IGUALDAD PESE A LA DIVERSIDAD.

desinterés, desprendimiento, filantropía, generosidad, beneficencia, benevolencia, caridad, abnegación, acogimiento, civismo, hospitalidad, humanidad, piedad, bondad atencion desinteresada por otros. Lo contrario al egocentrismo

EL ANONIMATO ES LA EXPRESION MAS GENUINA DEL ALTRUISMO.

ERIC GIBSON

El anonimato entre otras cosas nos recuerda que todos somos valiosos y debemos ser tratados con la consideración que nos merecemos solo por el hecho de ser personas. Cómo quisiera que se practicara más el anonimato en el mundo donde muchos consideran que hay gente de primera, segunda y tercera clase ¡Hasta de menos clase! Hay tanta injusticia debido a esa clasificación basada en criterios disparatados como el dinero, los títulos profesionales o la ascendencia. No sé cómo se puede medir la calidad de una persona usando aspectos tan superficiales. Nunca fui inclinado a juzgar a la gente por cosas así, aunque sí veía como inferiores a la gente mala, que luego descubrí no era mala sino muy dañada en su interior.

Si tuviera que valorar a alguien lo haría por su calidad humana, por el amor que brinda, e independientemente de la valoración que tuvieran en mi escala, a todos los amaría. No tengo que poner en un pedestal a unos y a otros tirarlos al basurero. No voy a negar que existen diferencias entre las personas, pero nuestro valor es igual y es algo que me ha quedado muy claro en las reuniones. Veo gente muy diversa pero percibo una grandeza en su interior que ahora veo porqué algunas culturas la reverencian con el saludo «namaste».

Todo acto de bondad es una demostracion de poderio.

Miguel de Unamuno

Cuando estés en un conflicto con alguien donde aparentemente obtengas la victoria, no te jactes de ella como si de un triunfo se tratase, pues eso estaría tratando de demostrar que estás por encima del otro y con ello denotarías la arrogancia que aún hay en ti. Cuando las cosas te favorezcan en un conflicto, sé humilde y trata de no pasar por encima del otro

EL UNICO SIMBOLO DE SUPERIORIDAD QUE CONOZCO ES LA BONDAD.

BEETHOVEN
POBREZA Y HUMILDAD NO SON LO MISMO

Muchos habrian podido llegar a la sabiduria sino se hubieran creido ya suficientemente sabios

Juan Luis Vives

Vaciate de tu ego y ya no podras ser dañado ni herido por nadie.

He oído a compañeros decir «yo no les puedo hablar tan bonito como otros», restando mérito a sus intervenciones. Es una pena que ellos no puedan ver la grandeza que hay en su acto de compartir experiencia, fortaleza y esperanza. Es más, reconozco en ellos una sincera vivencia del programa, muy superior a la mía.

Si considero que los demás son iguales, yo también lo soy. Soy digno de esa misma consideración que les debo a los otros. No solo debo recordarlo dentro del grupo sino en todas partes. No quiero recuperar esa fama de humilde que me gané por permisivo. Existen muchas jerarquías y son necesarias, pero como humanos todos estamos en el mismo nivel.

Soberbios, prepotentes, sabios por naturaleza, creemos que nuestra forma de vivir es la que vale Máscaras de la vida moderna que nos engañan y dificultan la posibilidad de seguir creciendo

CONSEJOS

1.-RECONOCE TUS LIMITACIONES

1.-Reconoce que no eres el mejor en todo, ni siquiera en una cosa. No importa cuán talentoso seas, siempre habrá alguien que pueda hacer algo mejor que tú. Identifica a quienes sean mejores que tú y las áreas en las que puedas mejorar.

2.-Reconoce tus faltas. Juzgamos a los demás porque es mucho más fácil que mirarnos a nosotros mismos. Desafortunadamente, es algo completamente innecesario y en muchos casos contraproducente. Juzgar a los demás causa conflictos en las relaciones y dificulta el desarrollo de nuevas relaciones. Incluso aún peor, hace que dejemos de intentar mejorar nosotros mismos.

