estaremos condenados a andar errantes y a buscar el consuelo donde no lo hay, en el mundo exterior.
El que quiere controlarlo todo pierde de algún modo el control sobre su propia vida. Y así, una vida vivida en la angustia se convierte finalmente en un llorar y rechinar de dientes.
La perla se forma en la herida de la ostra. En medio de nuestras heridas podemos hallar nuestro “sí mismo”.
El que se compara constantemente con otros, no sabe sentirse a sí mismo, sentir su propio valor, sentir lo que es la vida. Mientras me estoy comparando con otros no estoy conmigo mismo, no me siento a mi mismo.
No estamos condenados a vivir con la escasa confianza en nosotros mismos que adquirimos durante la infancia. El sentimiento del propio valor PUEDE APRENDERSE.
Resumen de varios capítulos del libro: Como estar en armonía consigo mismo.
AUTOR: Anselm Grün.
- “El niño se convierte en adulto cuando comprende que no sólo tiene derecho a tener razón, sino también a equivocarse.” THOMAS SZASZ.
- “Cuando me fui de mi casa, niño aún, mi madre me acompañó a la estación, y cuando subí al tren me dijo: Este es el segundo y último regalo que puedo hacerte, el primero fue darte la vida, el segundo la libertad para vivirla.” FACUNDO CABRAL.
- “No dependa tu paz de la palabra de los hombres, pues digan de ti bien o mal no serás por eso diferente.” TOMÁS de KEMPIS.
- “Nuestra misión en la tierra es descubrir nuestro propio camino. Nunca seremos felices si vivimos un tipo de vida ideado por otra persona.” JEMES van PRAAGH.
- “La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras.” JEAN JACQUES ROUSSEAU.
- “La educación consiste en ayudar al niño a llevar a la realidad sus aptitudes.” ERICH FROMM.
- “El mayor error que puedes cometer en la vida es estar continuamente temiendo que vas a cometer un error.” E. HUBBARD.
- “La confianza no viene de tener siempre la razón, sino de no tener miedo a estar equivocado.” PETER MCINTYRE.
- “Cuando se evita a un muchacho la posibilidad de que cometa un error, se le evita también la posibilidad de que desarrolle su iniciativa.” JOHN ERSKINE.
- “Cada uno es tan desgraciado como cree serlo.” SÉNECA.
- “La mejor preparación para ser padres es que estos desarrollen una mentalidad abierta a lo nuevo, sentido del humor, conciencia de sí mismos y la libertad de ser sinceros.” VIRGINIA SATIR.
- “Quien se autoriza a equivocarse sin emitir un juicio condenatorio de su persona, contribuye a elevar su autoestima y a su vez comete menos errores, puesto que su conducta no es inhibida por el terror a fallar.” WALTER DRESEL.
- “Los buenos padres saben que tienen que renunciar a sus hijos. Los que hijos que pueden recorrer su propio camino volverán siempre a sus padres y estarán agradecidos por aquello que han recibido de ellos.” ANSELM GRÜN.