Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
26 ABRIL
«EL PUNTO ESENCIAL NO ES LA FELICIDAD»
No creo que la cuestión esté en la felicidad o la infelicidad. ¿Cómo abordamos los problemas que se nos presentan? ¿Cómo aprendemos mejor de estos problemas, y cómo transmitimos lo que hemos aprendido a otra gente que deseen estos conocimientos?
— COMO LO VE BILL, p. 306
En mi búsqueda de “ser feliz”, cambié empleos, me casé y me divorcié, tomé curas geográficas y me metí en deudas — financieras, emocionales y espirituales. En A.A. estoy aprendiendo a madurar.
En vez de exigir a la gente, lugares y cosas, que me hagan feliz, puedo pedir a Dios que me haga aceptarme a mí mismo. Cuando me abruma mi problema, los Doce Pasos de A.A. me ayudarán a desarrollarme a través del dolor. La experiencia que gano puede ser un regalo para otros que sufren del mismo problema.
Como dijo Bill, “Cuando llega el dolor, se espera de nosotros que aprendamos de buena gana la lección que nos deje, y ayudemos a otros a aprender. Cuando la felicidad llega, la aceptamos como un don, y le damos gracias a Dios por ella” ( Como lo Ve Bill , p. 306).
Del libro Reflexiones diarias
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No tenía idea de que la felicidad no es algo que yo debiera “mostrar a los demás”, no se trata de “un estado eufórico”, no es un “estado de ánimo”, sino que la verdadera felicidad es una actitud constante que me impulsa a sentirme tranquilo, sereno, apacible y que me permite tener momentos felices.
En busca de “la felicidad” comencé por el camino de la euforia cuando niño, de la diversión en la adolescencia y juventud, de la autosatisfacción en el comienzo de la vida adulta, y una vez que dejé de ser niño la diversión, la relajación, el merecimiento, la autosatisfacción y l euforia tenían que estar acompañados del consumo, sin beber no había esta sensación de libertad, de sentirme ligero, liviano y sin ansiedad, aunque ni siquiera estuviera muy consciente de esa ansiedad que guiaba mi vida, porque había una obsesión y necesidad imperiosa por consumir para sobrevivir a mis emociones negativas.
No tenía idea de que la felicidad no es algo que yo debiera “mostrar a los demás”, no se trata de “un estado eufórico”, no es un “estado de ánimo”, sino que la verdadera felicidad es una actitud constante que me impulsa a sentirme tranquilo, sereno, apacible y que me permite tener momentos felices y que con base a ir haciendo a un lado mi egoísmo me da la oportunidad de intentar transmitir felicidad a los demás, muy diferente a mi concepto prepotente y soberbio de “hacer feliz a los demás”.
He ido haciendo a un lado mi concepto de que ser feliz es “tener bienestar por la abundancia personal, o sea mi propio y único bienestar”, por ello mi confusión de buscar la felicidad acumulando bienes materiales (dinero, personas, sexo, sustancias), y lo grave es que cuando almacené ·”riquezas” me doy cuenta que la felicidad no está por ese camino, de hecho nada me satisface ni me llena, y quiero llenar mis huecos, mis vacíos con más alcohol, no se me ocurría que lo material puede darme comodidad, que puedo tener placer momentáneo, que puedo tener un disfrute que se extingue instantáneamente y que en lugar de darme me quita el sosiego y me crea agitación emocional, en todo caso lo material solamente sirve como un medio de tener comodidad, pues hoy sé que el dinero solamente es una energía no un fin, y que debe encauzarse esa energía positivamente y no como hice siempre en la actividad que lo convertí en mi divinidad, en mi objetivo y se volteo contra mí.
Cuando pongo en práctica los Doce Pasos puedo iniciar el camino para ser feliz, esto no quiere decir que esté libre de problemas o ausente de dificultades. Cuando me mantengo sereno, unido a mi Poder Superior y acepto Su Voluntad, en medio de las tormentas de la vida puedo ser feliz porque en la serenidad, en estar apacible, en la tranquilidad, en el sosiego es que encuentro las bases para ser feliz, para no autoconmiserarme, para no resentirme, para no temer y entonces estar en posibilidad de dejar que Dios me otorgue las fortalezas y la gracia que necesito, pues lo dejo que elimine mis defectos de carácter.
El capítulo VII del Libro Grande (Trabajando con los demás) me ha enseñado que soy feliz entregándome a los demás, lo cual me lo reitera el Paso Doce, pues vivir para los demás es el acto más feliz y que me permite reducir mi egoísmo, por eso para mí es una de las cuestiones trascendentes del servicio, y cuando aprendo a servir en los demás campos de mi vida, fuera de A.A., he aprendido a defender, luchar y caminar junto a los sentimientos de los que sufren, de los que requieren ayuda, de quienes necesitan consuelo y esto se va convirtiendo en una forma de vida que me da satisfacción mas sobre todo me permite trabajar en la búsqueda de la voluntad de Dios.
Nunca tendré una vida sin preocupaciones, ausente de problemas y procurar ser auténticamente feliz me ayuda a afrontar los problemas con valentía y con mayores posibilidades de alcanzar la sobriedad (abstemio y equilibrio emocional), pues la sobriedad, para mí, es una actitud positiva, optimista y esperanzadora que me alienta a enfrentar los problemas con más efectividad, puesto que si tienen solución no son problemas y si no tienen solución son un hecho. Además hoy entiendo que no puedo vivir con el egoísmo de “querer ser feliz” con base en la infelicidad de los demás y aún más grave por la infelicidad que yo les infrinjo con el pesar de verme en la actividad y del daño que les causaba.
Cuando con el Programa he aprendido que la felicidad no consiste en la ausencia de inconvenientes he empezado a valorar, en mi caso personal, que la felicidad estriba en mantener el mayor tiempo y número de momentos la tranquilidad gracias a practicar la sinceridad, la tolerancia, el auténtico amor a Dios y a mis semejantes, dejando que mi Poder Superior haga a un lado la frustración, los temores, los resentimientos, la desconsideración y mis defectos de carácter por veinticuatro horas, de esta manera hoy no tengo ni se tienen que resolver todos los inconvenientes de mi vida.
El enunciado de A.A. es muy inspirador: “es una organización de hombres y mujeres que compartes su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para ayudar a otros a resolver su problema común”, y yo he podido identificar ese problema común de haber buscado errónea y fatalmente en el consumo la felicidad, así como he aprendido en compañía de otros enfermos de adicción a encontrar el camino de trabajar con otro igual a mí “para alcanzar el estado de sobriedad”.
Felices 24 horas alcanzando el equilibrio emocional.