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LA NECESIDAD DE PONER LIMITES A NUESTROS HIJOS

    Si me dejan hacer lo que me da la gana mis padres es porque no les intereso”. Esto dicho por un adolescente puede dejar “boca abiertos” a un numero importante de padres; con ello intuimos que nuestros hijos nos piden pautas y normas para sentirse seguros y desarrollarse como adultos sanos.
    Los avances en la psicología científica de los últimas décadas parecen que no terminan de “cuajar” en prácticas educativas que desempeñamos en el día a día como padres. En cuestión de relativamente poco tiempo los padres hemos pasado de ser educados con normas y límites exagerados y contraproducentes a educar del modo opuesto, sin ningún límite, en el dejar hacer, por miedo a la traumatizar a nuestros hijos. Y como todo en la vida “los extremos se tocan”.
    Hoy en día es muy común y generalizado la necesidad social de mostrarse cariñoso, comunicativo e indulgente con cualquier necesidad de los hijos y desproporcionadamente tolerante con todo su comportamiento sea o no “adecuado”.
    Esto esta siendo “caldo de cultivo” de lo que estamos empezado a ver ya en las consultas de psicología clínica, niños y jóvenes extremadamente inmaduros, emocionalmente débiles. Ellos tendrán probablemente un futuro muy complicado porque no son capaces de vivir y desarrollarse de manera autónoma, además de tener un desbordante sufrimiento por su baja tolerancia a la frustración. La sociedad no tolerará su falta de aceptación de normas y no será tan indulgente como lo somos erróneamente sus papás.
    Es normal que hoy en día los padres, nos sentimos perdidos al tener que decidir entre educar como nos educaron nuestros padres hacerlo por como buenamente podamos, como nos dicen en los medios de comunicación o según vemos que lo hacen otros padres. Al producto de esta malgama de cosas hace que no seamos coherentes, norma básica parala Educación de nuestros hijos para enfrentar lo mas sanamente posible las dificultades que se le van a presentar en esta vida.
    Entiendo que esto es la teoría y que en el día día resulta complicado exigir que nuestros hijos  con la convivencia: que en resumidas cuestas es “yo doy, tú das”.

    ¿Por qué resulta tan complicado?

    • No queremos que tengan mala imagen nuestra.
    • Nos cuesta o no somos capaces de decir “NO”, es tan fácil decir “SI”.
    • No queremos que sufran pensamos que ”ya sufrirán cuando sean mayores” y esto no es sano porque cuanto antes aprendan a frustrase antes serán capaces de tolerar adecuadamente los sinsabores que la vida les va ir dando.
    • No nos gusta que los otros papás, amigos, familia,  nos lleguen a considerarnos como padres “rígidos y autoritarios”.
    • No queremos que ellos sufran lo que nosotros pudimos sufrir.
    • Tratamos erróneamente de contrarrestar la falta de tiempo y dedicación con una actitud excesivamente condescendiente.
    • No queremos el conflicto y evitamos que nos pongan mala cara.
    • Pensamos equivocadamente que somos egoístas si imponemos reglas que   nos ayuden en la convivencia.

    Intentaré en pocas palabras explicar como en el desarrollo del ser humano de cada individuo se pasa de la dependencia inicial a la autonomía en el adulto:

    Las teorías del desarrollo infantil y del apego nos explican la importancia, que en los primeros momentos de la vida tiene el mantener una relación estrecha y consistente con la madre (o figura de apego). En ese periodo, cualquier separación, el niño la vive con ansiedad.
    Estas mismas teorías han constatado que tras esa primera etapa, el niño necesita para su desarrollo normal separarse de su madre (o figura de apego), para explorar el mundo exterior teniendo como anclaje seguro  a su madre. También le sirve para discriminar sus propios deseos y necesidades de los de ella, para así ir tomando conciencia de sí mismo y de su individualidad.
    La madre no solo debe dejarlo explorar fuera sino que además, presentarse a sí misma como alguien con sus necesidades individuales, con una vida propia, e ir dejando la idea que tiene el niño de que su madre es una extensión de él y para él, que su razón de existir es única y exclusivamente para satisfacer sus necesidades.
    Para conseguir una convivencia familiar sana, como padres debemos  reaccionar con apoyo emocional a la vez que permite que el hijo padezca, de modo gradual y acorde con su maduración, una cantidad creciente y natural de frustración. Es “bueno” proteger al niño pero también dejar que se exponga gradualmente a experiencias en las que no consiga todo lo que quiere. La capacidad futura del niño para enfrentarse de modo sano a la realidad depende de esto.
    Este proceso de adquisición de tolerancia a la frustración, que se desarrolla progresivamente, facilita que tu hijo aprenda a manejar su ansiedad y su agresividad sin temor a que le desborde. Cuando tu hijo no tolera ninguna frustración puede llegar a sentir apatía y desmotivación o, el otro extremo, ira.
    La rudeza es innecesaria. Se claro y firme con tus hijos sobre los limites, pero muy respetuoso en la manera de comunicarte con ellos

