Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.

2 ABRIL

«FORMACIÓN DEL CARÁCTER»

Exigir demasiada atención, protección, y amor a otra gente sólo puede incitar en los mismos protectores la repulsión y la dominación…

— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 41

Cuando en el Cuarto Paso descubrí mi necesidad de aprobación, no creí que esto debiera considerarse un defecto de carácter. Prefería pensar que era una cualidad ventajosa (es decir, el deseo de agradar a la gente). Pronto se me hizo ver que esta “necesidad” puede ser paralizadora.

Hoy todavía me agrada recibir la aprobación de otros, pero no estoy dispuesto a pagar el precio que acostumbraba pagar por obtenerla. No tengo que doblarme como una lombriz para gustarle a otros. Si yo obtengo su aprobación, está muy bien; pero si no, puedo sobrevivir sin ella.

Soy responsable de decir lo que yo considero es la verdad, no lo que crea que otros quieren oír.

Igualmente, mi falso orgullo siempre me mantenía demasiado preocupado por mi reputación. Desde que fui iluminado en el programa de A.A., mi objetivo es mejorar mi carácter.

Del libro Reflexiones diarias
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He vivido muchísimo tiempo buscando la aprobación de mi familia y de otras personas, he buscado agradar siempre, he aceptado ser pisoteado con la finalidad de que piensen que “soy una buena persona”, “que no busco problemas”, “que soy conciliador” y por tanto “deben corresponder a esta actitud mía”.

He vivido muchísimo tiempo buscando la aprobación de mi familia y de otras personas, he buscado agradar siempre, he aceptado ser pisoteado con la finalidad de que piensen que “soy una buena persona”, “que no busco problemas”, “que soy conciliador” y por tanto “deben corresponder a esta actitud mía”.

Al leer el Cuarto Paso, se me hace aún más claro el hecho de que “ser víctima” puede ser algo que momentáneamente o por un periodo funcione, mas al final acaba hartando a las personas y buscan sacarme la vuelta, pues es muy cansado tener que estar soportando a una persona que se queja constantemente de “la incomprensión”, “de la injusticia”, “de la falta de oportunidades”, “del favoritismo”, en fin de cualquier cosa menos voltear a ver que es lo que está mal en mi interior.

Me he quejado mucho de que me tengan etiquetado de tal forma “que no me esté permitido molestarme”; “que no pueda hacer valer mis pensamientos”; “que todo lo que hago lo hago mal”; “que invento cosas”; “que no es cierto lo que digo”; “que estoy equivocado”; “que mi opinión no debe ser tomada en consideración”, etcétera. Así, era muy fácil para mí que en la intoxicación por la actividad vociferara, ofendiera, buscara a cómo diera lugar desquitarme, sacara mi ira por los resentimientos, agrediera para defenderme del miedo que me provocan las posibles e imaginarias consecuencias, me inventara una grandiosidad; dejara que corrieran mis fantasías de abundancia y de poder; en fin hacía una caricatura grotesca de sentimientos y pensamientos que debían ser encauzados de otra forma.

Aún, en la recuperación, hay muchos momentos en que mis hermanos, mi familia y algunos otros siguen denostándome, denigrándome, en pocas palabras provocándome, activa o pasivamente, y gracias a las veinticuatro horas que tengo puedo pedirle a Dios que me ilumine para cambiar mi reacción natural, esto no quiere decir que de momento no haya algún enojo mas lo que sucede es que no lo dejo correr, lo detecto, lo admito y lo corrijo lo más pronto posible (a veces casi de inmediato) porque de otra forma el que se hace daño soy yo mismo, pues con mi actitud iracunda, temerosa y de víctima es fácil que surjan las ideas de la revancha, incremente el resentimiento, al igual que surjan temores por lo que puedo perder, alimento la tristeza y entonces llegan a mí los cuatro jinetes del Apocalipsis: frustración, falta de sinceridad, abatimiento, depresión lo que me lleva directo al sufrimiento que ha sido el que me ha llevado a consumir porque mis emociones negativas son las que se imponen; y entonces los pensamientos insanos y funestos toman la rienda de mi mente.