3.-Sé agradecido por lo que tienes. Supongamos que te graduaste de una universidad prestigiosa con el primer puesto de tu clase. Realmente mereces reconocimiento por las horas de estudio y empeño que hayas puesto en tu desarrollo académico. Imagina ahora a una persona tan inteligente y dedicada como tú, pero con una familia que no la apoya, que haya nacido en un lugar diferente o simplemente que haya tomado una mala decisión en el pasado. Podrías estar en sus zapatos en este momento.

4.-No temas cometer errores. Gran parte de ser humilde consiste en aceptar que cometerás errores. Asimila esto, así como el hecho de que todos cometemos errores y te quitarás un gran peso de encima. Cada persona puede conocer sólo una pequeña parte del inmenso conocimiento acumulado en el pasado.

5.-Reconoce tus errores. No tener temor de cometer errores ya es un gran avance; aunque, aún mejor es reconocer los errores cometidos. Ya sea si has hecho algo equivocado en tu papel de jefe, padre o madre de familia o amigo, las demás personas valorarán tu disposición de reconocer que no eres perfecto y que te estás esforzando para ser mejor persona y mejorar la situación. Reconocer tus faltas demuestra que no eres obstinado, egoísta ni que estás indispuesto a ser imperfecto.

6.-No alardees. No alardees de lo magnífico que son tus logros; si de verdad eres tan magnífico como dices ser, entonces los demás reconocerán tu esfuerzo y te felicitarán por ello. No hables de tu ascenso increíble, la pintura asombrosa que acabas de terminar ni de cuán sorprendente es haber terminado una maratón. Es cierto, todo aquello es fenomenal, pero alardear de ello sólo hará que te veas como alguien egocentrista e impresionará mucho menos a los demás en lugar de darles tiempo para que descubran lo maravilloso que eres.

7.-No te lleves todo el crédito. Es cierto, asaste un filete suculento o terminaste un proyecto complicado en el trabajo, pero ¿realmente lo lograste todo tú solo? De ser así, felicidades, pero lo más probable es que alguien más haya contribuido a tu éxito. Así que, cuando alguien te felicite, responde: “No podría haberlo logrado sin…” o “…ayudó muchísimo, también”. No hables sin parar acerca de lo mucho que “tú” trabajaste solo para terminar determinada tarea.

2.VALORA A LOS DEMAS

1.-Valora los talentos y las cualidades de los demás. Ponte la tarea de observar a los demás y aprecia qué pueden hacer y, a un nivel más general, aprende a valorarlos por su forma de ser. Acepta que cada uno es diferente y aprovecha cada oportunidad que tengas de conocer personas diferentes. Seguirás teniendo los mismos gustos personales, pero puedes entrenarte para separar tus opiniones de tus miedos. Así apreciarás a los demás más y serás más humilde.

2.-Deja de comparar. Es prácticamente imposible ser humilde si se está buscando ser el “mejor” o más hábil que otros, más bien puedes intentar describir las cosas de manera objetiva. En lugar de decir que alguien es el mejor guitarrista de la historia, expresa directamente lo que valoras de sus habilidades o puedes simplemente decir que te gusta su estilo interpretativo. Deja de hacer comparaciones inútiles o simplistas y entonces podrás disfrutar el hacer las cosas, sin la presión de ser mejor o peor que otros.

3.-No temas ceder ante el juicio de otros. Es fácil admitir que cometes errores y que no eres infalible. Lo realmente complicado es aceptar que, en muchos casos, las demás personas, incluso quienes están en tu contra, puedan tener razón. Ceder ante las exigencias de tu pareja, una ley que no apruebes o incluso, dado el caso, la opinión de tu hijo, llevará el reconocimiento de tus limitaciones a un nivel superior.