    Pautas para conseguir poner límites:

    • Antes que nada considerar que a pesar de tener claro todo lo dicho hasta ahora cometeremos errores. No existe una “receta” ideal para educar a nuestros hijos; cada hijo es distinto. Aunque  si podemos disponer de unos “mínimos” esenciales para distintas situaciones.
    • Es importante ser espontáneos, es decir tratar de hacer a nuestro modo lo que anteriormente hemos descrito. Aquello que no “nos salga” es mejor no llevarlo acabo porque nos resultará muy  incomodo y artificioso.
    • La empatía, que es la capacidad para “ponernos en su lugar”, nos ayudará a entender los motivos que ellos tienen para actuar y reaccionar en una determinada situación y, desde ahí, podemos enseñarles modos de afrontarla. Y también les enseñamos al ser modelos eso tan importante para las interrelación con los demás  que es saber ponerse en el lugar del otro. Esto le ayudará en su vida
    • La coherencia es también muy importante porque uno tiene que creer aquello que quiere enseñar. La contradicción entre lo que se dice y lo que se hace invalida la norma que o bien no se cumple o lleva a la mentira. Por eso es tan importante que los padres actúen con seguridad y sin contradicciones. Es sobre todo con un estilo de comportamiento con lo que los hijos se identifican y al que imitan. La norma concreta puede ser más o menos discutida si se le transmite una forma de ser responsable y honesta.
    • No consideres que se trata de domesticarlo, de convertirlo en algo que queremos, seremos mas eficaces en su educación si le apoyamos en el camino de encontrar sus propias capacidades, su forma de ser…, y él también se sentirá mejor mas seguro consigo mismo.
    • El castigo tiene una eficacia muy limitada sobre todo las humillaciones. Un hijo educado en un convivencia familiar donde lo habitual son las discusiones, gritos, peleas, existe una probabilidad muy alta que en el futuro reproduzca lo que ha vivido. Los malos tratos tanto físicos como verbales, hacen que tu hijo se comporte de manera agresiva o, por el contrario, en alguien extremadamente temeroso que tienda a evitar las interacciones sociales y por lo tanto presente serias dificultades para convivir con normalidad.

