Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

23 MAYO

«SALUD ESPIRITUAL»

Cuando es superado el mal espiritual, nos componemos mental y físicamente.

— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 64

Es muy difícil para mí aceptar mi enfermedad espiritual debido a mi gran orgullo disfrazado de mi éxito material y de mi poder intelectual.

La inteligencia no es incompatible con la humildad, siempre y cuando yo coloque la humildad en primer término. Buscar el prestigio y la fortuna es la meta primordial para muchos en este mundo moderno. Estar a la moda y parecer mejor de lo que realmente soy es una enfermedad espiritual.

El reconocer y admitir mi debilidad es el principio de una buena salud espiritual. Pedirle a Dios todos los días que me ilumine, que reconozca Su voluntad y que tenga la fortaleza para cumplirla, es una señal de salud espiritual. Un síntoma de excelente salud espiritual es saber que cuanto más mejoro, más me doy cuenta de lo mucho que necesito la ayuda de los demás.

Del libro Reflexiones diarias
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En mi propia experiencia el resentimiento es la enfermedad más peligrosa para mi vida y progreso espiritual a tal grado que si no lo elimino de mi existencia se apodera de mi ser y me vuelve a adormecer terminando con mi despertar espiritual.

En el Quinto Capítulo, Cómo Trabaja, del Libro Grande al estar hablando de los resentimientos encuentro esta línea: “Cuando es superado el mal espiritual, nos componemos mental y físicamente”, esto forma parte del Cuarto Paso en el Libro Grande y por tanto me recuerda esa parte de mi minucioso inventario moral que debo trabajar toda la vida, y tener presente que muchas veces he escuchado en los grupos que el alcohol había deformado mi carácter, personalmente creo que esto no es exactamente así, pues la deformación de mi carácter es previa a la ingesta de alcohol, la manera de beber es sólo un síntoma de esa deformación de carácter, tanto que el Primer Paso dice, y en mi caso personal es muy cierto, que he deformado mi vida con la copa en la mano, sin siquiera haberla bebido. Por eso el inventario no lo hago para ser mejor y más bueno ante Dios o para pretender serlo ante los demás.

Tampoco se trata de auto-castigarme por mi terrible, tenebroso, nefasto y malévolo pasado. Lo hago para estar en posibilidad de auto-conocerme y que Dios pueda liberarme de mis defectos de carácter que me han auto-saboteado la vida, que me la han destruido, que me han hecho pasar muy mal, que me han hecho consumir, y que hoy entiendo me impidieron y a veces me impiden tener un contacto consciente con mi insospechado recurso interior y con ello con Dios, como yo lo concibo.

En ocasiones tenía la discusión intelectual de pensar que “el espíritu y el alma no se enferman” y por tanto no podía existir eso de que la adicción es una “enfermedad del alma”, no podía aplicarse el hecho de hablar de “enfermedad espiritual”; sin embargo, para mi sorpresa, inclusive desde el punto de vista científico existe el sustento porque la Organización Mundial de la Salud, define en los siguientes términos: la salud es “el estado perfecto del bienestar corporal, espiritual y social”; y esta salud espiritual fundamentalmente consiste en la creencia en una fuerza unificante, sea la naturaleza, la ciencia o Dios, lo que yo entiendo implica el reconocimiento de un Poder Superior, como cada quien lo conciba.

En mi propia experiencia el resentimiento es la enfermedad más peligrosa para mi vida y progreso espiritual a tal grado que si no lo elimino de mi existencia se apodera de mi ser y me vuelve a adormecer terminando con mi despertar espiritual, por eso emprendí afanosamente el trabajo del Cuarto y Quinto Pasos pues de otra forma no estaría en disposición de solicitar se elimine la ira, la soberbia, la avaricia y otros defectos de carácter.

En mi caminar dentro de la recuperación he sido de las personas que aunque formamos parte de A.A. o N.A., parece que no hemos hecho progreso desde el día en que nos convertimos en miembros de la Comunidad. Hemos nacido de nuevo mas espiritualmente permanecemos como bebé-saurios durante mucho tiempo en la vida como muestra de inmadurez emocional. Asistimos a la escuela de la recuperación, pero no nos movemos de los primeros Pasos.

Pertenecemos a la Fraternidad pero siempre estamos en el mismo lugar, no nos ponemos en acción, en unidad y servicio. Año tras año, quienes trabajan mejor el Programa pueden observarnos en las mismas faltas y debilidades. La experiencia espiritual de nosotros no ha cambiado mucho desde el día de nuestra rendición y por tanto de nuestra conversión de manera de vivir.

Solamente hemos podido tolerar la papilla del Programa pero no hemos podido con la comida fuerte. Repetimos la misma puerilidad en la fe, las mismas flaquezas, la misma estrechez mental y de corazón, la misma falta de interés en cualquier cosa que rebase nuestra comodidad y nuestro pequeño círculo, todo exactamente lo mismo que años atrás, solamente que sin beber, aunque resulte triste decirlo.

No es de extrañarse que si no pongo en acción y ejercito el Programa de acuerdo a las sugerencias que me plantea y me proporciona no avanzo y si bien no estoy dormido espiritualmente, sí tengo un simple amodorramiento que se aleja del verdadero despertar.


En beneficio de mi recuperación he tenido compañeros que siempre le están añadiendo gracia a la gracia de no consumir; fe a la fe en el Programa y en el Poder Superior; y acción a la acción de ejercitar los principios espirituales del los Doce Pasos. Cada vez que los veo, los escucho y que recibo el compartimiento de su diario vivir tengo la impresión de que esos compañeros han engrandecido su corazón y han duplicado su estatura espiritual.

A mí me ha llegado a parecer que cada año ven más, saben más, crecen más y viven más profundamente su fe en el Poder Superior y en la acción del Programa. No sólo hacen bien sino que no se cansan de hacer el bien, de servir a los compañeros, de hacer unidad y de regalar el ejemplo de su recuperación. Se proponen grandes y mejores cosas y las consiguen.

Si fracasan, lo intentan de nuevo, y si otra vez caen, de nuevo se levantan. Y en todo esto, y durante todo este tiempo de veinticuatro horas, se consideran a sí mismos como servidores y este tipo de compañeros me han inculcado el amor por el Programa y la recuperación, me han hecho ver que la vida es valiosa y que ser un alcohólico y/o un adicto en recuperación es algo que engrandece sus vidas, y obtienen la estimación incluso de los egoístas, como yo.

Escuchar, ver y convivir con este tipo de compañeros resulta de provecho espiritual para mi alma y son una dádiva muy apreciable, excelente y única para mi recuperación.

Gracias a mis compañeros, que me han regalado con su ejemplo la práctica de los Doce Pasos, he ido adquiriendo el ejercicio de los actos de humildad de implorar ayuda, pedir las sugerencias, requerir apadrinamiento y suplicar conocer la Voluntad de Dios junto con la fortaleza para cumplirla. Sólo así voy dándole la mejoría a mi salud espiritual.

Felices 24 horas de salud espiritual.

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