Reflexiones Diarias. Escritas por los A.A. para los A.A.
31 MARZO
«NADIE ME NEGÓ EL AMOR»
Corría el Año Dos del calendario de A.A…. Un principiante llegó a uno de estos grupos… Pronto demostró que el suyo era un caso desesperado y que, sobre todo, quería recuperarse… [Dijo él] “ya que soy víctima de otro tipo de adicción aun más estigmatizada que el alcoholismo, puede que no me quieran entre ustedes”.
— DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 138
Acudí a ustedes como una esposa, una madre, una mujer que había abandonado a su esposo, a sus hijos, a su familia. Una borracha, una adicta a las píldoras, una nada. Sin embargo, nadie me negó amor, cariño, un sentimiento de pertenecer. Hoy por la gracia de Dios y el amor de una buena madrina y un grupo base, puedo decir que por medio de ustedes en Alcohólicos Anónimos — yo soy una esposa, una madre, una abuela y una mujer. Sobria. Libre de píldoras. Responsable.
Sin el Poder Superior que encontré en la Comunidad, mi vida no tendría sentido. Estoy llena de gratitud por ser miembro de Alcohólicos Anónimos.
Del libro Reflexiones diarias
Copyright © 1991 por Alcoholics Anonymous World Services, Inc. Todos los derechos reservados.
Cuando fallé no encontré un juicio despiadado sino una comprensión a mi impotencia y pronto me guiaron, llegué a un lugar donde renacer y surgí de mis cenizas.
Llegué a una clínica pensando que era “el peor”, mi sorpresa es que nadie se espantó y comencé a vivir la camaradería que la identidad de la enfermedad produce. Cuando empecé a ir a grupos, siempre había alguien dispuesto a transmitirme afecto y mostrarme el amor al prójimo. Con más veinticuatro horas fui gozando del compañerismo, el acompañamiento así como un interés real por mí.
Cuando fallé no encontré un juicio despiadado sino una comprensión a mi impotencia y pronto me guiaron, llegué a un lugar donde renacer y surgí de mis cenizas. Ahora sí estaba convencido “que era una verdadera basura con forma humana”, “mis faltas eran mayores porque ahora ya conocía a mi enfermedad”, “porque arbitrariamente había optado por hacer a un lado a Dios”, “porque había pensado que yo podía controlar mi recuperación”, “porque no era posible que yo fallara”.
Encontré que todos me hacían ver el hecho de que soy impotente, que sólo por la gracia de Dios no han consumido, que mi caída se convertiría en una base firme de recuperación, que me pusiera a trabajar en los Pasos, que rencauzara lo que había hecho bien del Programa; retorné a mi grupo (lleno de vergüenza); y en todo solamente recibí amor auténtico, porque todos mis compañeros, terapeutas, consultores y miembros de la Comunidad de la recuperación fueron y son un conducto de Dios para lograr la verdadera sobriedad (abstinencia y equilibrio emocional).
Cuando pensaba que cada uno de mis actos era más denigrante y que por eso tenía motivo para estar muy enojado conmigo y por eso no podía perdonarme, me mostraron amorosamente que debía comenzar por dejar mi soberbia para perdonarme, abandonar mi ira y con cariño agradecer que Dios me da la oportunidad de seguir y volver al camino espiritual (como el hijo pródigo).
Mi experiencia me ha enseñado que delatarse, que ser sincero es liberador, que entre adictos no puede haber nada que sea más grave, que no tengo calidad para estigmatizar ni juzgar a nadie, que mis emociones negativas y pensamientos insanos en esencia son similares y que la forma de trascenderlos es a través de la práctica y vivencia de los principios espirituales, poniendo mi vida y mi voluntad al cuidado de Dios.
El Programa, la Fraternidad, mi padrino, cada compañero ha sido un elemento para que hoy sea un ser humano que tiene la posibilidad, sólo por hoy, de ser útil y feliz para mí mismo, para mi esposa, para mis hijos, para mi familia, incluso para mis compañeros y ser un testimonio, que ha hecho servicio (incluso servicio negro) para mostrar que sí hay una solución y que se puede vivir bien, un día a la vez, por la gracia de Dios.
Felices 24 horas con amor.