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    Juan tiene 19 años. Ha dejado los estudios, sale a diario con amigos y hace lo que muchos: se divierte, bebe alcohol, fuma. Sus padres tienen estudios superiores y un nivel socioeconómico muy alto. Siempre fueron comprensivos y dialogantes con él; nunca le castigaron. Pero desde hace tiempo Juan no respeta a nadie; grita, rompe cosas, les agrede. Cuando se lo reprochan, responde: “Dejadme en paz. Os odio. Buscaré trabajo para ganar dinero e irme de casa”. Hace semanas fue detenido por agresión. Había consumido gran cantidad de cocaína.
    Los padres de Juan aun no han superado el disgusto y no paran de repetir: “¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Qué hicimos mal? ¿Podríamos haber hecho las cosas de otra forma?”
    Frases como éstas se escuchan muy a menudo en consultas de psicología, tribunales de menores y colegios. Suelen provenir de padres bienintencionados como los de Juan que vieron a sus adorables hijos transformarse en tiranos. ¿Qué fue lo que sucedió? Los expertos lo tienen claro. Crecieron con mucho amor, vivencias positivas y oportunidades pero carecieron dealgo esencial. Nadie les puso normas, no les enseñaron a esperar, ni a esforzarse para conseguir sus deseos.Su futuro era fácil de imaginar.
    Y es que muchísimas evidencias demuestran que una educación sin límites es un camino más que probable a una vida de inadaptación, de problemas. Pero esta realidad sigue sin ser asimilada por muchos padres. Esta misma semana uno me decía: “No quiero que mi hijo llore por recoger la ropa o estudiar. Tonterías. Quiero que sea feliz. Y si desea algo se lo compraré; no quiero que sufra. Además disfruto haciéndolo”, Muchos padres dicen cosas parecidas. Pero la vida no pone las cosas tan fáciles. Ellos lo saben. ¿Por qué hacen que sus hijos crean lo contrario?
    La felicidad de los hijos no es incompatible con los límites. Más bien lo contrarioParece cierto. Nunca los padres habían estado tan preparados y sin embargo nunca habían mostrado tanta confusión a la hora de educar como hoy en día. Por eso es necesario insistir: la felicidad de los hijos no es incompatible con los límites. Más bien, al contrario. Buena prueba de ello son los sorprendentes hallazgos obtenidos en estudios que analizaron el modelo familiar en el que crecieron muchos de los chicos que un día se convirtieron en tiranos y delincuentes. Cada vez más, provienen de familias estructuradas, dialogantes y democráticas. Conocer como fueron educados estos niños tal vez pueda ayudar a muchos padres bienintencionados a recapacitar. Puede que aún estén a tiempo.
    Manual definitivo para conseguir que su hijo se convierta en un verdadero fracasado
    1. Dele todo lo que pida. Si no lo hace, su hijo sufrirá. No haga caso de los que dicen que es bueno que aprenda a esperar, a esforzarse por conseguir algo y tolerar la frustración. Están equivocados. Someterle a todo eso puede generarle consecuencias irreparables
    2. No permita que su hijo llore; cumpla sus deseos sin demora. Puede volverse un niño ansioso.
    3. No le regañe nunca; no ponga reprenda sus malos actos. Podría desarrollar baja autoestima. Si hace algo incorrecto basta con que prometa que no lo hará más. No volverá a repetirlo.
    4. Dígale solo lo que hace bien. Tape sus fallos. Así no sufrirá
    5. Intente ser su mejor amigo. Para conseguirlo deje de poner límites y reglas. ¿Qué amigo lo hace? En el colegio y en la vida encontrará muchos obstáculos. No presione también usted. Su hijo se puede traumatizar y se resentirá el vínculo con usted.
    6. Recoja todo lo que deje tirado. No haga caso de quienes dicen que desde temprana edad puede recoger sus juguetes con la ayuda de un adulto. Desde pequeño, debe tener claro que hacerlo no es responsabilidad suya sino de la asistenta o de su madre. Hacer el trabajo de otros no es bueno; los de alrededor dejarán de cumplir con sus responsabilidades.
    7. No se esfuerce por trabajar sus valores. Los niños son buenos por naturaleza y comprenden con facilidad lo que está bien o mal y a obrar en consecuencia. Es falso que hacerlo fomente seguridad personal. No haga caso. La moral es un invento para tenernos controlados.
    8. Respete siempre su derecho a decidir. No le coarte ni le guíe en su proceder. Espere a que sea un adulto para que pueda hacerlo con libertad. Antes no hay nada relevante que decidir.
    9. Si hace comentarios inapropiados o dice palabrotas, no le regañe; ríase. Es pequeño y no importa. Alabe su ocurrencia. Puede que así siga siendo gracioso de mayor y eso le abrirá muchas puertas. El autocontrol no es tan necesario como dicen.
    10.  Póngase siempre se su parte. Intermedie en todos sus conflictos. Usted sabe que no tiene mala intención. Con eso basta. No le haga sufrir sugiriendo que los resuelva por sí mismo o pidiendo disculpas a quién hizo daño; ya tiene bastante con el disgusto.
    11. No haga caso del colegio si le dicen que no obedece. Enfréntese a quién sugiera eso. Seguramente el culpable sea el profesor: no sabe motivarle.
    12. Dele todo el dinero que pida. Aunque se acostumbre a gastar mucho seguro que no le es difícil restringir sus gastos cuando deba hacerlo. Seguro que se conforma y lo acepta.
    13. Guíese siempre por lo que hagan los padres de los amigos de su hijo. Si ellos no ponen horario de llegada a casa, no se le ocurra hacerlo a usted. Si lo hace, puede frustrarse o convertirle en un acomplejado frente a sus amigos.
    14. Respete su intimidad. No supervise nunca su actividad en la red. En el colegio les han enseñado a protegerse adecuadamente en internet y las redes sociales. Con eso basta.
    15. Y por último, confíe siempre en él, aunque le suene raro lo que le cuente. Para proteger a un hijo la confianza es fundamental. Son malos padres los que piensan que la confianza hay que ganársela. Evite ser como ellos. Hacerlo, sería un error.
    Pero si quiere que su hijo sea un verdadero fracasado y esta lista le parece muy larga, puede simplificarla. Bastará con que cumpla a rajatabla tres preceptos fundamentales: dele a su hijo todo lo que pida; hágalo con prontitud y sobre todo, no olvide algo: que no realice ningún esfuerzo para lograrlo. Verá lo fácilmente que lo consigue.
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    Diez maneras de ayudar a su hijo a convertirse en una persona independiente

