Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
28 ABRIL
«DOS MAGNÍFICOS CRITERIOS»
Todo progreso en A.A. se puede calcular en términos de sólo dos palabras: humildad y responsabilidad. Nuestro desarrollo espiritual se puede medir con precisión en función de nuestro grado de adhesión a estos dos magníficos criterios.
— COMO LO VE BILL, p. 271
Reconocer y respetar los puntos de vista, los logros y las prerrogativas de otros, así como aceptar estar equivocado, me enseña el camino de la humildad . La práctica de todos los principios de A.A. en todos mis asuntos me guía a ser responsable . Hacer honor a estos preceptos me da creencia en la Tradición Cuatro — y en todas las demás Tradiciones de la Comunidad.
Alcohólicos Anónimos ha desarrollado una filosofía de vida llena de válidas motivaciones, ricas en grandes principios y en valores éticos, una forma de ver la vida que puede extenderse más allá de los confines de la población alcohólica. Para hacer honor a estos preceptos solamente tengo que orar y cuidar de mis compañeros humanos como si cada uno de ellos fuera mi hermano.
Del libro Reflexiones diarias
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Humildad y responsabilidad. Nuestro desarrollo espiritual se puede medir con precisión en función de nuestro grado de adhesión a estos dos magníficos criterios.
La humildad es el conocimiento y percepción que tengo respecto de lo que soy, de mis debilidades, de mis fortalezas, es una cualidad que pongo en acción para impedirme creerme superior a los demás, me ayuda a no tener una valoración desmesurada de mí mismo (soberbia – autoconmiseración). Al practicar ser humilde voy aprendiendo a no sobreestimarme ni a maltratar ni sobajar a los menos favorecidos sea desde el punto de vista, social, económico o de educación, incluso me enseña a no juzgar ni a menospreciar a quienes tengan alguna pequeñez o estrechez espiritual pues así he sido y así he vivido. Al comprender lo que es la humildad, con base en mi experiencia, que no hay seres superiores sino simplemente existen desigualdades en la sociedad y que el tener más o menos oportunidades no da derecho de sentirme superior o inferior, ni mejor ni peor que aquellos que tuvieron más o menos fortuna.
La humildad es la verdad de reconocer mis debilidades, cualidades y capacidades las cuales debo aprovechar para ponerme en acción, tener una fe que obra y hacer el bien a los demás, tener un auténtico interés por el otro, transmitirle experiencia, fortaleza y esperanza, dar servicio y hacer todo esto en silencio, sin ostentación ni presunción alguna. Al comprender este principio espiritual, entiendo que uno de los ejercicios tangibles de la misma es el esfuerzo de escuchar y aceptar a mis compañeros, a mi esposa, a mis hijos, a los miembros de mi familia, a mis amistades y a todos de quienes me rodeo y con quienes interactúo por eso sé que tengo momentos de humildad y no que soy humilde.
Practico ser humilde al dejar hacer, dejar ser, dejar sentir sin el afán de controlar, si aprendo a eliminar la arrogancia, el desplante y la presunción así como reconozco las capacidades físicas, intelectuales y emocionales de los demás. Ponerme en acción para ser humilde me permite ir convirtiéndome en una persona digna de confianza, flexible y adaptable. En la medida en que soy humilde, adquiero progreso espiritual y me vuelvo digno en el corazón de los demás.
Si pretendo aplicar la humildad cuando expreso una opinión debo hacerlo con la mente abierta y con emociones positivas para aceptar las particularidades, la fortaleza y la sensibilidad de los demás y de mí mismo.
De todas las veces que le he preguntado a mi padrino, a mis compañeros y a personas que practican su espiritualidad que puedo y debo hacer para ser humilde, la respuesta se han centrado en que debo aprender a aceptar las capacidades de los demás; que debo reconocer mi propia realidad, sin caer en la soberbia; ser sencillo, sincero y honesto; pedir ayuda cuando la necesite y reconocer que soy impotente, ingobernable y por lo tanto no soy autosuficiente; escuchar a los demás y dejar de hablar exclusivamente de mí mismo.
Por tanto al ser humilde necesariamente tengo que ser responsable, lo que significa cumplir con el deber y obligación de asumir las consecuencias de mis actos, es responder a quien me interpela con derecho y para adquirir el sentido de responsabilidad debo advertir, comprobar y captar que todo lo que hago, todo compromiso tiene consecuencias y que esos efectos son resultado de mis actos porque yo soy quien decido realizarlos o soy quien toma la decisión de la omisión o abstención; también debo buscar la estabilidad emocional, con base en que Dios me proporcione sano juicio, para que mis actos correspondan a los principios espirituales, no consumir y practicar los Doce Pasos es ser responsable; educarme a detectar, admitir y corregir lo que no hago bien y volver a empezar con un deseo sincero y auténtico de mejorar.
MI ingobernabilidad comienza a corregirse al practicar ser responsable y ser capaz de adquirir responsabilidad, además de que tiene un efecto directo con la confianza, pues yo y los demás confiamos en las personas que son responsables, y me permite poner mi confianza y lealtad en mis compañeros que de manera comprometida practican el Programa y me lo comparten gratuitamente para trabajar entre enfermos de adicción.
La responsabilidad comienza conmigo mismo, con lo que hago, con lo que creo en mi Poder Superior, con lo que pienso, con los compromisos, metas y Pasos que me marco y voy dando.
Cumplir o no con los Doce Pasos implica mi responsabilidad y por eso el Programa me permite aprender que hay cosas y situaciones que yo causo y en las que los efectos son producto de mis decisiones; y que ser responsable implica aceptar que cuando pongo mi vida y voluntad al cuidado de Dios, la acción es mía y el resultado se lo dejo a Él.
Felices 24 horas con humildad y responsabilidad.