4.-Busca una guía en textos escritos. Esta es otra manera de valorar a los demás. Consulta textos morales y proverbios sobre la humildad. Reza por ella, medita sobre ella, lo necesario para dejar de centrar tu atención en ti mismo. Podrías leer, por ejemplo, biografías, memorias motivadoras, la Biblia, escritos de no ficción, cuyo tema sea cómo mejorar la vida o cualquier texto que te haga más humilde y te haga valorar las ideas de los demás.

5.-Mantente dispuesto a aprender. Encuentra alguna persona que quieras imitar en alguna área y pídele que sea tu mentor. Para ser aprendiz, es necesario desarrollar la capacidad de manejar nuestros límites de comportamiento frente a una autoridad; también la confianza y el discernimiento son necesarios. Tan pronto sientas que lo sabes todo, vuelve a poner los pies sobre la tierra. Estar dispuesto a aprender implica que reconoces que siempre tendrás que aprender más de la vida.

6.-Ayuda a los demás. Gran parte de la humildad proviene del respeto a los demás y éste se puede manifestar al ayudarles. Trata a los otros como tus iguales y ayúdales, porque es lo correcto. Se dice que cuando ayudes a quien no pueda retribuir tu ayuda, habrás aprendido lo que es la humildad. Ayudar a los necesitados también hará que valores tus pertenencias mucho más y te hará menos orgulloso.

7.-Ponte al último. Si estás haciendo cola con tus amigos, recogiendo premios en una galería o están sirviéndose comida de una mesa con muchas bandejas, sé el último en hacerlo. Deja que tus amigos, tus seres queridos, los ancianos y los desconocidos, absolutamente todos, vayan delante de ti en la cola y no corras a satisfacer tus propias necesidades de inmediato. Es más gratificante dejar que los demás tomen lo que deseen y esperar tranquilamente tu turno.

8.-Halaga a los demás. Hazle un cumplido sin motivo alguno a alguien que quieras mucho o que apenas conozcas. Dile a tu novia lo linda que se ve hoy; halaga a tu colega por su nuevo peinado o dile a la cajera del supermercado que te gustan sus aros. Incluso, puedes profundizar un poco más y halagar los aspectos importantes de la personalidad de la gente. Por lo menos, haz un cumplido al día y verás las muchas cualidades que tienen los demás.

9.-Pide disculpas. Si has cometido un error, entonces reconócelo y admite que estás equivocado. Aunque hacerlo siempre es doloroso, tendrás que ignorar tu orgullo y pedir disculpas por el daño que cometiste. Esto le hará entender al otro que lo tienes en gran estima y que reconoces que has cometido una falta. Trágate el orgullo y pide disculpas por tus acciones para demostrarle a esa persona que verdaderamente estás arrepentido.

10.-Escucha más de lo que hablas. Esta es otra gran manera de valorar a los demás y de ser más humilde. La próxima vez que estés en una conversación, deja que el otro sea el que hable, no lo interrumpas y hazle preguntas para mantenerlo conversando y compartiendo. Aunque debes aportar a la conversación, fórmate la costumbre de dejar que los demás hablen más que tú para que no parezcas que sólo te interesan las cosas que pasan en tu vida.

3.REDESCUBRE TU CAPACIDAD DE MARAVILLARTE

1.-Renueva tu capacidad de maravillarte. Como individuos, no conocemos prácticamente nada en relación al conocimiento general. Esta falta de conocimiento debería mantenernos en un estado de sorpresa constante al enfrentarnos a nuestra vida cotidiana. Los niños cuentan con esta capacidad de maravillarse, la cual inspira la curiosidad que los hace tan buenos observadores y aprendices. ¿Sabes realmente cómo funciona tu horno microondas?¿Podrías construir uno tú mismo? ¿Y tu auto? ¿tu cerebro? ¿una rosa?