    Todos los padres quieren ayudar y proteger a sus hijos. Sin embargo, lo mejor que puede hacer por ellos es enseñarles a ayudarse a sí mismos. Siga leyendo para enterarse de las maneras en que puede ayudar a su hijo a convertirse en un adulto de éxito.

    1. Anímelo a que hable en público

    Tomar una clase de alocución o participar en un grupo de debate le puede ser útil de muchas formas a un adolescente. Desarrollar la capacidad de pararse frente a un grupo y hacerse oír es un elemento clave para fomentar la autoestima y las destrezas de comunicación de los jóvenes. También es importante aprender a dirigirse de manera apropiada a una variedad de público, ya que los estudiantes de escuela secundaria deben saber cómo dirigirse a sus compañeros, maestros y empleadores.

    2. Practique el arte de la negociación

    Los estudiantes de escuela secundaria buscan más libertad e independencia. En vez de dictar todas las normas del hogar, reúnanse en familia para fijarlas. Al permitir que los jóvenes participen en determinar las reglas, los padres les enseñarán a desarrollar las invalorables destrezas de compromiso justo y negociación con superiores.

    3. Sea un modelo de administración del tiempo y destrezas organizativas

    Los hijos aprenden según lo que ven. Si los padres llegan tarde a todo y son desorganizados, generalmente los hijos siguen el ejemplo. Ponga un calendario que indique las citas y los planes familiares e individuales. Utilice un calendario semanal y haga listas de cosas por hacer. En resumen, sea un ejemplo de organización para su hijo.

    4. Enséñele a ser autosuficiente

    Mientras más hagan los jovencitos para sí mismos, más seguros de sí mismos serán cuando se trate de desenvolverse en situaciones nuevas. Enséñele a su adolescente a lavar ropa. Hágalo responsable de una comida familiar a la semana. Con el tiempo eso lo hará más independiente.

    5. Anímelo a que sea independiente en la escuela

    Los jóvenes necesitan tomar las riendas de sus carreras académicas. Deben encargarse de sus asignaciones y los plazos, comunicarse con los consejeros académicos y los maestros, y participar en actividades extracurriculares de su elección. Obviamente el consejo de los padres es necesario de vez en cuando. Sin embargo, los jóvenes quieren tener espacio para lograr metas, o cometer errores, por su cuenta.

    6. Escúchelo y sea flexible

    Es lógico que a veces los jóvenes no estén de acuerdo con sus padres. Aquéllos que temen que se les reprenda o castigue, con frecuencia ocultan la verdad o evitan hablar sobre temas importantes. Generalmente los jóvenes que saben que pueden hablar con sus padres sin provocar un escándalo son más comunicativos. A la larga, aquéllos que se sienten bien al expresarse en casa estarán más preparados para expresarse en situaciones difíciles.

