Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
20 ABRIL
«AUTOEXAMEN»
Antes de empezar, le pedimos a Dios que dirija nuestro pensamiento, pidiendo especialmente que esté libre de autoconmiseración y de motivos falsos y egoístas.
— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 86
Esta oración, cuando la digo sinceramente, me enseña a ser verdaderamente generoso y humilde, porque aun al hacer buenas acciones, a menudo buscaba aprobación y gloria para mi persona. Si examino mis motivos en todo lo que yo hago, puedo ser servicial a Dios y a otros, ayudándolos a hacer lo que ellos desean hacer.
Muchas preocupaciones innecesarias son eliminadas cuando dejo a Dios a cargo de mis pensamientos y creo que Él me guía durante el transcurso del día. Cuando elimino los sentimientos de autoconmiseración, de deshonestidad y de egocentrismo, tan pronto como entran en mi mente, encuentro paz con Dios, con mis semejantes y conmigo mismo.
Del libro Reflexiones diarias
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En mi vida no me enseñaron a pedir guía sino que por el contrario me dijeron que una vez que aprendiera lo suficiente en la escuela, en la casa, en el trabajo, en fin en diferentes ámbitos de mi existencia tendría que aplicar dichos conocimientos para resolver, que había momentos en que era válido pedir algún consejo o consultar, pero que tenía que ser yo quien tuviera la base cognoscitiva y empírica para concretar cualquier asunto. Nunca escuché que se me dijera que buscara pedir guía a Dios, mucho menos que dirigiera mi pensamiento, pues normalmente se me dijo que a Dios había que pedirle “me iluminara” o que “arreglara”.
Quizá, si hubo de alguna manera el dicho de que debía “pedirle a Dios” cuando tuviera algo complejo que “enfrentar”, que “sobrepasar”; que “superar” mas no recuerdo haber visto el ejemplo o seguramente no lo quise o no lo pude ver.
Lo que sí es que no pensé, a pesar de tantas “lecturas espirituales, religiosas y de desarrollo humano”, que lo más adecuado es pedir guía para que Dios dirija adecuadamente mi pensamiento en todos los actos de mi día, ¿cómo iba a saberlo si en este rubro no tenía sano juicio?, ¿cómo intuirlo si mi impotencia no me permitía darme cuenta de que era impotente?, ¿cómo pedir ayuda si mi soberbia intelectual me decía que “yo sabía todo”?
Gracias al Programa, a aceptar mi impotencia e ingobernabilidad en muchísimos aspectos de mi vida, muy especialmente en mi parte emocional, es que he ido practicando poner mi enfermedad total bajo el cuidado de mi Poder Superior, de tal suerte que antes de acometer muchos actos en mi vida pido que dirija mi pensamiento, cuando solicito su guía intento decirle que lo que le solicito para mi o para otra persona sea para mi mayor bien y el de los demás (hágase Su Voluntad), pues de esta manera realmente aplico el Tercer Paso.
Si bien, lo que me describe esta parte del Libro Grande se refiere a la actitud y disposición que debo tener para realizar mi inventario moral, para efectuar mi autoexamen y de esta manera tener el valor de profundizar en mi vida interior con base en los hechos de mi vida y de mis emociones negativas, es una guía para poder hacer mi inventario diario e incluso para hacerlo en un momento preciso para detectar, admitir y corregir.
Pedir a Dios que dirija mi pensamiento libre de mi postura de víctima, de mi egoísmo, de mi soberbia intelectual y espiritual me permite comenzar a practicar ser humilde pues reconozco mis deficiencias, mis incapacidades, mi inestabilidad y mi falta de poder. Además me ayuda a poder trabajar con otros enfermos de adicción y de las emociones, me prepara para poder solicitar esta dirección en mis asuntos familiares cuando veo a mis seres queridos con dolor, con sufrimiento, con desilusión, con desesperanza, con temor, con ira, con auto-conmiseración y de esta forma no engancharme con estos sentimientos y pensamientos negativos y auto-destructivos.
Hacer este tipo de oraciones cortas es más que suficiente para poder hacer un alto en mi día y ponerme en la mejor disposición de buscar mi paz y al hacerlo poder transmitirla a los demás.
Felices 24 horas pidiendo dirección de Dios