NO PUEDO CAMBIAR EL VIENTO
Es fácil descuidarnos en el programa espiritual de acción y dormirnos en nuestros laureles. Si lo hacemos, estamos buscando dificultades porque el alcohol es un enemigo sutil.
— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 85
Mi primer padrino me dijo que había dos cosas que decir respecto a la oración y a la meditación: primero, tenía que empezar y segundo, tenía que continuar. Cuando llegué a A.A. mi vida espiritual estaba en bancarrota; si yo acaso consideraba a Dios, era solamente cuando mi fuerza de voluntad no bastaba para realizar una tarea o cuando los temores abrumadores erosionaban mi ego.
Hoy estoy agradecido por una nueva vida; una vida en la que mis oraciones son de gratitud. Mi tiempo de oración es más para escuchar que para hablar. Hoy me doy cuenta de que aunque no puedo cambiar el viento, puedo arreglar mis velas para navegar. Ya sé la diferencia entre superstición y espiritualidad. Sé que existe una manera cortés de estar acertado y muchas maneras de estar equivocado.
Del libro Reflexiones diarias
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