    7. Proporciónele una base

    Aunque se quejen de tener que seguir las reglas, los adolescentes en realidad se desempeñan mejor cuando existen normas. Los padres que ejercen su autoridad y exigen el cumplimiento de un reglamento acordado, pero que a la vez fomentan la comunicación y la independencia, crían hijos alegres y exitosos.

    8. Recuerde que cada historia tiene dos versiones

    Cuando nuestros hijos vienen a casa con alguna historia dramática, debemos recordar que sólo estamos escuchando un punto de vista. Antes de llegar a una conclusión, averigüe todos los datos. ¿Es cierto que el maestro sólo dio un día de plazo para ese ensayo de 10 páginas? ¿Será cierto que el entrenador dejó a su hijo fuera del juego sin motivo alguno? Cuando los adolescentes están frustrados o sufren, tienden a tergiversar la verdad. Aquellos padres que saben los hechos verdaderos pueden ayudar eficazmente a sus hijos a aprender a lidiar con situaciones decepcionantes o difíciles.

    9. Enséñele el respeto a sí mismo

    Cuando las personas se sienten bien consigo mismas, saben defenderse. Y los adolescentes no son la excepción. Concéntrese en ayudar a su hijo a desarrollar destrezas para tomar decisiones y forjarse una sólida autoestima. Felicítelo cuando haga un buen trabajo y cuando demuestre tener una personalidad positiva. Un joven seguro de sí mismo no tendrá miedo de expresarse.

    10. Enséñele soluciones lógicas para los conflictos

    Los estudiantes de escuela secundaria lidian con muchos problemas en el ámbito social y académico. En una etapa de la vida cuando las emociones están en su apogeo, los adolescentes necesitan ayuda para solucionar los dilemas diarios. Los padres son un recurso muy importante para encontrar alternativas para las situaciones problemáticas. Anime a su hijo a pensar con calma y analíticamente. Sea un ejemplo de eso, para que sus hijos sepan encontrar soluciones razonables.
    Parte de ser un buen padre es saber cuándo intervenir y cuándo darles a sus hijos su espacio vital. No olvide que las personas triunfadoras se saben valer por sí mismas. Así que hágase a un lado cuando llegue el momento y deje que su hijo se desenvuelva sólo.
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    Un común denominador que los terapuetas encuentran en su consulta a pacientes con diferentes problemas es que tuvieron una infancia siendo parte de una familia disfuncional; y dentro de la gran variedad de factores que pueden ocasionarla, el que predomina son los padres tóxicos.
    Padres que ejercen la violencia física  o emocional; padres rígidos para quienes las reglas son totalmente inflexibles o, lo contrario, padres permisivos, sumisos o sobreprotectores que por esa falta de límites se convierten en destructivos al hacer sentir a sus hijos que no hay nada que los frene o no puedan tomar decisiones por sí solos, causando una lamentable dependencia que los llena de miedos en el futuro. Los padres tóxicos también son quienes evaden los conflictos que por naturaleza se generan en cualquier familia, a través del terrible silencio o la lacerante indiferencia.  Es como si hubiera un rinoceronte en la sala de la casa, todos viven la tensión de su existencia, pero nadie habla de eso.  Actúan como si “todo estuviera bien”, se habla de temas sin importancia, se refugian en la televisión o en videojuegos o, lo que es peor y más común, hablan de la vida de los demás y no de la problemática que ellos viven.  Son también quienes utilizan el chantaje y la manipulación para obtener lo que desean de sus hijos.
    Hace unos días entrevisté en mi programa de radio a José Luis “Dado” Canales, autor del libro Padres tóxicos, quien al cuestionarle qué porcentaje de pacientes que acuden a terapia tuvieron padres tóxicos, me respondió, si dudar, que son más del 90% de los pacientes.  Jóvenes o adultos que fueron niños heridos y sufren en la actualidad depresión, relaciones codependientes y otras consecuencias debido a padres que en forma consciente o inconsciente no supieron dar el mejor regalo que podemos darle a un hijo: protección, seguridad, limítes con amor y respeto, así como promover que expresen sus sentimientos y alentar sus sueños.
    El autor se inspiró para escribir el libro, no solo en la gran cantidad de pacientes que atiende con antecedentes de haber convivido con este tipo de padres, sino también en su propia vida al haberlo padecido como hijo de padres tóxicos.
    Me expresó que un padre abusivo es aquél que con el fin de educar o  corregir a su hijo “por su bien”, es capaz de maltratos que generalmente repite de su propia infancia, creyendo que es la forma más inteligente de formarlo.
    Los padres tóxicos pueden ejercer cuatro tipos de maltratos:

    1. Maltrato verbal. Padres que constantemente les dicen “tontos”, “gordos”, “ineptos”, “no sirves para nada” y otras palabras más que ejercen un poder tremendo en los hijos. Los árabes dicen que solo falta repetir algo cien veces para convertirlo en real.
    2. Maltrato físico. Obviamente los golpes nunca están justificados en la formación de un hijo, ya que generalmente ellos crecen con resentimiento y dolor que tienden a manifestarlo con la misma agresividad en la edad adulta.
    3. Maltrato emocional. Les hacen sentir su poca valía al ignorarlos o al no permitirles expresar sus emociones.
    4. Maltrato sexual. El que abusa de esta terrible manera, está ejerciendo todos los maltratos anteriormente mencionados.

    Por supuesto que no existen los padres perfectos. Todos nos desesperamos en algún momento determinado y es natural que de repente levantemos la voz o perdamos la paciencia con nuestros hijos, pero en las familias funcionales esto no se convierte en un hábito. En una familia sana los mensajes verbales y no verbales son congruentes, existen límites claros y se promueve la individualidad y el respeto a sus miembros. Se expresa el afecto constantemente y se ventilan los conflictos para su solución. En otras palabras, al entrar a un hogar con una familia funcional se percibe la armonía y la tolerancia.
    El autor de este libro Padres tóxicos,  me compartió cuatro reglas para no convertirte en un padre tóxico y hoy las pongo a tu consideración.
    Primera regla: El conflicto es parte de nuestra vida. Es una diferencia de opinión y es un derecho de los padres e hijos expresar cómo se sienten y llegar a acuerdos.
    Segunda regla: Los límites nunca se ponen en el fondo, se ponen en la forma. El hecho de que estemos enojados no me da derecho a pegarle, humillarlo o insultarlo. Tomar en cuenta que la dignidad es más importante que el enojo y este enojo nunca debe de ser más grande que el amor.
    Tercera regla: Entender que nuestros hijos son individuos con derecho a diferir de ti. Los padres no tenemos la verdad absoluta y los hijos tienen derecho a decidir conforme van creciendo el rumbo de su vida.
    Cuarta regla: Ser una persona sana es cometer errores y si como padre cometo uno, es conveniente reconocerlo y ofrecer una disculpa en caso necesario. Una disculpa no nos hace más débiles; al contrario, nos hace más fuertes y honestos y, por lo tanto, los hijos aprenden a reconocer errores y a ofrecer disculpas cuando lo requieran.
    Buen momento para reflexionar y tomar acciones contundentes para nuestro bien y el de nuestra familia.
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    Asumir que nuestros progenitores también son complicados e imperfectos y que muchas veces son los hijos/as quienes tienen que lidiar con una relación insana, es difícil, sobre todo si se piensa en estas figuras con respeto y admiración. Ser padre y madre supone no sólo engendrar una personita, sino también entregarle durante algunos años, herramientas para que se pueda enfrentar sola frente al mundo de una manera lo más adaptativa posible. De allí que se habla de que la entrega de amor, valores, educación y conocimientos básicos para la vida, son principalmente responsabilidad de la familia.

    Sin embargo, en algunos casos esta relación se vuelve difícil, poco armoniosa y lo llamativo de esto es que no son los hijos quienes por rebeldía asumen un papel conflictivo, sino que son los progenitores quienes incurren en acciones poco saludables y donde las críticas destructivas, la manipulación, victimización, las demandas, las sobreexigencias y hasta la competencia se vuelven un lastre que puede acompañar a una persona desde la infancia hasta la edad adulta, marcando o favoreciendo una personalidad determinada.