2.-Ejercita la mansedumbre. Ser manso de espíritu es el camino seguro hacia la humildad. Practica aikido en la medida de lo posible al enfrentarte a un conflicto. Por ejemplo, puedes absorber el veneno de quienes te ataquen y reaccionar con mansedumbre y respeto. Practicar la mansedumbre te ayudará a redescubrir tu capacidad de sorprenderte, pues estarás centrándote en los aspectos positivos de la vida.

3.-Pasa más tiempo en la naturaleza. Camina en el parque, párate cerca de una cascada de agua, contempla el mundo desde la cima de una montaña, haz una caminata larga, nada en el océano. Busca tu propia manera de estar en la naturaleza y tómate el tiempo para valorar verdaderamente todo lo que ello supone. Cierra tus ojos y siente la briza en tu rostro. La naturaleza te volverá completamente humilde, a medida que desarrolles tu capacidad de maravillarte y crezca tu respeto por todo aquello que existe desde mucho antes de que tú llegues a este mundo y que estará mucho después de que no estés.

4.-Haz yoga. El yoga es la práctica del amor y la gratitud, además te ayudará a desarrollar tu capacidad de sorprenderte de tu respiración, de tu cuerpo, del amor y la amabilidad en tu entorno. El yoga te hará ver lo breve que es tu paso por la Tierra y te hará valorarlo mucho más. Créate el hábito de practicar yoga por lo menos dos veces a la semana y goza de todos los beneficios emocionales, así como de los físicos.

5.-Pasa más tiempo con niños. Los niños poseen esa capacidad de maravillarse del mundo, la cual, para un adulto, es difícil volver a sentir. Pasa más tiempo con niños y observa su capacidad de valorar el mundo, de siempre hacer preguntas, de disfrutar y gozarse de las cosas más triviales y pequeñas. Para un niño, una flor o un rollo de papel higiénico podría ser lo más sorprendente de la Tierra; claro que la emoción sólo durará una tarde.

APRENDIENDO A SER HUMILDES

Difícil tarea es ser humilde, según su definición, ser humilde es “la actitud de la persona que no presume de sus logros, reconoce sus fracasos y debilidades y actúa sin orgullo». Y es difícil porque incluso la persona más orgullosa piensa ella que es humilde, cuando la humildad dista mucho del acto de reconocerse uno como bueno y capaz. En realidad es complicado distinguir el orgullo y la humildad porque son la misma cosa, son las dos caras de la misma moneda. La diferencia es solamente un matiz, un sentir, un botón, un punto de vista que se resiste a cambiar y dar el paso, un pequeño paso para el hombre (el ego) y un gran paso para su humanidad, parafraseando lo que dijo Amstrong al pisar la Luna.

Muchos creen que es humilde una persona que no tiene nada, y que vive en la miseria o con poco. Eso es una deformación de la palabra humilde. Humilde es la persona que no necesita nada, pero puede tenerlo todo. Una persona millonaria puede ser humilde, y una persona que vive en la calle también, y también ambos pueden ser súper-orgullosos. Se dice que el humilde no necesita nada, porque para sentirse bien no necesita ni logros, ni éxitos, ni reconocimientos de ninguna clase. Al humilde no le importa excesivamente lo material, viva como viva, sólo le importa la relación que tiene con las personas que le rodean. Y si con alguna persona tiene una relación complicada, ello no le afecta personalmente, su actitud siempre es abierta a tratar de comprender.

El humilde ni siquiera piensa si es bueno, útil, o capaz, es cierto que seguro que es así, pero no piensa en ello, no piensa en sí mismo en este aspecto. Su actitud es la de ayudar a quien lo necesite (sin olvidarse de si mismo como si le ocurre al orgulloso), relacionarse bien, y básicamente fluir con la vida. El orgulloso que tan parecido es, también busca ayudar a los demás, y quiere buenas relaciones, pero en contraposición, para el orgulloso es una necesidad, piensa constantemente como demostrar lo bueno, útil y capaz que es, y lo que hace lo hace por propia necesidad, para recibir reconocimiento, y el agradecimiento por sus logros y su entrega. La diferencia es un matiz. Cuando el reconocimiento no llega, al humilde le da igual, pues lo hace por amor a la otra persona, porque sabe que le ayuda. En cambio, el orgulloso monta en cólera, se enfada y se deprime, pues su esfuerzo no le proporciona ningún beneficio. No sabe el orgulloso que esta experiencia le sirve para quemar poco a poco el ego.
Las personas chocamos continuamente, siempre tenemos cosas en común y cosas en desacuerdo. Precisamente esos desacuerdos son los que sirven para retratarnos unos a los otros. Poco importa de qué discutimos, lo que importa es la actitud con la que se discute.