No es nada fácil tener una actitud positiva, más cuando estoy en estos momentos difíciles hago la Oración de la Serenidad y procuro empezar a meditar al repetirme: “Dios concédeme que no busque ser consolado sino consolar; que no busque ser comprendido sino comprender; que no busque ser amado sino amar, porque para encontrarse hay que olvidarse de uno mismo”. En esos momentos reconozco que siento como un balde de agua fría que no me permite seguir enojándome, aún cuando quiera hacerlo hay algo que me frena; siento que tengo que ser sincero si hago esta oración como base de mi meditación para conocer la Voluntad de Dios; la repito para cambiar mi actitud y en lugar de tener un impulso o una reacción busco un minuto de paz para comenzar a entender que también están enfermos, y que el egoísmo (como enfermedad que invade al ser humano) hace su aparición y por tanto lo menos recomendable es que yo intente imponer mis instintos naturales y también debo tener calma para no dejar que otro me imponga los suyos, pues al fin y al cabo estos es fácil que se desboquen y entonces entren en conflicto.

Cuando yo detecto que me exigen demasiada atención, protección y amor puedo percibir como es fácil que mi hartazgo, mi cansancio, mi molestia generalizada se presente junto con una sensación de prepotencia para querer dominar al otro; y todo esto lo puedo tocar fácilmente y me permite ver lo que yo he causado y puedo causar cuando me desvalorizo, cuando no practico los principios espirituales y dejo que mi egoísmo se entronice y busque satisfacerse a tal grado que yo cause esa repulsión y esa dominación por parte de otro hacia mí.

No veo nada de malo en hacer empatía con alguien, en ser agradable, ser servicial incluso altruista, siempre y cuando mi intención sea tener un auténtico interés y amor por mis semejantes con base en el amor a Dios y un sano amor a mí mismo; a diferencia de buscar ser servil, egoísta, envidioso, en fin que persiga solamente mi beneficio desde el punto de vista material, social y/o sexual.

En el mundo cotidiano veo la necesidad imperiosa de agradar, de quedar bien, de cumplir con las exigencias sociales, de estar “in”, de acceder a círculos de abundancia económica, de prestigio en la sociedad, de elegancia, de derroche y de poder; por eso es tan refrescante para mí estar en el mundo de AA, NA y/o Grupos de Doce Pasos, vivir con sustento en Tres Legados (Unidad, Servicio y Recuperación), tener una Fraternidad del espíritu, estudiar, practicar y vivir los Doce Pasos para estabilizarme emocionalmente, para no tener obsesiones, para progresar espiritualmente y de esta manera estar fortalecido por Dios.

¿Cómo entender a quién busca, a toda costa, controlar?, ¿Cómo poder dialogar con quien no escucha más que su propia voz?, ¿Cómo entablar una relación con quién nunca se equivoca?, ¿Cómo comprender a quién siempre tiene la razón?, en fin ¿Cómo intentar interactuar “cuando se está frente a un dios”?. Es una locura, pero yo lo hago porque cuando consumía mi pensamiento, mi sentimiento, mi actitud era “de dios”, “el dios de mi propia sin razón” y por eso sé que hay momentos en que “entro al Olimpo” y no puedo encontrar otra cosas que “dioses”. Sin embargo, dejándome guiar por mi Poder Superior puedo escaparme de las garras siniestras de “estos dioses” que tienen como poderes el dinero, la fuerza y un poder limitado que usan para lastimar, ofender, denigrar y que realmente son tan débiles que no cuentan con mayores fortalezas.

Decidí poner mi vida y voluntad al cuidado de mi Dios, y de esta forma adoptar la generosidad, el amor, la tolerancia, la sinceridad, la consideración, la alegría, la prudencia y la serenidad como una forma de vida; dejando que mi Poder Superior se lleve mi carga por veinticuatro horas, que elimine de mí los defectos de carácter que impidan mi cambio profundo de personalidad y retrasen mi despertar espiritual.

Al contactar con mi espíritu y el insospechado recurso interior que tengo para semejarme a Dios, puedo lograr ir formando mi carácter para tener un sano amor a mí mismo y por ende hacia los demás, protegiendo con amor y tolerancia que mi corazón no sea invadido por lo negativo y acercarme, un día a la vez, a la luz de la realidad de Dios y al ambiente de Su Gracia.

Felices 24 horas en formación del carácter.

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