    Podemos encontrar muchos ejemplos de maltrato psicológico; decirles a los hijos/as durante su infancia que no sirven y que no saben hacer nada para luego en su adultez, presionarlos para que actúen de determinada manera, elegirles el destino profesional, la pareja e incluso enfermarse físicamente para retenerlos, son algunos de estas formas de maltrato, en definitiva ejercer el control y el poder sobre ellos.
    Como consecuencia de lo anterior, en la edad adulta, estos hijos/as de padres tóxicos serán personas  con baja autoestima, sumamente inseguras, sumisas, con gran sentimiento de culpa  y claramente inestables emocionalmente.
    Resulta una paradoja hablar del padre o de la madre como figuras tóxicas porque por esencia se asume que los éstos son amor y comprensión, en definitiva, figuras positivas, de hecho apenas se encuentra literatura sobre este tema.
    Se tiene constancia de que este tipo de relaciones “se van incubando desde la infancia” y lo llamativo es que esto “también se da en la adultez”, hecho que permite reconocer que la persona adulta también es vulnerable, no como durante mucho tiempo se mantuvo, que sólo los niños/ as eran sensibles a este comportamiento y los adultos se sabían proteger.
    Existen casos de  madres que entran en relaciones de competencia con sus hijas y las comienzan a hacer sombra. Ahí se empieza a dar una relación conflictiva porque en el fondo la madre asume un rol protagonista y la hija con eso se va sintiendo postergada y a la vez incapaz de enfrentar a su madre. De  adulta, esta hija, seguramente, sentirá una gran culpa por tener sentimientos negativos en contra de una figura instituida como positiva y contenedora, su madre.
    Estos hijos  e hijas pensarán siempre que les deben algo a sus padres, la postura frente a ellos será de mucha sumisión, desarrollan algunos síntomas de ansiedad y depresión, establecerán relaciones insatisfactorias y con casi seguridad, repetirán el patrón aprendido.
    Más allá de cualquier terapia, se define a la confrontación como “el camino a la independencia”. Para eso, el hijo/a debe satisfacer cuatro requisitos básicos:

    1. Estar lo suficientemente fuerte como para enfrentar el enojo o la negación (algo típico: “estás equivocada, ¿no te acuerdas que eras una tozuda?”).
    2. Tener un respaldo afectivo lo bastante sólido por parte de otras personas que ayuden en la etapa previa, en la confrontación y en sus consecuencias.
    3. Escribir en una carta lo que quiere decir, ensayarlo y practicar respuestas asertivas y no defensivas.
    4. Fundamental: ya no debe sentirse responsable de las cosas malas que pasaron siendo niño/a (un niño o una niña nunca puede tener la culpa de estas situaciones). Si la confrontación es escrita, la carta debe incluir: 1) “esto me hiciste”, 2) “así me sentí”, 3) “así me afectó mi vida”, 4) “esto quiero de tí desde ahora”.

    El éxito, no pasa tanto por la reacción de los padres, sino que se debe considerar que su confrontación ha sido positiva por el simple hecho de haber tenido el valor de hacerla.
    En casos extremos, no hay mejor remedio que un definitivo adiós a estos padres tóxicos.

    Enfrentar a los padres, explicarles claramente qué es lo que se piensa de la relación, llegar a un consenso para cambiar la situación, conocer razones por las cuales actúan de esa manera e incluso limitar el contacto con ellos son algunas de las recomendaciones que hace desde la psicoterapia.

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    COMO CRIAR HIJOS DELINCUENTES
    1.Dele a su hijo todo lo que pide. Pensara que tiene derecho a obtener todo lo que desea.
    2.Riase cuando su hijo diga malas palabras. Crecera pensando que el irrespeto es divertido
    3.Jamas reprenda a su hijo por su mal comportamiento. Crecera pensando que no existen reglas en la sociedad
    4.Recoja todo lo que su hijo desordene. Crecera creyendo que otros deben hacerse cargo de sus responsabilidades
    5.Permitale ver cualquier programa de television. Crecera creyendo que no hay diferencias entre ser niño y ser adulto.
    6.De a su hijo todo el dinero que pida. Crecera pensando que obtener dinero es facil y no dudara en robar para conseguirlo
    7.Pongase siempre de parte de el, contra vecinos, maestros y policias. Creera que lo que el hace siempre esta bien y son los otros los que estan mal
    Siguiendo estas instrucciones le garantizamos que su hijo sera un delincuente y nosotros tendremos una celda lista para el

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