El humilde habla sosegadamente, pregunta lo que no sabe, explica lo que si sabe. El orgulloso se acalora, como cree que sabe mucho no pregunta nada, pero si que lo explica todo, o bien no quiere decir nada, es extremista. El humilde está ayudando al orgulloso simplemente siendo un ejemplo de buena predisposición, que no quita que en determinados momentos si es muy presionado llegue a soliviantarse. El orgulloso con muy poco se siente presionado, atropellado, mal atendido, vilipendiado, es muy susceptible.

La vida constantemente nos hace encontrarnos con quienes nos puedan ayudar a ablandar poco a poco nuestro ego. Dos personas con un ego similar, se casan, porque se gustan, porque son iguales. Se junta la forma femenina del ego, con su forma masculina, uno toma su posición de mártir y otro toma su posición de tirano. Si fuéramos capaces tan solo de escuchar lo que la otra persona nos dice con una actitud abierta de cambio, ya estaríamos evolucionando, y dando pasos hacia niveles mayores de amor. Sin embargo, los egos siempre se resisten al cambio, porque ciertamente es una labor delicada y compleja, y cuando nos señalan un defecto la respuesta no suele ser investigarlo, sino defenderse atacando a quien lo señaló. Ambas personas acabarán mapeando perfectamente los defectos del otro, pero se callan para no ofender, o no se escuchan. La consecuencia de esto es la inmovilidad de cada uno, y el riesgo de decirse las cosas es, o bien aceptarlo “humildemente” y crecer mediante el interactuar con una persona que nos conoce bien,  o bien separarse creyendo que la relación se ha arruinado, o bien soportarse y malvivir, todo depende del tacto que cada uno emplee y su susceptibilidad y capacidad de aceptación.

De cualquier modo, con una pareja o con otra, en una vida o en otra, cada ego acaba descubriéndose a sí mismo lo suficiente como para conseguir dar el paso adelante que su alma le solicita.

Todos estamos en el camino del autodescubrimiento, muchos desarrollando todavía el ego, porque son almas jóvenes, y necesitan crecer más, y conseguir éxitos y logros que rubriquen su capacidad. Pero otros, otros bien puede decirse que tienen que estar realmente orgullosos de ser tan buenos, capaces, útiles e inteligentes. Las almas más viejas han desarrollado completamente el ego y ahora están de bajada, ahora deben quemarlo. Y el trabajo es dejar de creerse especial, porque en verdad, especiales somos todos, nadie es mejor a nadie.

A quien la vida le maltrata y le pone las cosas dificiles, debe mirar en su interior, y descubrir donde se encuentra, estará en un punto entre el orgullo más excéntrico y la humildad más pura. Cada uno con la ayuda de su pareja puede atreverse a explorar con cuidado todos los aspectos, de hecho la vida es básicamente eso, y así sucede. Los amigos, los compañeros de trabajo y jefes, los hijos, los padres, los hermanos, todos nos señalan aspectos distintos de nosotros que podemos mejorar (y nosotros a ellos), y para hacerlo en realidad solo hacen falta ojos, orejas y sobre todo disposición. Del mismo modo también todos nos recuerdan las muchas virtudes que tenemos (aunque a los muy orgullosos casualmente nadie se las diga, ¿por qué será?). También cada persona en particular sirve siempre de ejemplo para otra en algún aspecto, justo es ese aspecto que nos gusta de esa persona, eso es porque ese aspecto está latente en quien lo ve, y de la misma manera, también está latente lo que vemos y no nos gusta, y todo lo latente se debe de expresar, bueno y malo.

Para mejorar como persona solo hay que atreverse a mirar y reconocer los defectos que cada uno tiene. En el caso de la persona orgullosa no es fácil porque casi todo es virtud, el logro para ella es aceptar las imperfecciones de los demás, tolerar y llegar incluso a comprender a los demás. La exigencia es el gran defecto del orgulloso, un defecto que además le lleva a la soledad. El orgulloso convierte su virtud de dar en manía y obsesión. Facilita mucho las cosas el saber que toda persona tiene defectos, cosas que aprender y un camino como alma que recorrer, según parece en unas ochocientas vidas. Es importante ver que desde siempre todas las filosofias y religiones, han hablado de este camino que hay que transitar, aunque algunas han  distorsionado demasiado la idea original.

La idea de Dios no es nada más que la mismísima naturaleza de las cosas avanzando en el tiempo y convergiendo hacia su orden y armonia natural. Es un camino experiencial que se hace paso a paso, y que es tan fácil y tan difícil como ser siempre uno mismo, pero que requiere de una única condición, abrir mucho los ojos para así poder detectar el aprendizaje implícito en cada experiencia, lo cual un día le convertirá a uno, sin dejar de ser él mismo, en alguien más cálido, y más seguro, sintiéndose así en verdad, y no sólo mostrándose en apariencia, tal como le sucede al orgulloso, quién tras su virtuosa máscara es juez y muy inseguro.

Si alguien se percibe orgulloso, es lo más normal del mundo, yo lo he sido mucho y en muchos aspectos lo sigo siendo. El camino es único, es ser uno mismo, es seguir el instinto, el impulso y el deseo, es hacer lo que uno siente que tiene que hacer, en lugar de lo que uno piensa. Es seguir siendo victima o truhán. No se puede dar un salto desde mitad de carrera que nos haga aterrizar cerca de meta (nadie con 20 años, puede cumplir los 40 el año siguiente). Poco a poco, paso a paso. No hay que pensar en como hacerlo, solo hay que hacerlo. Uno es como es. Pensar siempre es luego de la experiencia, para entender que ha sucedido. Antes de la experiencia solo es el miedo del ego que dificulta el avance.

Tras la experiencia, algo ocurre en el interior de cada uno si ha sido auténticamente él mismo. Su ego victima sale en forma de lágrimas, su ego tirano sale en forma de rabia, y su miedo a ser rechazado sale en forma de temblores. Que genial aunque difícil es vencer los miedos y conseguir expresar las emociones que uno siente. Todo tiene que salir, rabia, odio, pena. Tras ello, si ha habido el cambio de conciencia, vienen muchas risas, sonrisas, y sentimientos de paz.

A nivel de alma, todos somos como niños entre 4 y 6 años experimentando. La lección a aprender por el orgulloso pasa por reconocerse como hermano mediano del grupo. Si establecieramos tres grupos de almas, las jóvenes con 4 años serían las más egoístas, materialistas y vanidosas, y juegan a dar patadas a sus hermanos mayores sin reconocerles ni cuidados ni atenciones. Las medianas de 5 años son menos egoístas, y mas amorosas, pero orgullosas y rencorosas. Y las más viejas de 6 años es el hermano mayor, quien pacifica, tolera, guía y respeta, es el más humilde o menos orgulloso y ya sabe que él también pasó por los 4 y los 5 años del alma. La lección que la vida enseña al orgulloso es la de que todos influimos en todos, pero no hay nada ni nadie que realmente dependa de tí salvo tu mismo.

Cuando el orgulloso comprende ya puede aceptar el libre albedrio de los demás y su deber y derecho de ser ellos mismos, y eso es la humildad.

aceptarlos
superarlos
no volverlos a cometer


 
 
 

 
 

 


 
 
 




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